Nick
—¿Sabías que Alaia y Cedric tienen dos hijos? —pregunta Bárbara, apenas entramos a la casa. Puedo sentir que me sigue cuando voy directamente al bar para servirme un trago y camino hasta el jardín para tener una vista a la ciudad, respiro controlando la ira que me está consumiendo. Cedric solo aumentó mis ganas de molerlo a golpes, mientras que cada día me pesa más el odio en la mirada de Alaia.
—Lo supe hace poco —respondo cuando siento que llega a mi lado.
—¿Qué edad tienen? —pregunta Barbie seria, algo muy poco común en ella, así que me veo obligado a levantar una ceja en su dirección.
—¿Por qué ese interés repentino en la edad de los niños? —cuestiono moviendo mi cabeza para liberar la tensión de mi cuello, ella se aclara la garganta antes de responder.
—Bueno, han pasado dos años desde su separación, ellos debieron estar juntos muy poco después de que tú le pediste el divorcio, es evidente Nico — afirma y entiendo lo que quiere sugerir con sus palabras —. Pero que podíamos esperar, te casaste conmigo una semana después de que le pediste el divorcio, es algo normal que ella le haya dado la oportunidad a su “amigo”— y la miro molesto antes de que siga hablando, no necesito esto ahora, ya tuve suficiente con Cedric esta noche.
—No puedes cerrar los ojos a la realidad Nico —escucho que habla y subo las escaleras para ir a mi habitación.
(***)
Entro a mi oficina después de saludar a Kathe, tomo asiento en la silla ejecutiva y veo un sobre con el membrete de T-Word sobre mi escritorio, lo tomo rápidamente y leo el contenido notando que es un cheque por el valor del arreglo de mi auto, lo arrojo a un lado recordando sus palabras y me preparo para ir a la reunión con los representantes de T-World y los del ministro, se hará en la sala de juntas.
Sé que Alaia me ha pedido que no me acerque a ella, pero tendremos que encontrarnos en varias ocasiones gracias a que estamos trabajando juntos, es algo que no podemos evitar, no podemos evitarnos, aunque eso es lo que ella desea.
Entro a la sala de Juntas y saludo a los presentes, Alaia ya está en un lugar y solo para provocarla me acerco a ella para saludarla apropiadamente.
—Señorita Russell —extiendo mi mano y ella la observa, quiero reír a notar la molestia en su mirada.
—Garnet —dice tomando mi mano y decido que el saludo va a durar unos segundos más, como era de esperarse ella suelta su mano de la mía con fuerza y una sonrisa ladeada se dibuja en mis labios, puedo ver las ganas que siente de querer lanzarme un golpe en el estómago como cuando era mi esposa y decidía molestarla.
—Ya que estamos completos, ¿podemos comenzar? —mira a los presentes quienes asienten.
Tomo asiento a la cabeza de la mesa y los enviados del ministro comienzan a hacer preguntas que Alaia, o algún miembro de su personal, responde al igual que lo hacen Will o uno de mis ingenieros.
La reunión trascurre y noto que Alaia se distrae en su teléfono un par de veces, mi atención está en ella como es de costumbre desde que apareció, pero esta vez puedo percibir que algo no está bien, lo puedo ver en sus gestos.
—Disculpen, es urgente —dice en un momento mostrando su teléfono y se pone de pie para salir de la sala, mis ojos la siguen y veo que habla un par de segundos para luego volver a su lugar.
—Debo retirarme, surgió algo inesperado, Carolina y Antonio quedan a cargo —explica a los hombres que se ven comprensivos ante la situación.
—Puedo ir contigo —sugiere Carolina.
—No, está bien, les llamaré —Alaia toma su cartera y sale de la habitación a paso seguro, veo a través de la ventana de la sala de juntas que se apresura a entrar al ascensor.
—Disculpen, debo retirarme, Will y los ingenieros quedan a cargo —digo poniéndome de pie, Will me mira y frunce el ceño, salgo de la sala para ir al ascensor privado de mi oficina, presiono el botón que me lleva al estacionamiento del mi edificio, una vez ahi camino en busca de Alaia y la encuentro abriendo su auto con prisa, se ve tensa.
Subo a mi camioneta y decido seguirla, conduce rápidamente y no tardamos en llegar a lo que parece su destino, una clinica privada.
Will me escribe para preguntarme donde estoy, le respondo rápidamente y veo que Alaia camina apresuradamente hacia la entrada, dejando caer las llaves de su auto después de haber cerrado la puerta, me acerco y las tomo, doy unos pasos rápidos para alcanzarla, ella no espera el ascensor, va a las escaleras donde sube dos, tres pisos con la mirada fija en su teléfono, llegamos al cuarto piso donde comienza a buscar en las puertas de las habitaciones, camino más lento, una de estas se abre, paula es quien la recibe, Alaia entra y su madre se queda afuera.
Noto el semblante preocupado de Paula y no se fija en mi presencia hasta siente mis pasos.
Ella levanta la mirada y sus ojos se abren de la impresión, encuentro extraño el hecho de que ella actúe de esa forma.
—Nick Garnett —dice en tono bajo.
—Paula —miro a la puerta de donde ella acaba de salir.
—¿Qué haces aquí? —cuestiona tensa.
—Note que algo no andaba bien —vuelvo a mirarla.
Se ve contrariada.
—¿Y viniste con mi hija hasta aquí? —une sus cejas.
—No, la seguí —confieso y ella se ve aún más sorprendida.
—¿Nick? —Alaia sale de la habitación—, ¿Qué haces aquí? —camina a pasos rápidos hasta donde estoy.
Ni siquiera sé la respuesta real a esa pregunta, solo sentí la enorme necesidad de ir tras ella.
—Es evidente que algo está bien —digo mirando a la habitación.
—¿Y ahora te preocupa lo que suceda conmigo? —se cruza de brazos.
“Donde estás” Will pregunta.
—Estoy saliendo de la clínica.
“Bien, porque acabo de llegar” dice y frunzo el ceño. “Te espero afuera” habla antes de cortar la llamada.
Cruzo la puerta doble de la entrada y veo el auto de Will más adelante, en el estacionamiento, camino hasta ahí y abro la puerta del copiloto para entrar.
—¿Qué haces aquí, hermano? —cuestiona y bufo al escuchar esa pregunta por tercera vez en lo que va de la mañana.
—Seguí a Alaia, su hija está aquí —digo mirando a la puerta del edificio.
—¿Qué estás haciendo, Nick? —cuestiona mi primo negando con la cabeza.
—No lo sé —respondo.
—¿Nos vamos? —pregunta girando la llave para encender el auto.
—No, no nos iremos aún —continuo con mi vista fija en la puerta.
Dos horas después, en las cuales no he dejado de ver en esa dirección y que Will ha estado entretenido en el teléfono, llega una camioneta negra de la que salen dos guardaespaldas, Patrick y una mujer mayor que se parece al primo de Alaia, ella se mueve para tomar algo del auto, veo que es un niño quien se abraza a ella, tiene puesta la capucha del hoddie azul claro sobre su cabeza.
—Es el otro hijo de Alaia, supongo —pregunta mi primo, le conté acerca de los niños, apenas lo supe.
—Sí —digo seguro, cuando ellos se pierden después de entrar a la clínica.
Algo me dice que no debo moverme de aquí.
Vemos varios niños caminar por la calle, son pequeños, tendrán la edad de los hijos de Alaia.
—Parece ser que ya no te desagradan —afirma mi primo, en el momento en que la familia completa de Alaia sale para subir a los autos, ella sostiene a la niña quien tiene su pequeña cabeza en el hombro de su madre y está acaricia el cabello de la pequeña, Cedric sostiene al niño, lo eleva en el aire y parece que el niño lo disfruta.
Todos suben a las camionetas y se marchan dejando mil preguntas en mi cabeza.
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