Amor profundo escondido de él romance Capítulo 9

—Esta noche debes revisar constantemente la cama 9 —ordenaba Everleigh a uno de sus subordinados.

Acababa de terminar sus rondas con un grupo de internos y mientras caminaba por el pasillo, hojeaba los registros médicos y revisaba los trabajos de los internos.

—Dra. Trevino, la paciente de la cama 8 claramente padece de un embarazo ectópico roto. ¿Por qué le dijo a su familia que tenía apendicitis? —preguntó un pasante.

Rápidamente, Everleigh dio unos golpecitos con su dedo índice en el historial médico, señalando una columna que decía «soltera». Estaba a punto de continuar su explicación cuando vio dos figuras conocidas acercándose. No pudo evitar tensarse al reconocerlos.

Theodore ya no llevaba una bata de hospital. Al contrario, estaba vestido de manera informal, con una camisa blanca sencilla. Sus ojos oscuros y sus labios pálidos, además de su rostro que no expresaba emoción alguna, no ayudaban a ocultar el aura fría que emanaba al caminar.

A su lado, Josephine sostenía uno de sus brazos, lo que les daba una apariencia de pareja amorosa.

—Es el Sr. Godfrey y su prometida de la sala VIP. Se ven tan bien juntos —observó uno de los internos.

Escuchar un comentario como ese fue un gran dolor para Everleigh. Tiempo atrás, cuando estaba con Theodore, solo unos pocos sabían de su relación, uno de ellos era Josephine.

«Everleigh, tú y Theodore son la pareja perfecta. Estoy tan celosa de ti», le había dicho una vez Josephine, quien fuera su mejor amiga. Pero ahora era ella la pareja de Theodore y le resultó irónico y absurdo el comentario de la pasante sobre la pareja.

—Dra. Trevino. —La voz de otro de los internos hizo que Everleigh volviera a sus sentidos.

—Sí —exclamó ella mientras desviaba la mirada con indiferencia. Un instante después continuó—: Préstale atención a la paciente de la cama 8. Tiene signos prodrómicos de depresión y necesitará un terapeuta. No olvides mantener su embarazo en secreto por el momento.

—Sí, Dra. Trevino —asintió el pasante.

Entretanto, Theodore y Josephine se habían acercado a Everleigh y se detuvieron frente a ella.

—Dra. Trevino, se ve que está realmente muy ocupada. No solo salva al mundo, sino que también enseña a otros a hacerlo —comentó Theodore con un notable sarcasmo.

—Tú fuiste quien nos presentó, jugaste un papel importante en la relación, ¿cómo podrías perderte nuestra boda? —añadió él.

La voz del hombre era grave y melodiosa, y resultaba agradable a los oídos de cualquiera. Sin embargo, para Everleigh fue como un cuchillo que atravesó su corazón. Su sangre hervía luego de escuchar que fue ella quien los presentó.

De pronto, comenzó a sentir un leve mareo y sus piernas se debilitaron al punto de casi ceder. Sin embargo, fingió tranquilidad y respondió con amargura:

—Estoy muy ocupada en el hospital. Puede que no tenga tiempo.

Theodore la miró fijamente y preguntó con frialdad:

—¿No tienes tiempo? ¿O en realidad no quieres asistir?

Everleigh se quedó sin palabras. La estaba presionando y no había forma de que ella pudiera evitar esa pregunta tan directa. Por su parte, Josephine, que había estado con Theodore durante años, nunca lo vio actuar así. Rara vez se tomaban de la mano en público, pero en esta oportunidad no se contentó, al contrario, se sentía molesta.

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