Amor obstinado romance Capítulo 37

Mientras miraba a Raquel, Elisa asintió y la interrumpió:

—Lo hago porque perdí la paciencia con él. Intenté ser amable, pero él siguió cruzando el límite.

La joven abrió los ojos, sorprendida.

—¿De verdad estás preparada para esto? Una vez que des ese paso, ¡no habrá vuelta atrás! —exclamó agitada.

Elisa levantó las cejas.

—¿Antes no me pediste que diera el paso? Ahora que estoy decidida a hacerlo, ¿me pides que lo reconsidere?

—¡Está bien, espero que puedas divorciarte oficialmente de ese imbécil y alejarte de él para siempre! —afirmó Raquel con seriedad, pero, en el siguiente instante, se vio en un dilema—. Es que me preocupa que te arrepientas y sufras más que antes. Algunos dicen que es mejor acabar con el dolor, pero el proceso puede ser aún peor.

Mientras sonreía, Elisa tomó la mano de su amiga.

—Todo estará bien. Confía en mí.

La joven seguía preocupada, pero, al final, asintió.

—Sí, claro que confío en ti. ¡Uf! —Quería seguir hablando, pero le preocupaba que Elisa se arrepintiera.

Al final, decidió que nada podía ser peor que el hecho de que ella no pudiera divorciarse oficialmente de Gabriel. Raquel observó los regalos que había sobre la mesa.

—Vamos, pruébate el vestido.

—No hace falta.

Raquel ya había tomado los regalos, pero se sintió confundida al oír la respuesta de su amiga.

—¿Qué? ¿No piensas ponerte su vestido?

—Ajá. —Al ver que Raquel sacaba el vestido, Elisa pronunció con tranquilidad—: No soy muy amiga de Guillermo. No planeo seguir relacionándome con él después de que termine nuestra colaboración.

Elisa apretó los labios y se negó a decir algo más, luego, palmeó el hombro de Raquel.

—Hora de dormir.

La joven volvió a meter el vestido en la bolsa y asintió con una sonrisa.

—Muy bien, vamos a higienizarnos y a descansar. Debes estar en perfectas condiciones para impresionar a todos los invitados del banquete. Esta vez, ¡yo también iré!

Elisa se quedó estupefacta mientras que su amiga seguía emocionada.

—Será una pena si esta vez me pierdo la diversión. Así que le pediré a Siena y a Carlos que también vengan.

Elisa abrió la boca para responderle porque no tenía intención de invitar a los dos. Sin embargo, pensó que sería inapropiado ocultárselo a sus amigos íntimos, así que apretó los labios y no dijo nada. Luego, se duchó y se fue a la cama.

Los días siguientes fueron tranquilos y, al final, llegó el gran día.

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