Minesa descansaba su cabeza sobre el pecho de Aleckey, él sonría al sentir la suave respiración de su reina.
Después del beso, ambos decidieron tímidamente mirar las estrellas, pero Minesa se durmió y acomodó su cabeza en el pecho de Aleckey.
Y eso hizo que las esperanzas de Aleckey crecieran, el rey la amaba y sabía muy bien que debía continuar así, que su amor debía florecer.
Ya eran casi la media noche.
Aleckey tomó entre sus brazos el delicado cuerpo de su reina y camino rumbo a su alcoba.
La deposito delicadamente sobre la cama y la cubrió con las mantas.
Depositó un beso sobre su frente.
Y la dejó descansar.
Bajó a su despacho, necesitaba revisar algunos papeles y seguir buscando a Yanet.
Pero en vez de estar en paz en su despacho encontró a Leopoldo bebiendo en una copa vino y sentado frente a la ventana.
-¿Qué haces aquí? - susurró Aleckey entrando al despacho, camino hacia su silla.
-Necesito hablar contigo - Aleckey tomó asiento y Leopoldo depositó su vaso en el escritorio - ¿Cuándo encontrarás a Yanet?
-Es difícil Leopoldo, la hemos buscado en el norte, sur y en los bosques, pero nada. Es como si la tierra se la hubiera tragado - suspiró pesadamente. Era cierto, los días pasaban y la búsqueda no tenía frutos, no había pistas, ni nada. Yanet no aparecía.
¿Dónde estaba?
-Ella quiere matarnos - Leopoldo tomó su copa y dio otro sorbo de esté
-Lo sé
-¿Y Junior? Acaso él no puede ayudarnos. Es la culpa de él que esa loca quiera matarnos ¿lo recuerdas? - sus palabras tan frías atacaron el corazón de Junior quien escondido tras la puerta escuchaba la conversación.
-Mi culpa – susurró en voz baja
-No digas eso, ella solo está confundida - Aleckey intentaba estar en calma
-Hazlo por Minesa y mátala - Minesa. Su Minesa.
-¿Te preocupa Minesa? - Leopoldo miró a Aleckey con burla y luego su rostro cambió a uno serio
-Ella no merece a un tipo como tú
-¿Y a ti si?
-Sí y la voy a cuidar con mi vida – Leopoldo se paró de su asiento
-Ya lo veremos Leopoldo.
Y dando media vuelta Leopoldo salió del despacho azotando la puerta.
Camino con furia hacia su alcoba.
Y Junior lo observó en su escondite.
-Mi culpa - nuevamente susurró
(…)
Pasado
En medio del caos, una mujer gritaba de dolor.
-Ya falta poco mi niña, ya casi, se fuerte puja puja - la anciana siguió sosteniendo la mano de la mujer con fuerza
-Un poco más muchacha - Marit se encargaba de esperar para recibir al bebé
-Vamos tu puedes - la muchacha dio un gran grito, la luna iluminó fuertemente y el llanto de un bebé resonó en medio de la noche
-Mira mi niña, es hermoso. Un fuerte varón. Felicidades - Marit se acercó a la muchacha y dejó al bebé reposar al lado de su madre
-Mi bebé, mi pequeño ángel - lágrimas botaron de sus ojos, miraba con ternura y amor a su hijo. Contempló el rostro del bebé y la imagen de su amado se le vino a la mente.
-Deja que lo limpié ¿Si? - la muchacha asintió. Dejó que la mujer se llevará a su pequeño. Y suspiró. Dejó que sus ojos se cerrarán por un momento, pero cayó en un profundo sueño.
-¿Brujo? ¿Gitano? ¿Hay personas así viviendo en el bosque? - Leopoldo miró extrañado a Josek
-Si hay personas viviendo en el bosque. Por ejemplo, la antigua tribu de Roschel, son gitanos puros. Son humanos, sin ninguna pizca de sangre nuestra. Y se encuentran en el sur del castillo, puede que ahí este escondida Yanet. Deberíamos ir a esa parte y buscarla - Josek miró atento a Aleckey esperando que este de la señal de aprobación.
-Aleckey - susurró entre dientes Leopoldo
-Está bien. Vayan a la tribu Roschel, pero no solo a esa tribu. Divide 4 tropas y manda a cada una a las 4 tribus que habitan en el bosque. Y quiero respuestas - demandó Aleckey.
-Sí, mi rey - Josek hizo una reverencia y salió de ahí a su rey junto a Leopoldo.
Aleckey tomó una copa de vino y bebió de ella. Gimió al sentir el dulce néctar bajar por su garganta.
-Así que había tribus en el bosque ¿no? - Leopoldo soltó una carcajada fingida
-Si Leopoldo. Si realmente fueras como tu padre sabrías muy bien todo sobre el reino. Eres como un extraño en la familia - Aleckey habló y giró a mirar la ventana.
La preocupación lo consumía.
Su padre, el antiguo rey, había partido al amanecer junto con su reina a un lugar seguro.
Aleckey quería enviar a Minesa junto con sus padres para protegerla, pero la cercanía que empezaba a nacer entre ellos lo hacía un poco imposible.
Minesa ya no lo miraba con miedo, sus hermosos ojos deslumbraban de felicidad.
Quería ganarse su amor.
Su perdón.
Su confianza.
Su afecto.
Todo de ella.
-Y ¿Minesa? ¿Cuándo se ira de aquí? Ella debe estar protegida - Leopoldo habló lleno de furia y preocupación. Y a Aleckey los celos lo consumían.
-Yo veré cuando ella se ira no te metas en esto - sentenció antes de tomar otro sorbo de la copa y esperar la llegada de su tío. Necesitaban más ayuda.
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