Una humana para el rey romance Capítulo 66

-Ellos ya saben que estamos aquí - susurró Leopoldo, Yanet seguía con la mirada perdida. Con una gran confusión - Yanet - el llamado de Leopoldo provocó que ella saliera de su trance

Yanet carraspeó.

-Dime - susurró Yanet, este sonrió

-Andas perdida, ¿En qué piensas Yanet? - pregunto Leopoldo

-Es que siento algo muy extraño, ella no ha tomado mi cuerpo, no escucho su voz - Leopoldo arqueo la ceja, Yanet observó a Leopoldo y supo que él todavía no le creía - aunque no me creas ella si está viva, toma mi cuerpo cada vez que quiere, ella es tu madre

Leopoldo se llevó una mano a su cabeza y la masajeó suavemente.

-Yanet, ya no insistas con ese tema - susurró Leopoldo

-Voy a seguir insistiendo ya que ella te controla, te lleva a la oscuridad. Debes dejar de seguir sus planes y hacer tu vida, enamorarte. Se feliz Leopoldo, nadie tiene que manipularte - tomo entre sus manos la mano izquierda de Leopoldo y la acarició suavemente - yo no quiero que te pase nada, no deseo eso Leopoldo. Por favor ya no sigas con esto, ya no - unas cuantas lágrimas bajaron por la mejilla de Yanet

Leopoldo observó a Yanet sollozar, sitio su corazón palpitarle fuertemente. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

Ambos se encontraban en la tienda de Leopoldo sentados frente a frente en la mesa.

-Te lo prometo - susurró suavemente - ya no llores

Ella asintió limpiando sus lágrimas, luego observó a Leopoldo y le dio una cálida sonrisa.

Él también sonrió.

-Sabes, me haces recordar a mi Orión. Él era tan tierno que cada vez que yo lloraba me acurrucaba entre sus brazos y luego me decía que era la madre más hermosa de todo el mundo - en su mente la imagen de Orión fue un sentimiento de dolor profundo - y ahora está muerto, ella lo mato - sollozo con todo su odio

-Ella lo mato - repitió Leopoldo

-Sí - soltó un suspiro y luego se puso de pie, camino lentamente mientras susurraba - ahora estoy sola - paro en medio de la tienda

-Y ¿Junior? - pregunto Leopoldo

-No quiero lastimarlo - susurró mientras se acercaba a Leopoldo

-Él te ama - se puso de pie Leopoldo

-Y yo a él, pero ya es suficiente con todo lo que ha sufrido por culpa mía - su corazón le dolía

-Yanet - se acercó a ella - no estás sola, tienes a Junior quien te ama y... - la abrazó, ella sintió la calidez en aquel abrazo - también me tienes a mí

Ella se permitió sollozar en los brazos de Leopoldo, fue así como la noche cayó. Ambos reían mientras cenaban, el recordaba su niñez y ella le mostraba una calidez completa.

Leopoldo se sintió feliz, había olvidado todo y aunque lo negará una parte de sí mismo creía en las palabras de Yanet y otra se negaba a aquello.

La mañana llegó, Leopoldo se levantó muy temprano y salió a tomar un poco de aire.

Miraba el reino, recordaba cuando escapaba de los guardias hacia el bosque y arrancaba flores. Luego volvía a casa y le entregaba a su madre las flores con una sonrisa inocente.

Su madre.

-Me haces mucha falta - susurró Leopoldo

-Ella también te extraña - Leopoldo se volvió rápidamente asustado por aquella voz, pero luego se llevó una mano al pecho al ver a Junior frente a él - lamento haberte asustado - susurró Junior

Leopoldo asintió y tomo nuevamente su lugar.

Junior camino colocándose al lado de Leopoldo, ambos contemplaban aquel hermoso paisaje.

-Yanet no es mala - susurró Junior

-Ya lo sé - afirmó Leopoldo y Junior negó

-Si realmente supieras eso, le creerías. Ella no miente - Leopoldo observó a Junior

-Es sobre mi madre ¿no? - pregunto Leopoldo a lo que Junior asintió

-No te miente, tu madre está viva pero cegada - susurró Junior, ambos se miraron fijamente - Yanet solo quiere que el alma de nuestro hijo descanse en paz, no quiere matar a nadie

Leopoldo sintió un escalofrío al recordar la muerte de su madre

-Pero mi madre si - completo Leopoldo, y luego miles de preguntas inundaron su mente

"Y ¿si dicen la verdad?"

"¿Hago bien en hacer todo esto?"

Esperaba una respuesta, una señal, pero sabía muy bien que debía parar.

No estaba bien.

Acabaría con todo.

Él recordaba sentirse solo en su niñez, sentir el odio, pero nunca quiso asesinar.

No era correcto.

Él no era así.

-¿Ella me... - tembló por el miedo de escuchar aquella respuesta - controla?

-Sí - afirmó Junior - debes parar si quieres que tu madre descanse en paz y no sufra. Tu madre cree que es correcto lo que hace, pero se lástima a sí misma. Ayúdala Leopoldo, ayúdala

Unos largos minutos de silencio bastaron para que Leopoldo dejará escapar unas cuantas lágrimas.

Necesitaba comprobarlo, necesitaba comprobar si realmente su madre estaba viva.

Decidido limpio sus lágrimas y hablo con voz firme.

-Apenas Yanet despierte llévala a mi tienda - susurró suavemente, Junior asintió

Leopoldo giró sobre sus talones y salió de ahí con un profundo dolor.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Una humana para el rey