Después de salir de la villa, la cara de Daniel instantáneamente se volvió fría, completamente diferente de la dulzura que acababa de mostrar.
Amelia miró la expresión inmediatamente cambiada de Daniel y se sorprendió. ¿Había alguien en el mundo que pudiera cambiar su sentimiento tan rápido?
-Señor Daniel, y mi recompensa -
-Ve a obtenerla del contable cuando llegues a la empresa -dijo fríamente. En su tono parecía notarse un rastro de impaciencia. ¿Podría esta mujer dejar de hablar tanto del dinero?
A Amelia no le importaba la impaciencia de Daniel. Lo que le importaba era la cantidad de dinero que le daría. Según su reacción, ¿se podía considerar que ella ya había actuado bien en el banquete? Todavía recordaba claramente que él le había extendido dos dedos. Tres mil más dos mil serían cinco mil. Además de su vestido de gala, si ella lo vendiera, conseguiría otras decenas mil.
Ella realmente hizo un montón de dinero hoy. Después de ahorrar algo de dinero, iría a visitar a su padre en la cárcel. A pesar de que ella había dicho que quería romper la relación con su padre, igual sería su padre por siempre y la persona que la había criado dieciocho años. No importaba cuánto dinero necesitara, redimiría a su padre de la cárcel.
-Señor, ¿cuánto me va a pagar por las horas extras de hoy? -preguntó Amelia de repente. Quiso calcular cuánto podía ganar hoy. Así que si tuviera una segunda oportunidad parecida, iría sin duda alguna. Cuando había oportunidad de ganar dinero, que la captara.
Daniel pisó el freno abruptamente. ¿Esta mujer todavía estaba hablando del dinero? ¿Acaso no se dio cuenta de su disgusto?
-¿Cuánto quieres? -Daniel de repente se acercó a Amelia. El aura fría de su cuerpo rodeó a Amelia, y su cara preciosa estaba llena de frialdad.
Amelia subconscientemente encogió su cuello y miró al hombre perfecto que estaba tan cerca de ella. ¿Le estaba preguntando cuánto quería? ¿Entonces podría darle cualquier cantidad que ella quisiera?
-¡Cinco miles! - Amelia de repente extendió su pequeña mano y la agitó frente a Daniel. Un rastro de expectativa brilló en su hermoso y refinado rostro.
Daniel sonrió maliciosamente y sus labios curvaron un arco arrogante. Se acercó a Amelia de nuevo y no se detuvo hasta que su nariz se chocase con la de la chica.
Amelia se retiró instintivamente. La temperatura en el auto aumentó instantáneamente, y la atmósfera se volvió extremadamente amorosa.
-Te daré cincuenta miles de euros -dijo repentinamente Daniel. Su voz seguía siendo agradable y fría, pero su tono estaba lleno de burla.
Amelia miró la expresión de Daniel. Ella tampoco era una tonta. Su instinto le advirtió que Daniel estaba enojado. Aunque realmente quería conseguir los cincuenta miles de euros, no se atrevió a manifestarse contenta ahora.
-¡Duerme conmigo por una noche! -Amelia volvió a oír hablar a Daniel. Sus palabras la recordaron de aquella noche de hace seis años en que la pasó durmiendo con un hombre desconocido.
Amelia apretó los dientes y pensó, "Ya, no me molestaré con este hombre, siempre que me dé el dinero." Podía aguantar por el dinero. Quiso levantarse, pero descubrió una grieta bien larga en su falda, tan larga que incluso se vieran sus horcajaduras.
Amelia se sorprendió y agarró la grieta con fuerza. Mirando este vestido de alto valor, se agachó y se puso triste. Con esta hendidura se habían ido sus decenas mil euros.
De repente, una chaqueta de traje negro arrojado por Daniel voló hacia ella y aterró cubriendo sus piernas. Y el Lamborghini de edición limitada del chico se despareció enseguida.
No pudo evitar despreciarlo en el corazón. Ese Daniel era realmente un demonio, que ni sabía apreciar y cuidar a las chicas. Dejó a una débil chiquita en medio de la carretera y se fue. ¿No fue sólo una bofetada en la cara? Un hombre lascivo como él debería haber sido abofeteado muchas veces antes.
Mientras pensaba, se puso de pie enojada, ató la chaqueta que Daniel le arrojó a la cintura y empezó a caminar garbosamente. Sin embargo, todavía se frotaba el trasero de vez en cuando, porque realmente le dolía mucho.
Llegó a la empresa soportando el dolor y fue a recibir el dinero al contable. ¡Realmente fueron cinco miles euros! Se emocionó tanto, que incluso le cayeron lágrimas. Bueno, de hecho también cayeron por el dolor del trasero. Pero este dolor no lo había sufrido en vano, porque había ganado un montón de dinero. Pensando esto, agarró bien fuerte su salario con la mano.
No vio a Daniel en toda la tarde, y se alegró toda la tarde con el dinero.
Por la noche, Amelia decidió llevar a sus dos niños a comer en un buen restaurante con Paula. Aunque el vestido caro estaba roto y se quedó sin valor, obtuvo cinco miles, lo que igual la hizo bien emocionada.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Yo nací para quererte