ÁMAME UNA VEZ MÁS romance Capítulo 24

Nick

—Hemos recibido esta invitación —Bárbara camina a donde me encuentro y me muestra el papel, lo pone sobre la mesa exterior que hay en el jardín de nuestra casa.

Leo el contenido y puede ver que es un evento de los Russell que se realizara dentro un par de semanas.

Lo harán para presentar a los directivos de la compañía y celebrarán la expansión de sus empresas en más ciudades de país.

—Es ella —dice y se sienta frente a mí en la mesa, levanto la mirada y vuelvo a ver la tarjeta de invitación.

—Lo sabías —afirma—, sabías que ella regresó —sus palabras suenan a reproche.

—¿Por qué es tan importante para ti, saberlo? —cuestiono dejando la tarjeta sobre la mesa.

—Conoces perfectamente la historia, eres uno de los protagonistas, ella estuvo en tu vida durante más de dos años, ahora aparece de la nada y como heredera de un enorme emporio, eso cambia muchas cosas.

La observo.

—Es imposible no pensar en que ustedes dos…

Se queda en Silencio y aunque he intentado no pensar en el pasado, su regreso ha hecho que todos los recuerdos que he querido suprimir vienen a mi mente sin permiso, una y otra vez.

—Pensaba, viajar en esos días, pero creo que es buena idea ir a esa celebración —dice y me mira.

—No iras —digo poniéndome de pie.

—Pero, Nico…

Sin responder nada, me retiro para ir a la oficina.

En el Garaje, subo al auto que pertenecía a mi padre, siempre fue fan de los Rolls-Royce, aunque yo no lo soy, prefiero otro tipo de autos, menos ostentosos; sin embargo, él sentía una gran preferencia por ellos, tanto así que hay dos vehículos más de la misma marca que permanecen guardados en la cochera de la casa de mi madre, me gusta usarlos de vez en cuando para recordarlo en sus mejores momentos.

Estaciono el auto en la zona designada para mí y subo al ascensor privado para llegar a mi oficina.

—Buenos días, Señor —Kathe habla apenas entro a mi oficina.

—Buenos días —respondo mientras me deshago del saco de mi traje.

—Han llegado los nuevos equipos que se instalaran en el edificio técnico y han llegado las autorizaciones para las obras que iniciaran este mes, debe confirmar la asistencia al evento de la compañía T-World.

—Confirma mi asistencia —digo sentándome detrás de mi escritorio para comenzar con mi día, después de que Kathe se retira.

Me pongo de pie para ir por un vaso con agua al minibar de mi oficina después de pasar unas cuantas horas dedicadas a varios documentos, de pronto la puerta de mi oficina se abre y escucho los pasos de un par de personas.

Doy media vuelta extrañado y aún más cuando puedo ver a Asher y a Alaia en la entrada, la mirada de mi exesposa es fría, como lo ha sido desde el primer día en que nos vimos y es obvio que le hice daño, sin embargo, ella siguió adelante y ahora va a casarse con su mejor amigo Cedric; Alguien a quien nunca soporté.

“Como tú lo hiciste con Bárbara” me recuerda mi mente y hago a un lado ese pensamiento.

Ella habla de una casa y de personas necesitadas que viven ahí, lo que me hace ver que no ha cambiado en ese aspecto, sigue preocupándose por los demás. Después de consultar la dirección, logro ubicar el inmueble, es una de las edificaciones que será demolida en dos días según los permisos.

Es una de las varias instalaciones que pertenecen a mi familia, las cuales fueron prestadas al estado hace años y nos habíamos desentendido de ellas, hasta ahora, que decidimos expandir nuestras inversiones y negocios.

Consulto el estado de la obra y puedo ver que ya invertimos varios miles de dólares en comprar insumos, materiales, además de que pagamos para que los permisos sean entregados en tiempo récord, lo que me lleva a pensar en que perderíamos más de la mitad de lo invertido además de que los gastos que generaría suspender la obra si les damos más tiempo, creo que es innecesario, es solo una familia la que vive en esa casa y ellos mismos fueron quienes aceptaron irse apenas dimos el anuncio de desalojo.

Así que le hago saber que no puedo ayudarle, inmediatamente hablo; en su mirada puedo ver la rabia que le causan mis palabras.

Siempre tan apasionada.

“Por supuesto, no hay nada que pueda hacer un cerdo insensible como tú” esas palabras le salen del alma. Y aunque quisiera que me molesten, no lo logro, solo la fijo, mirando ese rostro que vi durante tanto tiempo, esos ojos que me miraban con amor y ahora solo reflejan odio.

¿Puedo culparla? NO.

Will llega, hace que lo mire y deje de mirar a esos ojos que están logrando que me pierda en ellos, una vez más.

Ellas se retiran dejándome con Will.

—Mierda, ¿estás bien? —mi primo me revisa—, parecía que iba a apuñalarte —dice entre divertido y preocupado.

—¿Algún día vas a tomar en serio algo en tu vida? —cuestiono yendo a mi escritorio.

—¿Por qué habría de hacerlo? ¿Para convertirme en mi abuelo? Bah paso —dice sentándose en la silla frente a mí.

Veo movimiento fuera y dentro de esta, camino un poco hacia la entrada de la casa, puedo ver varias chicas y unos cuantos niños juegan en un patio central.

Es demasiada gente para ayudar a una sola familia.

—Debe firmar por el servicio, señor —uno de los hombres que pertenecen al grupo de mudanzas me entrega un lector digital para plasmar mi firma.

—Oh, no, la directora del hogar se encuentra en esa oficina, o puedes buscar a la persona que los contrató, está en el segundo piso —una mujer interviene y le habla al hombre.

—Lo lamento —el hombre se dirige a mí y camina al segundo piso.

—¿Hogar? —digo a la mujer que acaba de hablar.

—Así es, es un hogar que ayuda a madres solteras y a sus hijos, la señora Alicia nos ha alojado durante varios años hasta ahora, que…—comenta—, los dueños han decidido desalojarnos, demostrando que son personas sin alma y sin corazón, estoy segura de que tendrán un lugar en el infierno —dice con rencor y debo admitir que me ha tomado por sorpresa la noticia de la ayuda, por lo cual no presto atención a sus deseos para mí y mi familia.

Alguien llama a la mujer y esta se despide con amabilidad de mí, si tan solo supiera que soy una de esas personas que ella considera sin corazón y que seguramente arderé en el infierno.

Camino un poco más hacia una puerta doble que sale al gran patio donde están los niños lejos del caos de la mudanza junto a tres o cuatro mujeres quienes los cuidan.

Me encuentro de pie frente al patio que no está en muy buen estado, pero al menos está en orden.

Rápidamente, le envío la orden a Kathe para que suspenda todo lo que tiene que ver con la obra y les dé un término de un mes para mudarse. Sobra decir que le advertí que era de carácter urgente.

Noto que hay una niña que grita mientras otro la persigue, creo que busca la pelota roja que la niña sostiene en sus manos, me distraigo un segundo y algo toca mi zapato, bajo la mirada para encontrar la pequeña pelota roja, me inclino para recogerla y en un segundo unos pequeños zapatos deportivos blancos se posan frente a mí, levanto la mirada sosteniendo la pelota en mi mano y cuando mis ojos han recorrido el pantalón de flores y la camisa rosa, llego a la cara de la niña.

Sus diminutas cejas se unen, apenas observa mi rostro y me quedo mirándola paralizado, ya que he encontrado algo familiar en ella, demasiado familiar, la fijo y ella estira la mano sin cambiar el gesto.

Aún confundido ante la pequeña imagen que se encuentra ante mí, miro la pelota.

—¿Es tuya? —cuestiono y ella cambia su gesto.

—No, oshua —dice y lo señala, supongo que ha dicho Joshua.

Sin más toma la pelota y se aleja balbuceando un gracias creo; sin embargo, mis ojos no la pierden de vista, la niña ríe y grita feliz hasta que dice “Mami” —saluda a alguien que se encuentra unos metros a la izquierda frente a la oficina de la encargada, es una persona que no logro distinguir porque la cubre una columna, pero sintiéndome atraído enormemente por esta situación y con mil preguntas en mi cabeza, camino un poco más para ver que una mujer de unos 30 años se acerca a la niña y le acomoda la cinta para el cabello dejando un beso en su mejilla, e inmediatamente la niña vuelve con su amigo.

Es ahí cuando espabilo y me doy cuenta de que estaba pensando demás, que la niña no se parece a ella y estoy mirando cosas donde no las hay.

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