VENDIDA (COMPLETA) romance Capítulo 41

Narra Erick

 

Amanecí con un tremendo dolor de cabeza, sentía que en cualquier instante me estallaría. No debí tomar tanto anoche

 

Cuando abrí mis ojos por completos me di cuenta que había pasado la noche durmiendo en el sofá de la sala, eso explica el dolor de espalda que tengo; pero no recordaba como termine acá, de hecho, no recordaba nada de la noche anterior después que encontrarme a mi secretaria en aquel bar

 

Me senté en el sofá y vi algunas botellas de licor que estaban en la mesita frente a mí de las cuales solo unas cuantas estaban llenas mientras las otras estaban completamente vacías

 

—Con razón me duele tanto la cabeza —hable pasando mis manos por mi rostro después de mirar aquellas botellas

 

Me dirigí a la cocina a buscar un vaso de agua para tomarme una pastilla para que se me quitara el dolor, cuando estaba por abrir la nevera de la nada recordé todo lo ocurrido la noche anterior

 

— ¡Mierda! ¡MIERDA! —eleve la voz enojado de mí mismo mientras golpeaba el mesón con ambas manos— ¡Soy un idiota! —hable pasando las manos por mi cabeza

 

¿Cómo pude hacerle eso a Raquel? Soy un completo estúpido, no sé en qué estaba pensando cuando la engañe con mi secretaria y la obligue a tener relaciones conmigo. Ella me debe estar odiando y con mucha razón, lo que le hice es imperdonable

 

¡Soy un maldito imbécil!

 

Después de tomarme la pastilla subí las escaleras con la intención de ir a mi habitación; ya frente a la misma abrí la puerta poco a poco para no despertar a Raquel si todavía estaba durmiendo.

 

Raquel no notó mi presencia, ella estaba acostada en la cama distraída platicando con alguien por teléfono y cuando colgó la llamada.

 

—Raquel —hable mirándola avergonzado— ¿Será que podemos...?

 

Dejo la pregunta en el aire viendo como se levanta de la cama con un gesto de dolor que me parte el alma.

 

— ¿Qué haces aquí? —dijo claramente asustada—. ¡Lárgate! No te quiero ver

 

—Vine a que hablemos, por favor, escúchame —hablé y di unos pasos hacia donde ella estaba, pero solo se alejó más de mi

 

—  No, nosotros no tenemos nada de qué hablar, ¡vete de aquí! —Hablo mirándome y sus ojos se cristalizaron en cuestión de segundos.

 

—Raquel por favor —le susurre mirándola— Soy un idiota, anoche no sabía lo que hacía, estaba muy borracho, aunque sé que eso no justifica lo que te hice... Perdóname —Hable con mis ojos cristalizados también, en serio estaba arrepentido, nunca debí hacerle eso

 

— ¿En serio crees que es tan sencillo Erick? —pregunto mirándome seria— ¿Creíste qué pidiéndome perdón a mí se me olvidaría de la noche a la mañana lo que me hiciste? ¡Que me engañaste y me violaste! —elevó la voz mientras sus lágrimas empezaban a caer por su rostro— Pues te equivocaste, eso jamás te lo perdonaré —hablo mirándome con odio

 

—Amor... —hable e intente acercarme a ella, pero se alejó de mi otra vez

 

— ¡Ni se te ocurra acercarte a mi Erick! —me advirtió— Y mejor ahórrate tus palabras, de nada te servirán —hablo mirándome con frialdad— Ahora lárgate, no te quiero ver, ¡déjame en paz!

 

Limpié las lágrimas que cayeron por mis mejillas sin previo aviso y sin decir nada más me retiré de la habitación. No serviría de nada seguir ahí pidiéndole perdón, ella ahora está muy dolida por lo que le hice, lo mejor es darle su espacio

 

[...]

 

Narras Raquel

 

— ¿Se puede? —Hablo una voz masculina abriendo la puerta de la habitación, cuando alcé la vista vi a Joel mirándome con una sonrisa, detrás de él estaba Jimena

 

—Sí, por su puesto, pasen—dije con una sonrisa y dejé en la mesita de noche el libro que estaba leyendo hace un momento con la intención de despejar la menta.

 

— ¿Cómo seguiste después del desmayarte? —preguntó Jimena una vez ambos entraron a la habitación.

 

—Mucho mejor —le sonreí, por ese lado si me sentía mejor. Todo malestar que sentí anoche desapareció.

 

— Eso es una buena noticia.

 

— Así es —Joel asiente con la cabeza—. Igual deberías ir al médico, ver por qué te desmayaste.

 

— Después lo haré.

 

 

 

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