VENDIDA (COMPLETA) romance Capítulo 50

NARRA RAQUEL

— ¿Una prueba de embarazo? –Pregunté arqueando una ceja, luego llevé a mi boca un trozo de mis panqueques.

 

Jimena asintió con una sonrisa.

 

— ¿Y para qué quieres tú una prueba de embarazo? —pregunté— Oh, Jimena, no me digas que crees estar... —Hablé, pero ella no me dejó terminar

 

— ¿Qué? No, para nada —habló, riendo. — Está prueba no es para mí.

 

— ¿No? —pregunté y fruncí el ceño— ¿Entonces para quién es? —pregunté confundida.

 

—  Para ti —Habló y sonrió al mismo tiempo que acercaba la prueba hacia mí. — Ten, quiero que te la hagas

 

— ¿Para qué? Jimena, yo no estoy... —Dije al agarrarla, y ella me interrumpió.

 

—  Sólo háztela Raquel, puede que sí lo estés.

 

— No digas boberías, no lo estoy.

 

—  Yo creería que sí, o sea tienes los síntomas de una mujer embarazada, vomitas a cada rato, te pones sentimental por nada, te mareas también y siempre se te antojan comidas que la mayoría nunca te han gustado.

 

—Pero eso no quiere decir que estoy embarazada Jimena. —Hablé seria

 

—  Aja, respóndeme algo, ¿cuándo fue la última vez que te llego tú periodo? —pregunto.

 

—Ahm, no lo sé, hace un mes tal vez. —Hablé después de masticar mi comida. — Pero a veces se me retrasa

 

— ¿Se te retrasa dos meses? —pregunto y arqueo una ceja. — Porque ya estamos terminando este mes y si no te viene en estos días serían dos meses entonces.

 

—Ehm... no, no se retrasa tanto.

 

—  Y la última vez que tuviste relaciones, ¿te cuidaste? –preguntó

 

—Si, Erick siempre lo hacía, aunque... —Hablé, recordé que la última vez no usamos protección. — Ay Jimena, la última vez fue cuando él ehm..., bueno tú sabes y no nos cuidamos. —Hablé, empezando a preocuparme. — ¿Será que si lo estoy?

 

—  Hazte la prueba y así saldremos de dudas, anda

 

—Ya regreso —hablé, dejé el plato en la mesita de cristal y me dirigí al baño con la prueba de embarazo en mis manos.

 

Cuando entré al baño me hice la prueba, luego la dejé encima del lavamanos y esperé que pasaran algunos minutos para poder ver el resultado; mientras lo hacía mis manos me sudaban frío y sentía muchos nervios de sólo pensar que podría estar embarazada

 

[***]

 

— ¡Ha pasado mucho tiempo ya, ve que salió! —Habló del otro lado de la puerta.

 

—De acuerdo —murmuré y suspiré

 

Me levanté del inodoro que tenía la tapa abajo y fui al lavamanos, luego agarré la prueba sin mirarla, aún no tenía el valor suficiente para hacerlo, temía que saliera positivo el resultado.

 

Después camine a la puerta del baño, antes de abrirla me arme de valor y sin más miré la dichosa prueba de embarazo, y me quedé atónita, esto no podía ser cierto.

 

— ¡Raquel! –habló y toco la puerta— ¡Dime que dice! –Dijo impaciente

 

. –Abrí la puerta del baño—. ¿Una rayita que es? –Hablé, miré primero la prueba y después a ella.

 

—  Negativo, no estás embarazada –Habló desilusionada.

 

—Oh, entonces si lo estoy, me salieron dos rayitas –Hablé mostrándole la prueba y sonreí

 

— ¿En serio? –Habló, y me quitó la prueba de las manos— ¡Oh, por Dios! –Habló al mirar el resultado— ¡Lo sabía, serás madre! ¡Qué emoción! –o, mejor dicho, gritó contenta. — Felicidades amiga –Habló con una sonrisa, y me dio un abrazo el cual correspondí

 

—Gracias –sonreí de lado

 

—  Y, supongo que le contaras a Erick, como él es el padre de tú bebé

 

—No sé, eso creo, pero no por ahora.

 

—  Raquel, a pesar de todo Erick es el padre y debe saberlo, tienes que decirle

 

—Si, ya lo sé —Hablé y suspiré. — Pero quiero estar segura de estar embarazada primero, a veces estas pruebas suelen equivocarse

 

—  Si, eso es cierto, lo mejor es una prueba de sangre.

 

—Si. ¿Me acompañas a la clínica? —pregunté.

 

—  Claro, me cambio y vamos –Habló y sonrió, luego salió de mi habitación.

 

Agarré una toalla limpia del closet y volví al baño, tiré en la papelera la prueba de embarazo, me quité la ropa que traía puesta y me metí a la ducha.

 

Mientras el agua fría recorría cada espacio de mi cuerpo desnudo no podía dejar de pensar en lo ocurrido, o sea jamás pensé que podría estar embarazada, sigo sin poder creerlo y, a decir verdad, no estoy del todo contenta por eso, sé que debería estarlo porque voy a tener un bebé, pero no puedo por mi situación con Erick

 

No sé qué haré de ahora en adelante si esa prueba no está equivocada.

 

[***]

 

Recién salí del baño con una toalla enrollada a mi cuerpo desnudo. Caminé al closet, saqué un pantalón corte alto rasgado en las rodillas, un suéter tejido color rosado y unos zapatos igual, y con eso me vestí.

 

Recogí mi cabello, me eché perfume y agarré mi bolso donde tenía mis cosas para después bajar a la sala.

 

Ahí estaba Jimena sentada en el sofá esperándome, al notar mi presencia se levantó del mismo.

 

— ¿Lista? —preguntó.

 

—Si, ya podemos irnos —Hablé.

 

—  Okey.

 

Cuando salimos del departamento nos subimos al ascensor, apretamos el botón de PB y cuando se abrió a los segundos salimos del edificio. Un taxi nos estaba esperando afuera, Jimena lo había llamado, nos subimos en la parte trasera y el señor comenzó a manejar cuando le indicamos a donde queríamos ir.

 

En cuestión de minutos llegamos, le pagamos al señor y nos bajamos el taxi, seguido de eso entramos a la clínica.

 

No había muchas personas, hablamos con la recepcionista y nos invitó a tomar asiento mientras era nuestro turno. Minutos después entramos al consultorio de una doctora.

 

. — ¡Buenas tardes! —Dijimos Jimena y yo al unísono mientras entrabamos al consultorio

 

—  Buenas tardes —respondió la doctora firmando unos papeles— Tomen asiento —nos indicó, y eso hicimos. — Cuéntenme, ¿a qué vienen?

 

—  Es que mi amiga está embarazada —me felicito sonriendo.

 

—  Oh, felicidades. —habló y me sonrió.

 

—Gracias —le sonreí. — Pero no estoy segura de estarlo, me realice una prueba de embarazo y salió positiva, pero tengo entendido que a veces se equivocan

 

—  Así es, en muchos casos ese tipo de pruebas suelen equivocarse, pero en otros no lo hace. Tendrás que hacerte un examen de sangre

 

—¿Puede ser ahora? —pregunté.

 

—  Claro, dame un segundo —habló y marcó un número en teléfono de casa— ¿Jazmín? —Habló cuando le atendieron. — Si, ¿puedes venir a mi consultorio? —le preguntó— Está bien, gracias —dicho eso colgó. — Ahora vendrá una enfermera, ella te llevará a hacerte el examen de sangre.

 

—Gracias, ¿y para cuando estaría listo? —pregunté.

 

—  Para mañana por la tarde. —respondió la doctora— Cuando lo tengas pasas por acá y te diré el resultado.

 

—Está bien.

 

Justo en ese momento tocaron la puerta, y seguido de eso una persona la abrió.

 

—  Díganme doctora, ¿que necesitaba? —habló una enfermera mucho más joven que la doctora, tal vez tendría mí edad.

 

—  Que acompañe a la señorita al laboratorio, se hará un examen de sangre.

 

—  Está bien, venga conmigo —habló sonriente.

 

Llegamos al laboratorio, mientras me sacaban la sangre Jimena se quedó afuera esperándome. La enfermera había puesto una banda elástica en mi brazo izquierdo, sacó una aguja y la introdujo donde se veían mis venas.

 

Cuando acabó le puso mi nombre al recipiente donde estaba mi sangre, me recordó que pasará mañana por el resultado y después me fui de ahí con Jimena

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