Amor obstinado romance Capítulo 15

Linda frunció el ceño y miró a su prima preocupada.

—Elisa, deberías explicar la situación. No debes comportarte siempre de una manera tan reservada.

«¿Acaso dijo que siempre me comporto de manera reservada? Es otro juego de palabras, ¿acaso no le insinúa a Gabriel que siempre me encuentro con otros hombres en secreto y que soy una esposa infiel?». Al percibir la mirada despectiva del hombre, Elisa presionó el botón correspondiente del ascensor y sonrió.

—Dado que no van a entrar, Guillermo y yo subiremos primero. —Presionó el botón para cerrar la puerta.

La sonrisa de Guillermo no se reflejaba en sus ojos. Él siguió mirando a Elisa hasta que la puerta del ascensor se cerró y notó que ella no se veía afectada.

—¿Esto significa que usted y Gabriel actuaban como una pareja enamorada todos estos años? —le preguntó con una mirada de asombro que no podía ocultar.

Elisa inclinó la cabeza.

—Señor Domínguez, es un hombre astuto, ¿es necesario que pregunte?

Él sonrió y vio que ella no llevaba nada en el pálido y delgado dedo, por lo que hizo un gesto de desaprobación y dijo:

—Sus dedos son perfectos, pero les falta algo. ¿Por qué no le envío un regalo?

Elisa lo miró desconcertada.

—¿Qué?

—No será una sorpresa si se lo digo —explicó él sonriendo.

Ella lo miró. El ascensor se detuvo enseguida en su piso, por lo tanto, salieron y se dirigieron a la sala privada. Conversaron un poco mientras el camarero les servía la comida. Guillermo habló de manera caballerosa y, a pesar de que Elisa había escuchado varios rumores sobre que era un mujeriego, le resultó difícil de creer que fueran ciertos. Después de servir la comida, el camarero cerró la puerta y la sala privada se convirtió en su espacio privado. Elisa tomó los cubiertos y, aunque se encontraban allí para discutir sobre negocios, estaba ansiosa por comer.

—Señor Domínguez, vuelvo a agradecerle su amabilidad.

Guillermo sonrió y recordó que ninguno de sus otros socios se atrevería a comer antes que él. De hecho, se ponían demasiado nerviosos como para tener apetito frente a él. No obstante, Elisa era diferente, dado que estaba ansiosa por comer, por lo que su discusión sobre negocios tendría que esperar hasta después de la cena.

—¿En verdad no va a beber esta noche? —preguntó él mientras tomaba los cubiertos.

—Gabi, no te enfades con Elisa. Todavía tienen asuntos que aclarar mientras se encuentran en esta guerra.

La expresión de Gabriel se tornó sombría.

—¿Por qué estaría en guerra con ella?

A Linda le brillaron los ojos.

—Mmm… Aunque no desees estarlo, puede que Elisa sí. Si esto continúa, en verdad podrías divorciarte incluso si no deseas hacerlo. ¿Viste lo feliz que estaban ellos dos? Todos dicen que Guillermo es un mujeriego y un experto en seducir mujeres. Gabi, debes sentir una amenaza —dijo ella con impotencia.

El hombre entrecerró los ojos y se sintió demasiado agitado para quedarse sentado, por lo que se puso de pie y se dio vuelta.

—Voy al baño.

No obstante, cuando llegó al baño, vio a Elisa saliendo de allí y su mirada se tornó feroz al instante.

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