Amor precipitado con un hombre frío romance Capítulo 9

Hortensia estaba asombrada.

Sobre el despido de la Sra. Cala, Hortensia solo había oído que fue por Susana, pero ella no sabía la razón.

«¿Así que fue la Sra. Cala la que la insultó?».

Ella apretó los labios. «¡Si hubiera sabido la razón, no hubiera sacado el tema lo primero!».

Riendo, Cristian trató de suavizar la situación:

-Pablo, eres un hombre de verdad. Después de todo, se considera a Susana como nuera de la familia Marcos. ¡No hay manera de que permitamos a una sirvienta que la insulte!

Con un bufido, Hortensia no dijo nada puesto que sabía que había perdido.

En el momento justo, Juan mostró su amable afecto por Susana.

Justo entonces, el teléfono de Cristián sonó, echando un vistazo al número, su cara palideció.

-Necesito atender la llamada. Chicos, seguid sin mí.

Con frialdad, Pablo dijo:

—Ten cuidado tío Cristian.

Tras la marcha de Cristian, Guillermo llegó de forma grosera.

Echando una ojeada al salón, Guillermo se sentó enfrente de Susana y le puso caritas.

Notando la lasciva mirada en su cara, Juan le recordó:

-¡Es tu prima política!

-Lo sé —dijo Guillermo mientras guiñaba el ojo a Susana —. Me los encontré en la entrada hace un ratito e incluso hemos compartido una conversación en profundidad.

Al escuchar que deliberadamente había enfatizado «una conversación en profundidad» Susana frunció el entrecejo con consternación.

Cuando vio a las sirvientas ocupadas preparando la cena, Susana se levantó:

-Ayudaré en la cocina -se ofreció.

Ella no podía soportar ver a Guillermo, sentado enfrente.

Sin embargo, tras dar dos pequeños pasos, una fuerte mano cogió su muñeca:

-Hay muchas sirvientas en la mansión del abuelo, así que no necesitan tu ayuda.

-Tiene razón -coreó Hortensia con sarcasmo-. Todo el mundo sabe que eres del campo y que estás acostumbrada a trabajar todo el día. Pero hay muchas sirvientas aquí, así que solo siéntate y actúa como una auténtica señora.

Con la cara pálida, Susana no tuvo otra elección que sentarse de nuevo.

Tan pronto como se sentó, se pudo escuchar mucho jaleo fuera de la mansión.

—Viejo Sr. Marcos... —gritó el mayordomo mientras corría y echando una mirada furtiva a Guillermo que estaba comiendo frutas de una forma descuidada.

—¿Qué pasa? —preguntó Juan, y no parecía complacido.

-El Sr. Damián Aguirre viene junto con su hija la Srta. Alicia Aguirre. Están aquí para pedir una explicación -informó el mayordomo con ansiedad-. Dicen que hace unos días el joven amo Guillermo fue poco respetuoso con la Srta. Alicia...

Lanzando una mirada a Guillermo, Juan preguntó:

—¿Qué ocurrió?

Como si no le preocupara el jaleo, Guillermo continuó con las frutas.

-Solo están montando un alboroto. El otro día en el club, yo estaba un poco achispado y le di a Alicia un pellizquito en el culo. ¿A qué viene tanto follón?

Al momento, el ambiente del comedor se volvió silencioso como una tumba.

En los siguientes segundos, Juan cogió el cenicero y se lo tiró directo a Guillermo.

—¡Tú cab...! ¿Cómo que a qué viene tanto follón?

La familia Aguirre era considerada una de las más reputadas en la ciudad de Minanegra. Si la noticia se extendía, la imagen de la familia Marcos se vería perjudicada.

Con claridad, Susana podía escuchar a Guillermo gritarle a Alicia y pensó: «Sin duda, está... empeorando».

—Vosotros dos podéis iros por la puerta de atrás. ¡Haré como si no hubiera pasado hoy!

Lanzándole a Pablo una mirada fría, Juan se levantó mientras la ira lo dominaba:

—Teniendo en cuenta que tú eres joven y no estás bien físicamente, pasaré por alto esta provocación. ¡Ni una vez

más! —tronó Juan echando humo indignado.

Con las comisuras de sus labios curvadas hacia arriba, Pablo permaneció sentado en la silla de ruedas.

Obedeciendo la orden de Juan, Susana preguntó a una sirvienta por la salida y se marchó con Pablo.

Desde donde estaban, todavía podían oír la discusión intensificándose.

En un principio, Susana pensó que no sería difícil llegar a la puerta trasera.

Sin embargo, con los complicados y sinuosos caminos, además de las flores variadas, se encontró perdida por completo.

—Creo que me he perdido -dijo Susana desesperanzada. Contemplando el camino de piedra, lo había pasado por lo menos diez veces, suspiró y se sintió desamparada—. Debería pedir a una criada que nos guiara.

-No creo que nadie te ayude.

Apretando los labios, Susana preguntó: -¿Cómo? ¡Y tú eres su nieto!

-Una de las personas más conocidas de toda la ciudad de Minanegra -Pablo Marcos, conocido por traer mala suerte a los que lo rodean. Con 9 años, sus padres murieron.

Cuando tenía 13 años, debido a sus malvadas acciones, prendió fuego por accidente, matando a su hermana, junto a las dos sirvientas que lo cuidaban. Él mismo perdió la visión y se lisió una de sus piernas.

—Por miedo a su mala suerte, la familia Marcos no se atrevía a vivir cerca de él. Por tanto, fue enviado a vivir solo fuera de la Mansión Marcos. Ahora, llevaba viviendo en la Villa Marcos desde hace 13 años.

Atónita, Susana se quedó con la boca abierta, mientras le costaba trabajo creer que Pablo viviera solo en la villa desde hacía 13 años.

Con una voz que sonaba, en cierto modo, solitaria pero orgullosa a la vez, el hombre dijo: -Durante 13 años solo se me ha permitido ir a la Mansión Marcos en las fiestas para comer. Hoy, la razón por la que se nos ha permitido venir a ti y a mí ha sido porque nos casamos ayer.

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