Nick
Mi mente se queda en blanco por un segundo y después comienzo a recordar lo sucedido hace dos años, cuando Killian se dio cuenta de mi matrimonio con Alaia y me ofreció el trato, y eso no fue suficiente para él, el muy maldito se enteró de alguna forma de su embarazo y quiso deshacerse de mis hijos.
—Jamás haría algo como eso —digo seguro, Alaia muestra un gesto de extrañeza, pero se recompone.
—Me es imposible creerte, tu abuelo recibió una llamada en ese momento, eras tú, mencionaste un problema que requería solución —dice y sigo confuso—, ya que parece que lo has olvidado, voy a recordártelo —Inhala y se acomoda en otra posición —, fue el día de tu boda, esa si debes recordarla, una fecha importante —me mira a los ojos y camina para servirse un vaso con agua—, Killian llegó a mi casa junto a dos hombres para “persuadirme” de abortar, dijo que mi embarazo era un problema para ustedes, y me habló de su acuerdo, un acuerdo que te permitiría recibir los millones de tu familia a cambio de divorciarte de mí.
El muy hijo de puta.
Es la razón por la cual Alaia desapareció sin dejar rastro, todo es culpa del infeliz de mi abuelo,
—No es verdad —aseguro—, nunca supe de tu embarazo, él se enteró de alguna forma y nunca me lo dijo —digo con vehemencia, si hubiese sabido todo sería distinto.
—¿Y esperas que te crea? —ríe sin ganas—¿entonces me dirás que el acuerdo que dejaba todo el dinero de tu familia en tus manos no es real? Que renunciaste a nuestro matrimonio por dinero, por poder.
Me quedo en silencio unos segundos mientras presiono mi mandíbula, es solo una parte de una historia mal contada.
—Es real, sin embargo…
—No me interesa Nick, ya no me importa y si quieres que continuemos con esta conversación de forma “cordial” no vuelvas a mencionarlo; seguí con mi vida, no quiero saber nada del pasado que me unía a ti, lo único que importa es lo que quieres o que harás, ahora que sabes de mis hijos.
Inhalo y muevo mi cuello calmando la frustración de no poder contar la historia completa.
—Nuestros hijos —aclaro y ella rueda los ojos —, quiero ser parte de sus vidas, recuperar el tiempo que perdí —digo con seriedad y mi exesposa me mira por encima del vaso, deteniendo sus movimientos.
—Ahora si te importan —dice con rabia.
—¡Maldita sea, Alaia! No sabía de tu embarazo y nunca te hubiese pedido que abortes, la historia sería distinta si me lo hubieras dicho.
Ella vuelve a reír.
—No me diste la oportunidad, ¿lo recuerdas?
Cierro los ojos recordando cada palabra que dije ese dia, ese maldito día.
—No creo en tus palabras, no creo en el interés de ser padre, ahora y de la nada, si quieres ver a mis hijos tendrás que demostrarme que realmente deseas acercarte a ellos, ganarte ese lugar en su vida.
—Son mis hijos, Alaia —digo frustrado, no tiene idea de cuán grande es mi deseo por verlos, anhelo que me toma por sopresa.
—Ya te lo dije, Nick, nada ni nadie va a obligarme a que te permita verlos ahora —Levanta el mentón. Parece una fiera defendiendo a sus cachorros, no voy a negar que me agrada que lo haga.
—Bien, ¿entonces quieres que sea de esa forma? —pregunto y entiendo despues de lo que ha dicho, que no desee dejarme el camino facil.
—Así es, ahora te pido que te retires, si no tienes nada más que decir —inhalo por la nariz, tengo mucho más que decir y te lo diré, ten la certeza de que te lo diré.
Sintiendo un sin sabor al saber que no veré a mis hijos hoy, me doy media vuelta y abro la puerta del despacho, pero me quedo inmóvil al ver que Paula y la chica rubia llevan a los niños en brazos, escuchos su voces, pero no logro entender lo que dicen.
—Nick —Alaia dice detrás de mí.
—Sus nombres —me vuelvo hacia ella, recuerdo que Cedric menciono el de la niña en la cena, pero pudo ser uno falso, como todo lo que dijeron para hacerme creer que eran de él.
—Alana y Noah —responde con los brazos cruzados, asiento, sintiendo un nudo en mi pecho y recuerdo las tantas veces que me habló de lo mucho que le gusta el nombre, Noah.
Salgo de la casa y subo a mi auto, marco el número de mi primo.
“¿Los viste?”, cuestiona mi primo, apenas responde la llamada.
—No —saco aire de mis pulmones—Alaia no me permitirá verlos, no cree en mí, Killian le pidió a mi nombre que se deshaga de ellos mientras estaba embarazada —Presiono el volante del auto con fuerza.
“¿Qué mi abuelo hizo, qué?”
—Eso no es todo —Gruño—, hablaremos después, estoy saliendo, sígueme.
“Bien”
Recorro las calles y pienso en los pocos segundos que he podido verlos, en el pasado que tiene un enorme peso en este momento y en todo lo que hizo Killian a mis espaldas, maldito viejo desgaciado.
Llego a la entrada de la casa del hombre al que llamo abuelo.
Sus hombres de seguridad me permiten entrar y salgo del auto, apenas llego frente a la puerta, espero a que Will llegue a mi lado.
—¿Qué harás? —pregunta mi primo.
—Lo que debí hacer desde hace tiempo, te pido que en esta oportunidad no me interrumpas, es el causante de que no haya podido saber del embarazo de Alaia y de mis hijos, de que ahora no este a su lado —digo y él asiente.
El mayordomo nos abre la puerta y caminamos hasta ella para entrar.
—Hijos, a que debo el honor de su visita —escuchamos que habla con ánimo desde el segundo piso y aparece pronto en el inicio de las escaleras, comienza a bajar mientras mantiene una sonrisa en sus labios, una que me enferma.
—¡Llamen una jodida ambulancia, bastardos, inútiles, están despedidos! —les grita, los veo moverse y salgo de esa casa, los vidrios de la mesa rota suenan con mis pisadas.
En la puerta le doy una última mirada a Killian, quien me observa y parece quiere asesinarme, el sentimiento es mutuo.
Will palmea mi espalda y ambos vamos a los vehículos, tomo algo para limpiar la sangre de mis manos.
Ordeno a mi teléfono llamar a un abogado, apenas las rejas de la casa de Killian se cierran, quiero hablar con uno que no tenga nada que ver con la compañía, no sé quién está asociado a mi abuelo.
“¿Nick Garnett?”
—Josh —digo, es un excelente abogado y tiene gran éxito aun cuando es muy joven.
“Cuanto tiempo me sorprendí al ver tu nombre en la pantalla”.
—Mucho tiempo, bueno, escuche que ahora eres abogado, uno de los buenos —digo y él ríe.
“No creas en todo lo que dicen” bromea. “Imagino que necesitas de mis servicios”
—Así es, no te equivocas, acabo de enterarme de que tengo dos hijos.
“En hora buena, Garnett”
Asiento.
—No sabía que existían, tienen 1 año y unos meses.
“Wow” dice.
—La madre no me permitirá verlos y quiero hacer todo lo necesario para poder hacerlo lo antes posible —explico.
“Ya veo, quisiera más información” menciona y comienzo a contarle lo sucedido. “Necesitaremos una prueba de ADN”
—No la necesitamos, son míos, sé que su madre no negara que lo son —exhalo.
“Bien, trabajaré en ello desde esta noche, te llamaré si requiero algo más, debes saber que, no podremos hacer nada hasta el lunes, es imposible iniciar el caso en fin de semana”.
—Entiendo, Gracias Josh —digo y corto la llamada.
Dos días más, despeino mi cabello y recuerdo el momento exacto en el que todo se fue a la m****a.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ÁMAME UNA VEZ MÁS