La historia era demasiado sórdida como para pensar en ella, y por desgracia involucraba a su hermano mayor, Nate Vanderwood, y la que hasta hacía seis años había sido su prometida: Sienna Williamsburg.
La verdad era que Matt ni siquiera recordaba bien cómo había terminado metido en medio de aquel desastre, pero en aquel momento, mientras volaba hacia Gales, lo único que le importaba era que iba a rescatar a su hijo.
Lo único que tenía era el nombre de aquel orfanato y la determinación para encontrarlo, pero estaba definitivamente decidido.
El vuelo aterrizó en Reino Unido cerca del anochecer y Matt apenas tuvo tiempo para conseguir un auto y hacer el resto del camino hasta Cardigan, porque al parecer era demasiado arriesgado para Sienna dejar a su hijo en una capital como Cardiff.
Estaba cansado, pero Matt igual llevaba la adrenalina a tope, así que no fue extraño que soportara gran parte de la noche conduciendo solo para atravesar aquel territorio. El clima estaba frío y Matthew ni siquiera se molestó en buscar un hotel para descansar un poco, en lugar de eso se estacionó frente a aquel orfanato y rezó con todo su corazón para que dios le permitiera encontrar a su hijo.
Sin embargo en el mismo momento en que las puertas se abrieron el la mañana y pidi{o anunciarse con el director, se encontró con que este no llevaba ahí más de dos meses y que estaba hundido entre tanto papeleo.
—Usted disculpe —intentó justificarse el buen hombre—. Juro que estoy haciendo todo lo posible para que este sitio se mantenga en pie, pero la verdad es que apenas logro sacarnos de un problema cuando ya estoy enfrentando otro. Siéntese por favor, señor Vanderwood, y dígame, cómo puedo ayudarlo.
—Le agradezco, señor Griffith, esto es muy urgente para mí, estoy buscando a mi hijo y me notificaron que fue dejado en este orfanato teniendo pocos días de nacido por… por su madre o su abuela, la verdad es que no estoy seguro —le explicó.
—Comprendo, pero si dejaron una entrega cerrada del bebé…
Matt sabía que el director intentaba cubrirse la espalda con el hecho de que quizás el bebé podía haber sido dado en adopción, pero en ese momento era lo que menos le preocupaba.
—Créame que lo comprendo, Director, pero yo no sabía que mi hijo existía, y cuando lo supe su madre me dijo que había muerto —le explicó y el hombre frente a él pudo notar su ansiedad—. No fue hasta hace dos días que descubrí que estaba vivo y desde ese mismo momento he estado viajando, así que si mi hijo está aquí, si todavía no ha sido adoptado, ¿no le parece que se merezca una familia?
El señor Griffith respiró profundamente pero terminó asintiendo, después de todo, nada podía hacerlo más feliz que entregar a alguno de sus huérfanos con una buena familia que los amara, pero más importante aún era si su verdadera familia lo reclamaba.
—¿Y el niño que fue adoptado?
—Tampoco —dijo el director poniendo el expediente frente a él y en efecto Matt pudo ver que tenía ojos oscuros—. Lo siento mucho.
—No es su culpa —murmuró Matt despidiéndose, pero para el momento en que pudo un pie fuera de aquel lugar, ya tenía el corazón de nuevo destrozado.
O Paloma y Sienna le habían mentido o se habían equivocado en aquel sitio. Tenía que empezar de cero, pero eso no iba a detenerlo, el siguiente paso era contratar a un detective privado y él estaba dispuesto a darlo.
—Tranquilo, hijo, que estés donde estés, papá no va a descansar hasta encontrarte —susurró.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: BEBÉ POR ENCARGO