Una humana para el rey romance Capítulo 47

-Y la única solución es que usted comande el ejército, usted es la reina. El único soporte del reino. - Doroteo le había explicado a Minesa el lugar donde posiblemente estaría Aleckey, ella observaba sentada en el despacho a Doroteo hablar.

Ahora ella tomaba el lugar de Aleckey.

Era la reina.

Ella asintió.

-Yo voy a ir con ustedes, necesito vengar a mi marido - hablo Jazmín, Minesa le dio una mirada de preocupación y luego pensó que ella haría lo mismo en el lugar de Jazmín. Asintió suavemente.

-El problema es... - Doroteo ya no pudo continuar

Minesa rebusco de entre los cajones hojas y cuando la encontró saco una. Cogió una pluma y empezó a escribir.

Doroteo y Jazmín la miraban intrigados.

Minesa arrastro el papel al filo del escritorio, Doroteo lo tomo y leyó en voz alta.

"Llama a una bruja, sé que hacer."

-No se preocupe mi reina, lo haré - Doroteo hizo reverencia y salió del despacho

(...)

Horas más tarde, Casandra llego al castillo.

Su mirada perturbadora evalúa todo el lugar.

-La traición - susurro - un alma negra vivió aquí. Estuvieron cerca de la traición.

Susurraba con su voz tan fina y fría.

Su mirada se posó en Minesa le mostro una perfecta sonrisa.

-No te preocupes mi reina, tengo lo que necesitas - susurro suavemente Casandra.

Minesa asintió.

Entraron al despacho, Casandra miro a su alrededor sonriendo sarcásticamente y con sus largas uñas señalo a Minesa.

-Acabas de dar a luz y ¿vas a comandara un ejército? - Casandra pregunto, Minesa suavemente asintió - Que valiente

Acomodo en el escritorio algunos frascos con nombres extraños, saco de su bolsa una pequeña olla y la puso en medio.

Poco a poco vertía varios frascos.

Y de este emanaba humo de colores, vertió un frasco más e inhalo fuertemente el humo.

-Listo - susurro Casandra.

Con un cucharon saco un poco del líquido el cual fue puesto en una pequeña taza, se la entregó a Minesa y esta bebió el contenido.

Ambas mujeres se miraron.

-¿Y bien? - pregunto Casandra

(...)

La armadura había sido hecha a su medida, se ajustaba a su cintura, una capa iba detrás de esta, el escudo real y el símbolo de que es la reina.

Su corona. pero una pequeña.

Brillaba.

Para Minesa era extraño usar una armadura.

-Hace años que no usaba esta armadura - suspiro Jazmín, tomo su espada y se acercó a Minesa

Ambas yacían fuera del castillo, Erthe las observaba y con mucha pena rogaba porque su hija regresara pronto.

Los caballos ya habían sido preparados.

-Esta espada me la regalo Alexander, me enseñó a manejarla, él fue mi maestro y también mi todo - susurro con tristeza Jazmín, una lágrima traicionera bajo por su mejilla, le dio una mirada a Minesa y hablo - Él hubiera estado contento de conocer a sus nietos, mírate recién das a luz y ya estas separándote de tus bebes. Mi hijo tiene suerte, el pueblo la tiene, eres una gran reina.

-Lo es - Erthe hablo, le dio una cálida sonrisa a su hija

-Está todo listo mi reina - hablo Doroteo, Minesa asintió

-Cuida a mis nietos Erthe - susurro Jazmín, se alejó rumbo a su caballo negro, el caballo de su marido

-Ve con cuidado - susurro Erthe, tomo delicadamente las manos de su hija - Vuelve pronto

Ella asintió suavemente.

-Traigan mi espada - hablo Minesa con voz firme, Doroteo se acercó a ella y le entrego su espada.

Erthe aún no podía creer que su hija hablaba. La pócima si había funcionado.

Aquella con finas incrustaciones de diamantes en el mango, brillante y peligrosa, así era la espada.

-Cuídate padre - susurro Minesa

Ante del atardecer partieron, Minesa frente a todos, a su lado derecho iba Doroteo y al izquierdo iba Jazmín.

Erthe vio aquel ejército desaparecer ante el atardecer.

Suspiro y le dio una ultimo vistazo por donde su hija se había ido.

-Vuelve pronto - susurro, el viento soplo suavemente y con rapidez aquellas palabras desaparecieron.

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