ÁMAME UNA VEZ MÁS romance Capítulo 36

Nick

Observo al niño en silencio sintiendo como mi sangre recorre rápidamente mi cuerpo y puedo sentir los latidos de mi corazón golpeando mi caja torácica.

El pequeño me observa y frunce el ceño, es una imagen idéntica a la que veo en el espejo cada mañana, sus ojos, su cabello, su pequeña nariz, es verme a mí mismo siendo pequeño.

—Gracias —dice la mujer y toma la gorra de mis manos, ella no me fija, solo le pone la gorra al niño mientras ambos nos miramos en silencio.

—Vamos, cariñito —toma la mano del niño y va con él, me pongo de pie y sigo con la mirada el camino que toman y muevo mis piernas para seguir sus pasos.

—Nick, ya está, van a abrir antes para nosotros —Will llega y me abraza por los hombros.

—No, ven conmigo —me muevo con rapidez.

—¿Qué? —habla y continúo caminando hacia donde van la mujer y el niño.

—¿Ahora qué sucede? ¿A dónde nos dirigimos? —dice a mi espalda.

La mujer entra a un restaurante y observo a través de la ventana, para ver el lugar al que se dirige, noto que va a una mesa al fondo, entro con precaución, busco un lugar discreto en la barra, me siento en uno de los taburetes, Will imita mis acciones, pido un trago el cual tomo en un solo movimiento sin dejar de mirar a la mujer y al niño, sus acompañantes encantadas interactúan con el pequeño.

—¿Qué hacemos aquí?, ¿me invitarás a comer? —pregunta Will.

—El niño —miro en dirección a donde están las mujeres reunidas—, es idéntico a mí. Will observa en esa dirección.

—¡Es el niño del aeropuerto! —dice sorprendido.

—Baja la voz —digo mirándolo para que continúe.

—Recuerdas que aquel día te hable de dos niños que se parecían a ti, especialmente el niño, ellos estaban con la rubia, señala a la mujer que está pendiente del pequeño.

—Lo recuerdo —digo sin dejar de mirarlos. Una pequeña corre hacia ellos, ahora recuerdo que es la niña que estaba en la casa hogar y llamó madre a la rubia.

Lo que me confunde, llegue a pensar que…

—Mami —dice el niño a alguien que no está a la vista, pero que no tarda en aparecer y mi respiración se acelera al igual que la sangre que bombea en mi pecho, el vaso que llevaba a mi boca regresa a la mesa y me paralizo.

—Es tu ex y el niño acaba de decirle mamá —dice Will atónito.

Mi corazón late errático al tener la certeza de que son míos, los hijos de Alaia son míos.

Alaia lo toma en brazos y comienza a besar su mejilla dibujando una sonrisa. Mis manos recorren mi rostro y mi cabello.

Son mis hijos y ella nunca me lo dijo, ha insistido en ocultarlos de mí, he perdido todo este tiempo con ellos, no pude ver a Alaia embarazada, no los vi nacer, no los he visto crecer.

—Son míos Will, no me quedan dudas —digo al ver la interacción de las mujeres, los niños y el primo de Alaia. Dejo el vaso sobre la barra de forma ruidosa y un loco impulso me mueve hacia la mesa.

—¡Hey, hey! ¿A dónde vas? —Susurra un grito y me toma del brazo— m****a Nick, te ves furioso, así no puedes hablar con ella, quieres que los niños te vean así —señala mi rostro— tienes que calmarte antes.

—No puedo estar en calma, Alaia y Cedric se unieron para mentirme, Will, me hicieron creer que mis hijos eran de ese imbécil.

—Vaya, pensé que no te agradaban los niños.

—Es diferente, se siente diferente al saber que son tuyos —paso las manos por mi rostro una vez más, siento una opresión en el pecho al reflexionar en todo lo que me he perdido, en que todo hubiese sido diferente, si nuestro destino no se hubiese dado ese giro, si Alaia me hubiese dicho que estaba embarazada.

Ahora recuerdo el recelo con el que cuido la pequeña caja que llevaba en sus manos el día en que le pedí el divorcio, días después sería nuestro aniversario, ella iba a decírmelo.

¡Maldita sea! Me siento como un pedazo de m****a.

Continuamos observándolos, el lugar que elegimos no está a la vista, lo que nos permite verlos sin ser notados, lo único que puedo en lo que puedo enfocarme es el rostro de los niños, escucho sus risas y algo en mi pecho se remueve.

—Tengo que hablar con ella —digo mirando como Alaia habla animadamente con las mujeres que la acompañan, me doy cuenta de que ahí también se encuentran la esposa de Sebastián y la pareja de Alex, el mundo es muy pequeño.

—Lo harás, pero no justo ahora —habla Will y la frustración me invade.

—No que decirte, Nick, no sé cómo podría sentirme si me sucede lo que a ti —No digo nada ni yo mismo, sé cuál de las emociones que estoy sintiendo es la más fuerte.

Después de contener las ganas de ir a enfrentarla y de querer ver de cerca a los niños, ellos se ponen de pie y todos salen del restaurante, los sigo con la mirada.

—Vamos —digo cuando los veo caminar hacia los autos.

Los vehículos se encienden y camino a paso rápido para subir al mío, al igual que lo hace William.

No tardo en alcanzarlos, estoy seguro de que los guardaespaldas notaran que los sigo, así que, llamo a Kathe y le pido que me envíe los datos de la dirección de Alaia, están en los papeles de la investigación que hicieron de Cedric y ella.

Me siento como el mayor de los imbéciles, los celos no me permitieron ver que los niños podían ser míos, “te salió muy bien el plan de ocultar a mis hijos, Alaia, lograste engañarme, hasta ahora”.

Noto que los autos ingresan por una entrada enrejada, la casa está cercada por grandes muros de arbustos.

—Señorita Russell —Gavin camina hacia mí cuando llego al último escalón del primer piso.

—El señor Nick Garnett se encuentra en la entrada, ha pedido hablar con usted —me detengo por un segundo y volteo a mirar a Ash quien se ve confundida.

Exhalo, no puede venir a nada bueno.

—Dile, por favor, que no voy a recibirlo —pido y me doy la vuelta para ir a ver a mi madre y a Elise.

Siento los pasos de Gavin alejarse.

—¿Qué tal su día? —mi madre pregunta en lo que entramos, está preparando la cena junto al personal, amo sus platos.

—Genial, tenemos nuevas amigas —Ash se acerca a besar la cabeza de su madre.

—Señorita —dice Gavin nuevamente y nos volvemos a verlo —. El señor Garnett ha insistido, dice que quiere hablar acerca de sus hijos, los de él con usted — aclara y me tenso apenas lo escucho.

—Lo sabe —afirma mi madre y todas me miran.

—Ha llegado el momento —exhalo y camino hacia el despacho —, permítanle pasar Gavin —digo y lo veo ir al cuarto de cámaras.

Abro la puerta del despacho, enciendo las luces, apoyo mi cadera en el escritorio y me ubico frente a la puerta, puedo percibir la tensión en mi cuerpo, respiro, sabía que llegaría este día, aunque no imagine que sería tan pronto. Escucho sus pasos acercarse a la puerta y centro mi atención en ella, es cuando Nick entra, parece que no ha tenido un buen día y se ve tenso.

—Son míos —dice cuando Sylvia cierra la puerta detrás de él —, ¿pensabas esconderlos para siempre? ¿Pensabas engañarme toda la vida haciéndolos pasar por hijos del imbécil de Cedric?

Cuestiona furioso.

—Debo protegerlos —hablo con calma.

—¿Protegerlos de su padre? —cuestiona indignado.

—Soy su madre y haré todo lo que este a mi alcance para protegerlos de cualquier persona que represente un peligro para ellos —digo firme.

—¿De qué estás hablando, Alaia? —se ve confundido, molesto.

—Entonces ¿Lo olvidaste?, olvidaste que cuándo ustedes se enteraron de mi embarazo, enviaste a tu abuelo para “pedirme” con amenazas que aborte a mis hijos —mi mirada se afila hacia él.

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