Amor obstinado romance Capítulo 16

Elisa frunció los labios. «¿Todo esto era inevitable?». Tenía la intención de preguntarle a Gabriel cuándo deberían divorciarse, pero, por algún motivo, él quería que ella fuera en persona. La mujer no tenía la intención de quedarse más tiempo, así que se dio vuelta para regresar a su sala. Sin embargo, su visión le dio vueltas y, antes de que se diera cuenta, Gabriel la había llevado a una sala vacía y había cerrado la puerta de un golpe; él la tomó de ambas muñecas. Al ver al hombre paranoico frente a ella, Elisa frunció el ceño y fingió una sonrisa.

—¿Qué hace, señor Weller?

Fue él quien inició los trámites de divorcio, era él quien quería estar con Linda, así que se preguntaba por qué actuaba de esa manera solo porque salía a cenar con Guillermo. Elisa casi cree que él sentía algo por ella debido a sus acciones. No obstante, recordó el tiempo que pasaron juntos y no volvería a cometer el mismo error, puesto que no era ingenua para creer que podía ganarse su corazón; se había dado por vencida.

Al mirarla a los ojos, Gabriel se percató de que lo único que sentía por él era disgusto. Los ojos del hombre eran tan tajantes como el hielo y eso se reflejaba en su voz.

—Elisa Benedetti, nuestro divorcio aún no es definitivo. ¿Por qué eres tan impaciente?

Ella se rio mientras la invadía la ira.

—¿Cómo que soy impaciente? Entre nosotros dos, ¿quién es más impaciente?

Durante su matrimonio, él siempre había puesto a Linda primero. Ella solo se había puesto en contacto con Guillermo por trabajo y, además, fue después de que firmaran el divorcio. Esa era la primera vez que le parecía que Gabriel no era razonable. El hombre no apartó los ojos de ella, era como si quisiera atravesarla con la mirada; sin embargo, Elisa no tenía miedo.

—Si en verdad crees que estoy yendo demasiado lejos, ¿qué tal si cada uno de nosotros hacemos nuestra parte y escogemos un momento en el que ambos podamos ir a obtener el acta de divorcio?

—¡Elisa Benedetti! —Gabriel apretó los dientes y, al ver el desdén en su mirada, se burló—: ¿Crees que no lo haré?

—Elisa, no me importa lo que pienses de mí. Tampoco me importa con quién estás, pero, ahora, no estamos divorciados de manera oficial. ¡Todavía eres la señora Weller! Y, como tal, tienes tus obligaciones como nuera. Recuerda lo bien que te trató mi abuela y no avergüences a mi familia.

Elisa se estremeció y suspiró… Por fortuna, no había malinterpretado su reacción como si tuviera sentimientos por ella. El único motivo por el cual Gabriel estaba enfadado era porque aún no se habían divorciado de manera oficial y su comportamiento podría afectar a la familia y, en consecuencia, el valor de las acciones de la compañía podría verse afectado. Gabriel se burló de ella cuando vio que estaba a punto de ceder ante él.

—Elisa…

De repente, la mujer le esbozó una espléndida sonrisa.

—A tu abuela nunca le importó la riqueza ni la reputación. Lo único que deseaba era que viviéramos bien. ¿Qué más puedo hacer por ella, ya que ni siquiera eres su verdadero nieto? Pensaré en otras formas de compensarla. —Gabriel se puso cada vez más serio. Elisa levantó el mentón y dijo de manera desafiante—: Jamás podrás amenazarme con lo bien que me trató tu abuela.

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