Amor precipitado con un hombre frío romance Capítulo 8

Con Guillermo comiéndosela con los ojos, Susana no se sentía nada cómoda.

Respirando hondo, puso una sonrisa falsa en su cara y se dirigió hacia la entrada empujando la silla de ruedas de Pablo.

Cuando lo sobrepasaron, Guillermo de repente alzó los brazos para detenerlos.

-¿Qué prisa tienes? Susana, ¿eres demasiado tímida para hablar conmigo?

Cruzando los brazos, Guillermo fulminó a Pablo con una mirada de disgusto y desprecio, pero fingió una voz que sonaba amable y preocupada.

-Pablo, creo que tu pequeña esposa aquí presente, está escondiendo algo. Creo que se ha casado contigo por interés —dijo Guillermo mientras lanzaba unas cuantas miradas intencionadas a la zona de su pecho.

Dándose cuenta de sus miradas lascivas, Susana frunció el entrecejo y se apartó de él de un modo instintivo.

En vez de retirar su mirada, Guillermo sonrió y sugirió:

-Pablo, el abuelo tiene ya muchos años y probablemente no adivinará las intenciones de una muchachita como esta. Por el contrario, yo he visto muchísimo. ¿Quizás tú me puedas permitir tener una pequeña charla con tu mujercita aquí? Estoy seguro de que podré ayudar a evaluar su carácter para ti.

Agarrándose fuerte al manillar de la silla de ruedas, las manos de Susana se quedaron sin color.

Aunque ella era una huérfana del campo, su tío y su tía, Andrés y Gracia, nunca la habían maltratado. Desde la adolescencia, había madurado bien y había sido bendecida con un cuerpo voluptuoso, que a menudo le atraía atención no deseada.

Durante sus años de escuela, muchos compañeros la habían mirado con ojos lascivos. En el pasado, Helena la había protegido a menudo, pero en este momento,

estaban en el terreno de Guillermo.

Siendo ciego, Pablo no podía ver la manera en que Guillermo la miraba, así que ella no podía imaginar que ocurriría si Pablo le permitía a Guillermo llevársela a alguna parte para charlar.

Como es natural, ella no podía trasmitir sus temores a Pablo ahora porque, después de todo, Guillermo todavía no había cruzado la línea.

Mordiéndose el labio inferior, Susana solo podía rezar mucho para que Pablo no estuviera de acuerdo con los requerimientos poco razonables de Guillermo.

Con los ojos cubiertos por la seda negra, Pablo podía sentir que la mujer detrás de él estaba temblando de miedo, mientras que el hombre delante de él tenía una despreciable mirada en el rostro.

Levantando la comisura de la boca, Pablo dijo con suavidad:

-Después de todos estos años es la primera vez que has mostrado interés hacia mí. Cuando mi anterior prometida murió en un accidente de coche, todavía me acuerdo de las palabras que dijiste: »-¡Qué alivio! Es mejor morir que casarse con un hombre que trae mala suerte.

Oyendo esto, la cara de Guillermo se puso seria. Tosiendo un poco, dijo:

-Eh, solo estaba bromeando, Pablo, solo te estoy haciendo un favor. Después de todo tú solo puedes oír su voz. Por otro lado, yo puedo ver...

Una vez más, Guillermo miró lascivo la delgada cintura de Susana.

—Bien, puedo verlo todo de ella. Así que creo que será mejor si me permites tener una buena charla con ella.

Su cara palideció cuando ella notó la forma en que Guillermo miraba a Pablo -con burla y desdén en los ojos, a pesar de sonar considerado al mismo tiempo.

¿Y él tenía el valor de decir que ella albergaba malas intenciones?

-Ella es solo una campesina, así que no te preocupes por ella —dijo Pablo tranquilamente—. Ya sabes, no es fácil para mí conseguir una esposa. Incluso si viene a mí con malas intenciones, la acepto.

Sonriendo, continuó:

-Y, además, Susana también es huérfana. Considerando que ella puede acabar casándose con alguien como yo, que trae mala suerte. Es muy adecuado que compartamos nuestro destino.

-En ese caso, aún estoy más preocupado de que algo malo pueda ocurrirte. Si tuvieras que hablar con ella, podría ser desastroso, ¿verdad? —le advirtió Pablo.

Al pensar que Susana podría compartir el mismo destino que Pablo, Guillermo se quedó estupefacto. Dando un paso atrás, apartó la mirada de ella de inmediato.

En realidad, él no era supersticioso, pero dadas las circunstancias... debería ser cuidadoso, por si acaso.

Pablo solo podía encontrar divertido el aspecto de la cara

de Guillermo.

-Vamos.

Suspirando con alivio, Susana empujó de inmediato la silla de ruedas hacia la entrada.

En el momento que sobrepasaron a Guillermo, Susana se retorció de dolor al sentir un pellizco en el trasero.

Sintiendo un gran disgusto, empujó deprisa a Pablo hacia la entrada.

Tan pronto como se pararon junto el jardín, Susana aún estaba en estado de shock.

Nunca se había imaginado siendo acosada sexualmente por el primo de su marido.

«¡Sin mencionar que ha ocurrido en la puerta de la mansión del abuelo!».

¿Estás bien? —preguntó Pablo, con el ceño fruncido.

-Yo... estoy bien.

Como era evidente, no podía decírselo a Pablo porque, en ese momento, solo ellos tres estaban presentes.

Incluso si Pablo lo sabía, tan pronto como Guillermo lo negara, no tendría ninguna forma de salir del lío.

Entonces, la familia Marcos pensaría que ella estaba siendo poco razonable, o peor aún, podrían pensar incluso que Pablo estaba siendo irracional al ponerse de su parte.

—Susana.

-¡Abuelo! -Susana tenía una sonrisa serena en la cara mientras se acercaba empujando la silla de ruedas de Pablo.

Mirándola mientras se acercaba, Juan saludó:

-De verdad que me gusta esta niña.

Lanzando una mirada a Susana, Cristian dijo:

-Por supuesto, tú fuiste quien la eligió.

Sentada junto a él, Hortensia, sin embargo, se burló:

-He oído que Pablo ha echado a una vieja sirvienta de su casa esta mañana. Y ha sido por su culpa, en el pasado, Pablo solía tener un buen carácter, pero después de casarse con esta muchacha, las cosas han cambiado. Tengo un mal presentimiento con esta mujer...

Frunciendo el ceño, Juan intervino:

—Pablo es demasiado soso. Pienso que es bueno que muestre otros aspectos de sí mismo.

Con el ceño fruncido, Hortensia nunca esperó que Juan tomara partido por Susana.

-¡Hola abuelo y hola tío Cristian! -saludó Susana con entusiasmo. Mientras estaba llenando un vaso de agua para Pablo, dijo-: El jardín es enorme. He tardado un buen rato simplemente dando una vuelta.

Sonriendo radiante, Juan la miró y preguntó:

—¿Te ha molestado Pablo?

Sacudiendo la cabeza, Susana respondió:

-No, es muy amable conmigo.

Con un bufido, Hortensia se burló: -Claro. Por tu culpa, él ha echado a una sirvienta de la casa.

Debido a la personalidad extraña de Pablo, había sido Hortensia la que había llevado a la Sra. Cala a trabajar a su casa. Por desgracia, después de dos días de trabajo, la habían despedido por haber ofendido a Susana.

Confundida, Susana preguntó:

-¿Qué? ¿Quién?

-¿Crees que no debería despedir a la sirvienta que insultó a mi esposa al segundo día de nuestra boda? -dijo Pablo con frialdad.

-Susana es amable. Ella no dirá una palabra, incluso después de ser acosada. ¡Como su marido, debo poner fin a esta estupidez!

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