Una humana para el rey romance Capítulo 64

Observó con frialdad a Yanet, ella le sostuvo la mirada sin miedo y al cabo de unos segundos dirigió su mirada al frente donde dos de sus soldados yacían arrodillados frente a él.

-Me fallaron - susurró Leopoldo, ambos guardias temblaron de miedo sin responder - ¿Acaso pensaban traicionarme? - aquella fría pregunta tampoco fue respondida - muy bien, si así es la cosa llévenselos - ordeno, ambos guardias observaron a Leopoldo para rogar haciendo reverencia repetidas veces

-No mi señor, no queríamos fallarle. Se lo rogamos perdone nuestras vidas - con voz temblorosa y sollozante uno de ellos pidió, Leopoldo no respondió solo paso de largo y camino lejos de ellos. Ambos gritaban mientras otros guardias los sostenían para llevarlos y acabar con ellos.

Yanet iba detrás de Leopoldo, perdida en sus pensamientos. Leopoldo freno de repente a lo que Yanet chocó con él y cayó al piso dándose un fuerte golpe en la cabeza.

Leopoldo observó a Yanet, se acercó a ella y extendió su mano para ayudarla a levantarse. Ella temblorosa la acepto y fue ahí cuando ella estuvo de pie que ambos se miraron fijamente.

Él sintió una extraña sensación al ver los ojos de Yanet, recordaba que sus ojos no eran negros y usualmente siempre estaban negros pero lo más extraños es que hace poco también los tenía negros y ahora volvían a la normalidad.

-Tus ojos - susurró Leopoldo suavemente - ya no son negros - Yanet soltó la mano de Leopoldo y dejó de mirarlo fijamente, ante el silencio de ella nuevamente hablo - usualmente son negros, pero ahora son normales ¿Acaso es el odio el que cambia el color de tus ojos?

"Es tu madre" - pensó Yanet

-Sí - contesto en voz baja, Leopoldo asintió y siguió su camino. Llego a lo que era una pequeña colina desde ahí se observaba el reino de Aleckey, ya estaban cerca de su cometido.

-¿Enserio mataste a esos guardias por un pequeño error? - pregunto Yanet

-No es un pequeño error, si me fallan una vez a la próxima arruinara todo - susurró Leopoldo con la mirada fija en su cometido

-Nadie los descubrió Leopoldo, con un aviso de que tengan cuidado pudiste solucionar todo - Leopoldo observó a Yanet, le mostró su perfecta sonrisa y hablo

-Creo que la caída te afectó, eso no dijiste hace poco - Yanet abrió sus ojos como platos y se dio cuenta de que Beatriz había controlado su cuerpo unos minutos atrás

-En ese entonces el odio controlaba mi cuerpo - susurró Yanet

"No, no era el odio. Era tu madre."

Se sentía fatal, si nuevamente le decía que era su madre la que controlaba su cuerpo de seguro no le creería.

-Dentro de poco aquel reino que está frente mío se inclinará ante mí. Dentro de poco acabaré con Aleckey y todos aquellos que me traicionaron - susurró con voz fría

"Ella te controla"

-Si mi madre estuviera aquí no tendría que hacer todo esto, pero la mataron. Ahora es mi turno de vengar su muerte, no dejaré que sus asesinos duerman en paz nunca más - y fue con aquella respuesta que Yanet tuvo una idea, una idea que no sabía si era lo correcto

-Ella descansará en paz al verte ser feliz - susurró mirando el reino - tú creciste en aquellas tierras, viste a tu madre morir ahí y ahora quieres destruirlo. Pero en realidad te destruyes a ti mismo

-No lo hago Yanet - negó Leopoldo y siguió hablando - si tan solo hubieran dejado de culpar a mi madre todos estos años, tal vez solo tal vez podría vivir en paz. Pero nadie se arrepiente de su muerte ni siquiera mi padre se arrepintió

-Ella no es así - sollozo Leopoldo, con brusquedad quito la mano de Yanet y la observó directamente a los ojos - ¿Por qué te gusta hacerme sufrir? Sé que estoy solo, pero ya no me lastimes más

Yanet negó repetidamente.

-No estás solo, la tienes a ella - acercó nuevamente con delicadeza su mano a la mejilla de Leopoldo. La acarició suavemente mientras él disfrutaba de aquel cálido toque - me tienes a mí

Leopoldo miro a Yanet sorprendido para hablar.

-Mientes - susurró lleno de enojo

-No Leopoldo, sé cuán grande es el amor de tu madre por ti como sé que este cuerpo también le pertenece a tu madre

Ambos se observaron durante unos minutos para luego darse un abrazo.

Leopoldo sollozo en los brazos de Yanet, sintió las suaves caricias que aquella mujer le proporcionaba y se sintió frágil después de tanto tiempo.

-Madre - susurró Leopoldo - Ya no me dejes por favor

-Nunca te dejaré solo, nunca - susurró Yanet suavemente

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