Adiós, Mi Amor romance Capítulo 7

"Estrellita, ¿dónde estás? Me pregunto qué serás...", se escuchaba una vocecita cristalina cerca de allí.

Un niño de unos cinco o seis años estaba sentadito en una esquina de la entrada del hospital, con su carita apoyada en sus manitas, tarareando una melodía entrecortada.

Mariana se acercó y se agachó frente a él: "Pequeño, ¿por qué estás aquí solo? ¿Dónde está tu mamá?".

El niño respondió sin timidez alguna con su voz infantil: "Mi mamá está trabajando de limpiadora dentro del hospital, estoy esperando a que termine su turno".

"¿Y por qué no esperas adentro?".

El niño hizo un puchero triste: "Ser limpiadora es muy duro y cansador, mi mamá no quiere que la vea trabajando así. Señora, ¿usted también trabaja aquí en el hospital?".

Mariana se sintió conmovida: "No, vine porque estoy enferma y necesito ver al doctor".

"¡Enfermarse cuesta mucho dinero!". La voz del niño se quebró y sus ojitos se enrojecieron: "Si yo no estuviera enfermo, mi mamá no tendría que trabajar tan duro...".

Mariana no sabía cómo consolarlo.

Sacó todo el dinero que llevaba en la cartera y se lo entregó al niño: "Pequeño, esto es para ti, dáselo a tu mamá".

Los billetes que sumaban varios miles eran demasiados para las manitas del niño: "¿De verdad, señora? ¿Todo para mí?".

Ella asintió con una sonrisa: "Sí".

"Pero mi mamá dice que no debo aceptar cosas de desconocidos".

Mariana pensó un momento y dijo: "Entonces cántame una canción, la que estabas cantando antes, "Estrellita"."

El niño asintió con fuerza.

"Estrellita, ¿dónde estás? Me pregunto qué serás. En el cielo y en el mar, un diamante de verdad...".

El niño cantó con mucho empeño, enderezó su espalda y abrazó el dinero en su pecho como si estuviera abrazando toda la esperanza del mundo.

En el camino de regreso pareció escuchar aún esa dulce voz en su oído.

Ni siquiera Miguel sabía sobre su hijo, ¿cómo se enteró Teresa?

"Claro que lo sé, mi madre fue quien lo trajo al mundo". La sonrisa de Teresa se amplió: "Pobre niño, nació con septicemia y nunca ha salido de cuidados intensivos...".

"¿Fuiste tú? ¿Mi hijo está enfermo por tu culpa...?".

Inicialmente había pensado que la septicemia de su hijo al nacer había sido un accidente médico.

¡Pero Teresa acababa de revelar que su madre había sido la partera, lo que significaba que la septicemia no había sido un accidente, sino algo intencionado!

Teresa metió la invitación en sus manos con desdén y soltó una risa despectiva: "Sra. Sánchez, si quiere salvar a su hijo, más le vale que se divorcie pronto. Ah, por cierto, el accidente de hace cinco años también fue mi obra, solo tuve que manipular un poco los frenos y con eso maté tres pájaros de un tiro".

Mariana se quedó petrificada: "¿El accidente de auto de mi padre y el padre de Miguel también fue tu obra...? ¿Por qué? ¡Eran tres vidas!".

"Los papás de Miguel te adoraban, solo querían verte convertida en la nuera de la familia Torres. Si aún estuvieran con nosotros, ¿cuándo crees que hubiera podido yo entrar en la familia Torres?". Teresa le dio una palmada en la cara y se acercó más. "Pero eso ya no importa, estás a punto de morir, tu hijo también está a punto de morir, así que contarte todo no cambiará nada. Vine hoy por puro buen corazón, para que al menos te vayas sabiendo la verdad".

"¡Ah!". Sonó un grito desgarrador.

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