Una humana para el rey romance Capítulo 48

"Aleckey"

"Aleckey"

"Bello durmiente"

"Despierta"

"Mi rey"

"Ven a mí"

"Ven a la oscuridad"

Susurros, escuchaba a la lejanía susurros.

Voces gélidas y apagadas, estaban llamándolo y él no podía responderles.

"Despierta bello durmiendo"

Aleckey nuevamente cayó en la oscuridad.

Horas más tarde abrió suavemente sus ojos, sintió que la luz lo cegaba, su cabeza palpitaba y un olor putrefacto inundo sus fosas nasales.

-Bello durmiente - Aleckey se sorprendió al escuchar aquella voz, una voz varonil, una voz conocida - al fin despiertas primito, ¿Qué tal dormiste?

Aleckey intento moverse, pero tenía todo su cuerpo amarrada a la camilla con cintas negras.

-Traidor - sentencio Aleckey

Pero a Leopoldo aquello no lo afecto, era como escuchar la voz chillona de Amelia.

-Muchas gracias - susurro Leopoldo. Él miraba atentamente Aleckey, soltó una carcajada y continuo - me da mucha pena, pero esto te mereces por haberme quitado todo. Ahora morirás y luego mi adorada Minesa vendrá a mis brazos pidiendo refugio. Sera mía.

-Ella nunca amaría a un asesino como tú, a comparación de mí, tú asesinas por placer, mataste a tu padre sin ningún remordimiento, sin ninguna culpa, asesino - soltó con todo enojo Aleckey

-Soy un asesino, duele, duele - Leopoldo hablo con voz fingida, poso su mano derecha a la altura de su corazón y fingió dolor, luego observo a Aleckey y le dio una sonrisa - eres tan patético primito

-¿Por qué mataste a tu propio padre? ¿Por qué mataste a mi padre? - Aleckey esperaba que Leopoldo respondiera, pero el simplemente se quedó callado observándolo, su mirada fría y desconocida.

Era un desconocido, no era aquel muchacho de sonrisa amable que siempre pedía perdón, que amaba recoger flores en el bosque para su madre, que anhelaba defender a su familia, ante todo, pero había desaparecido.

-Sabes primito, hace mucho tiempo me acuerdo que corrí por los bosques buscando las flores de loto, las favoritas de mi madre. Llegue a una hermosa catarata, las aguas cristalinas, era tan mágico, alrededor entre las rocas flores de loto relucían. Cogí unas cuantas y cuanto tuve un pequeño ramo decidí irme a casa, pero me impidieron el paso. Fue una bruja de cabellos dorados y voz suave, tan suave. Me susurraba que arrancar flores era malo y cada vez que lo hacia ellas lloraban. Me hizo prometer nunca más arrancar una de ellas y a cambio me contaría un secreto. A la mañana siguiente fui aquel lugar y ahí la encontré, me relato la historia del primero de nuestra especie, de Junior y que antes de ser uno de nosotros, había amado y aquello lo convirtió en un monstruo. Siempre recalcaba que aquella mujer misteriosa había sido consumida por el odio que habita este mundo y que de aquello un poder surgía. Un poder que acabaría con todo, pero también un poder que nos llenaría de riquezas, que nos haría dioses. Y tiene razón, nuestra especie merece eso, pero ustedes solo tratan a los humanos como iguales cuando ellos nos perseguían con antorchas, nos mataban, nos maltrataban. Por eso debo gobernar yo y no tú. Tú eres débil. Como mi padre.

-Tú también lo eres y por eso te escondes detrás de toda oscuridad, te consumes poco a poco - Leopoldo soltó una carcajada, en toda la habitación aquella risa resonó. Una risa macabra y oscura.

-Patético - susurro Leopoldo mientras se acercaba a su primo, acerco su mano al cuello de Aleckey y la apretó fuertemente, Aleckey perdía el aire - No soy débil, yo soy fuerte y seré ante aquellos humanos un dios. Seré su todo y tu una simple escoria - soltó con brusquedad el cuello de Aleckey, retrocedió y soltó un suspiro.

Le dio una última mirada Aleckey y salió de la habitación sin decir ninguna palabra.

-Leopoldo - susurro Aleckey, se sentía confundido y débil. Nuevamente sintió que las voces lo llamaban, que la oscuridad lo aclamaba.

(...)

-Llamen al señor Leopoldo, la reina viene en camino - Susurro Amelia a los dos guardias que custodiaban su seguridad, ambos salieron rápidamente y Amelia miro a través de la ventana - Maldita - susurro llena de odio

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