-Daniel... -dijo Camila. Ella no quería abandonar tan fácilmente, tampoco deseaba irse así porque ahora era el momento cuando podía cuidar a Daniel para establecer una relación más íntima.
-No quiero decirlo de nuevo -contestó Daniel, mientras Iván se acercó. Se paró al frente y miró fríamente a Camila.
-Camila, el señor Daniel necesita descansar. Por favor, no lo molestes -dijo el asistente quien había escuchado claramente las palabras impacientes de su jefe. Si Camila no se fuera, probablemente Daniel le reprocharía.
Aunque Camila quería seguir hablando con este hombre, al verlo cerrar los ojos tranquilamente, no tuvo otros remedios. Dio un suspiro y salió.
-Señor Daniel, ella ya ha llegado a casa -dijo Iván. Al ver que su jefe asintió con la cabeza, este hombre también se fue.
Daniel miró las cuentas de buda y empezó a reflexionar profundamente. Puso una cuenta debajo de la luz porque antes había visto una palabra con la luz solar.
Observó fijamente a la cuenta que lanzó un débil brillo, como un rosario translúcido.
Poco a poco, puso asegurar que había una palabra. Se quedó emocionado, continuó mirándolo cuidadosamente y finalmente vio lo que estaba escrito era el nombre de Amelia. Se quedó sorprendido y alegre.
Observó la cuenta por mucho tiempo y la guardó en la mano.
Quería llamar a ella. Era la primera vez que deseaba ponerse en contacto con alguien voluntariamente.
Al dejar que los tres niños se acostaran, Amelia se sentó junto a la computadora y comenzó el trabajo de diseño. El salario sería cincuenta mil de yuanes. Tenía muchas ganas de conseguirlo para salir de este dilema.
A las una de la mañana, se puso contenta viendo la tarea casi acabada. La terminaría dentro de dos días y luego lo modificaría. Esta vez, tuvo que esforzarse mucho porque este trabajo no solo afectaría la fama que tenía, sino también era su sueño.
Daniel miró el reloj en la pared. Ya era la una en punto. Creía que la mujer debería estar dormida, pero tomó el teléfono inconscientemente y la llamó.
-Hola -dijo Amelia. Acababa de tomar una ducha. En el pasado, apagaba su teléfono todas las noches antes de irse a la cama porque no quería molestar a los chicos, pero hoy, debido al trabajo, mantuvo su teléfono encendido.
Al principio no quería contestar, pero tenía miedo de que Daniel encontrara problemas en el hospital. Al final, la razón por la que este hombre fue hospitalizado fue por salvar a ella, por lo que ella debería asumir la responsabilidad.
-¿Todavía no te has acostado? -preguntó Daniel al escuchar que la voz ronca de Amelia. Pensaba, "¿Acaso esta mujer aún está trabajando?"
-No, pero iba a dormir. ¿Por qué no descansas a esta hora? -dijo Amelia. No entendía por qué este hombre le había llamado en este momento y se sintió molesta.
-¡Te extraño! -gritó Daniel repentinamente, mientras sostenía aquella cuenta de buda fuertemente.
Amelia se puso aturdida debido a que no había comprendido las palabras de Daniel. Cuando ella estaba en la compañía encontró que este hombre estaba maldiciendo de ella con Carlos, mientras que ahora le estaba declarándose el amor. Era absolutamente inentendible.
Al ver que Amelia no tenía ninguna reacción, el hombre se quedó insatisfecho. Creía que ella debería responderlo activamente.
-Quiero acostarme contigo -dijo Daniel de repente con enojo. No entendía porque la mujer tenía esta actitud.
Amelia finalmente recuperó la consciencia al escucharlo. Ya entendía por qué este hombre le llamó a esta hora. Lo que este hombre le había traído solo era la humillación, no era el amor.
-Señor Daniel, es muy tarde ahora. Además, no te sientes bien, así que podemos hacerlo mañana -dijo la mujer en voz baja. Si fuera al hospital ahora, probablemente no podría dormir esta noche y tampoco sería capaz de seguir avanzando el trabajo de diseño.
Cuando Daniel escuchó las palabras de Amelia, estaba muy enojado. Pensaba, "¿Esta mujer cree en esto? Qué tonta es." Con la herida que tenía, no podía tener sexo con ella, aunque lo deseaba mucho.
Preguntó -¿Por qué no descansas ahora? ¿Hablaste con Otto? -Al pensar en los dos chicos que ella tenía con aquel hombre, Daniel se puso muy enfadado. Pensaba, "Esta mujer también se ha acostado con él. Además, los dos tienen dos hijos, pero conmigo, ella solo tiene uno."
Amelia estaba furiosa al escuchar las palabras de este hombre. No sabía cómo reaccionar ante el tema relacionado con Otto.
-¿Por qué no dices nada? ¿Lo admites? -preguntó Daniel quien se había puesto enojado al pensar en que, cuando estaba en el hospital, esta mujer se estaba divirtiendo con otros hombres.
-¿Por qué las quieres tanto? -dijo Daniel.
-Esto no tiene nada que ver contigo, ¿verdad? -respondió Amelia en voz baja. En este momento, ella ya había cerrado los ojos porque tenía mucho sueño.
-¿Tenías unas otras antes? -contestó Daniel. Estaba intentando todo lo posible para controlarse.
-No -dijo la mujer mientras estaba medio dormida. No podía dejar que Daniel descubriera que esta cuenta era suya. De lo contrario, él se llevará este hijo.
Daniel mostró la decepción al escuchar su respuesta. No esperaba que esta mujer respondiera así.
Reflexionó profundamente por un momento y miró las cuentas de nuevo. Pensaba, "¿No es esto realmente suyo? ¿Por qué hay su nombre aquí? Además, conoce muy bien esto."
Después de un largo silencio, este hombre se dio cuenta de que Amelia se había dormido. Sonrió porque era la primera mujer quien era tan atrevida. Al pensar en esto, él mostró una risa aún más feliz. Recordó la apariencia encantadora que tenía Amelia. Las largas pestañas, los ojos hermosos, la piel tierna... De hecho, era una mujer muy atractiva cuando no discutía con él.
-Si estas cuentas de buda realmente te pertenecen y eres la mujer a la que estoy buscando, te trataré más cordialmente -dijo Daniel suavemente, con una sonrisa ligera.
-En realidad, me has dejado una buena impresión. Si pudieras ser un poco más obediente, no te trataría así -siguió él.
Lo que escuchó este hombre todavía era el sonido de la respiración de la mujer. Por supuesto, cuando Amelia estaba despierta, Daniel nunca diría esto.
El hombre apagó el móvil tranquilamente. Tenía sensaciones muy complejas, pero al pensar en esta mujer, se sintió muy alegre.
Levantó la cabeza, miró la luz de la luna a través de la ventana y se dio cuenta de que era tan hermosa.
Cuando Iván escuchó la voz de Daniel, quería entrar. Sin embargo, cuando abrió la puerta, descubrió que estaba hablando con alguien por teléfono. Además, este asistente no entendía por qué su jefe estaba tan distraído que no había notado lo ocurrido.
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