Amor obstinado romance Capítulo 21

—Abuela, sabes que no me quiere y solo me odiará más si seguimos con esta farsa. Ahora mismo, lo mejor para los dos es el divorcio, así que déjanos hacerlo. Es una oportunidad para que seamos felices —dijo tras suspirar.

La voz de Elisa se escuchaba más tensa al final de su súplica y Julia palideció. «¡Elisa era una nieta política tan buena! ¿Cómo pudo mi tonto nieto dejarla ir tan fácilmente?». Parecía que ya habían decidido divorciarse y nada de lo que ella pudiera decir los haría cambiar de opinión. No podía ser tan egoísta, por mucho que la adorara y quisiera que siguiera casada con él. Gabriel nunca se preocupó por ella; ni siquiera llevó a su esposa a casa durante los tres años que estuvieron casados. No era lo que haría un hombre decente; no cumplía con sus deberes como esposo, por lo que obligarlos a permanecer juntos solo lastimaría a Elisa. Sin embargo, Julia odiaba la idea de que se separaran; se sentía bastante contrariada. En ese momento, lo único que quería era llamar a Gabriel y gritarle porque estaba furiosa.

—Elisa, espera un minuto, ¡llamaré al imbécil de mi nieto! —Julia respiró profundo.

—Abuela. —Antes de que Julia pudiera cortar, Elisa habló—: Sé que me quieres. Estoy muy agradecida de que me hayas cuidado todos estos años. Sin embargo... algunas situaciones no están destinadas a ser. La relación entre Gabriel y yo se terminó, pero eso no debería afectar a la nuestra. Siempre te he considerado mi propia abuela, así que seguiré visitándote a menudo, ¿de acuerdo?

Julia se sintió conmovida y empezó a temblarle la mano con la que sostenía el teléfono. Ya no sabía qué decir y, tras una larga pausa, finalmente dijo:

—Bueno…

Elisa sintió que se quitaba un peso de encima ya que al fin tenía la aprobación de la abuela y ya no presionaría más a Gabriel.

—Entonces... ¿podrías no llamarle para preguntarle por esto? Los dos... ya lo decidimos —dijo riéndose entre dientes.

Era una situación desafortunada para todas las partes. Elisa conocía a la abuela lo suficiente como para saber que odiaba que los Weller estuvieran más centrados en el poder y la riqueza; habían perdido la calidez que una vez tuvieron. Por eso, no le importaba que la empresa quebrara. Esa fue una de las razones por las que decidió trabajar con Guillermo.

—Si... —Julia suspiró—. Olvídenlo. Tienen que vivir sus propias vidas; no puedo tomar decisiones por ustedes. Mi querida niña, tú eres una de las buenas. Gabriel está cometiendo el peor error de su vida al dejarte ir. Sé que conocerás a alguien que te tratará mucho mejor que él porque mereces ser amada y apreciada. Escúchame, mantén la cabeza alta y no dejes que nadie te maltrate, ¿entendido?

Elisa sintió un cosquilleo en los ojos y se rio entre dientes.

—Por supuesto.

—Continúa, sé lo ocupada que estás. Voy al baño.

—Bueno, abuela.

Cortaron la llamada. Julia estaba triste y todos lo notaban. Su nieta política pronto iba a ser la nieta política de otra persona. «¡Que así sea! ¡Ella no es mi nieta política, sino mi propia nieta! ¡Son familia! ¡Gabriel Weller! ¡Ese nieto imbécil que tengo! ¡Se arrepentirá de esto en el futuro!». Ese pensamiento la hizo enojarse demasiado, así que no pudo evitar llamarlo y regañarlo.

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