Amor obstinado romance Capítulo 36

Raquel sonaba preocupada, ya que tenía la sensación de que Elisa se metería en una situación horrible. Sabía que su amiga y Gabriel solo asistían a esos banquetes en el pasado para presumir su relación, pero ese no era el caso en ese momento.

Mientras tanto, Guillermo levantó las cejas y no hizo ningún comentario. Estaba más que contento de que ella asistiera al banquete con él, dado que sería un gran golpe para Grupo Weller.

—No te preocupes —respondió Elisa mientras sonreía.

Esa era una situación a la que tendría que enfrentarse tarde o temprano. Además, dado que ya había perdido la paciencia con Gabriel, no tenía por qué soportarlo. Si ella no atacaba primero, Linda podría conspirar en su contra de nuevo, así que prefería ser cruel y recuperar la libertad cuanto antes.

Raquel suspiró.

—De acuerdo. Podría ayudar a acelerar tu divorcio.

Aquel hombre fingió estar sorprendido como si no supiera lo que sucedía.

—¿Acelerar tu divorcio? —preguntó.

—Todo esto es gracias al imbécil desvergonzado de Gabriel Weller. Ya firmaron el papel del divorcio, pero él sigue posponiendo la obtención del acta. Mi querida Elisa es una mujer excepcional. ¿De verdad cree que no podrá vivir sin él? —explicó la joven con resentimiento.

Guillermo asintió con la cabeza.

—Tienes razón. Elisa, ¿por qué no consideras estar conmigo después del divorcio?

Raquel se quedó estupefacta. Hasta ese momento, su amiga no le había contado cómo conoció a Guillermo. Por lo que ella no quería decir algo incorrecto ni tampoco sabía cómo debía comportase al interactuar con él. Por fortuna, este no obtuvo información de ella; sin embargo, la joven estaba decidida a interrogar a Elisa cuando Guillermo se marchará.

Elisa sonrió.

—Usted está rodeado de todo tipo de mujeres mientras que yo no soy más que una flor silvestre que crece junto a la carretera.

—Cada uno tiene sus gustos. A mí me gustan las flores silvestres —replicó Guillermo.

Él era conocido por ser mujeriego y era normal que coqueteara con las mujeres. Por eso, Elisa y Raquel no tomaron sus palabras en serio.

Luego de la agradable comida, Raquel insistió en lavar los platos.

—¿Por qué no te pruebas el vestido? —le sugirió Guillermo a Elisa.

La joven asintió con una expresión indescriptible.

—De acuerdo.

Luego, el hombre se fue muy alegre.

Poco después de que Guillermo se marchara, Raquel terminó de lavar los platos y, mientras se secaba las manos con las servilletas, miró a Elisa con suspicacia.

—¿Qué ocurre entre tú y el señor Domínguez? —Dado que presentía que Elisa no le diría la verdad, levantó una mano y le ordenó—: Confiesa. ¿De verdad crees que soy tan ingenua?

Elisa suspiró resignada. No se lo había contado antes porque no quería que se preocupara, pero si seguía ocultándoselo, podría pensar que no la consideraba una amiga de confianza. Así que no tuvo más remedio que contarle sus planes de forma selectiva, pero no mencionó los acuerdos de trabajo que tenía con Guillermo.

En cuanto Raquel se enteró de los planes que tenía Elisa para el banquete, su expresión cambió de inmediato.

—¡Dios mío! ¡Debiste haber perdido la cabeza! ¿En verdad planeas…? —preguntó tras levantarse de un salto.

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