BEBÉ POR ENCARGO romance Capítulo 45

Nate pasó saliva cuando vio a Blair asentir suavemente, pero era obvio que los dos entendían que momentos como aquel no se podían retrasar.

—Lo siento mucho —murmuró él con una mezcla de nerviosismo y vergüenza—. No debí gritarte así, no debí eso de esa manera... ¡Maldición! A estas alturas ya no sé ni lo que debo decir.

—Yo también lo siento —respondió Blair arrugando el edredón en su regazo—. No se supone que deba cuestionarte estas cosas, pero... No puedes decir cosas como las que dijiste, Nate, y esperar que no afecten a la gente a tu alrededor.

—Lo sé, pero es que... —Nate se sentó en el borde de la cama junto a ella y miró a algún punto vacío en un rincón de la habitación—. No sé cómo lidiar con nada de esto, me ha estado matando por años, y supongo que después de todo, el pasado no puede enterrarse, ¿verdad?

—No, no podemos enterrarlo... Pero podemos intentar vivir con él de una forma que no nos haga daño —dijo ella haciendo acopio de entereza—. He tenido que... he tenido que hacer un esfuerzo por digerir todo esto, pero Nate, hasta que tú mismo no lo hagas, nada va a cambiar para ti. Y no quiero que los niños estén en medio de este drama.

—¡Yo tampoco, créeme, yo tampoco!

—Entonces prométeme algo —le pidió Blair y solo en ese momento Nate se giró para mirarla a los ojos—. Prométeme que nunca le darás a nuestros hijos una madre como esa, sin importar que yo no esté. Solo asegúrate de que si vas a tener a otra persona en tu vida, no sea una mujer como Sienna. Porque si fue capaz de hacerles eso a Matt y a ti, ni siquiera puedo imaginarme lo horrible que sería con niños que no son suyos y a los que considera sustitutos.

Nate se restregó la cara con las manos con un gesto de impotencia, y asintió porque incluso estaba de más que le dijera eso.

—He pasado los últimos años de mi vida solo, Blair, así que créeme, este no es el momento que voy a elegir para perdonar a una mujer así —sentenció y el silencio incómodo que se levantó entre los dos fue la señal de que ya todo estaba dicho.

Nate no sabía por qué, pero aquella distancia tan grande que había entre ellos le estaba doliendo más de lo que había imaginado, y por desgracia tenía el oscuro presentimiento de que aquel abismo solo se haría más y más grande cada vez.

Y no estaba equivocado.

Mientras él volvía a su rutina de ir al trabajo, Ranger cuidaba a Blair, y se relevaban antes o después de cena como agentes en servicio, pero en el fondo de aquella calma se estaba gestando una tormenta mucho mayor.

—¿Te vas a quedar aquí? —preguntó de repente Blair uno de esos días, viendo que ya era de noche y Ranger aún estaba deambulando por la casa.

—Nate tiene una cena de negocios hoy, se va directo desde la oficina, así que yo me quedo a esperar a que regrese, ¿está bien? —respondió él escrutando su expresión de cansancio.

—Sí, claro que está bien, solo tengo hambre, ¿pedimos algo?

Ranger se encargó de pedir la comida china de los antojos, pero apenas el chico del reparto intentó pasar, cuando el ex militar se dio cuenta de que habían al menos tres o cuatro periodistas afuera.

—¿Qué demonios está pasando? —murmuró para sí mismo, pero no tan bajo que Blair no pudiera oírlo.

Llegó junto a él y se asomó a la ventana, y nadie tuvo que decirle que algo tenía que haber sucedido para que los periodistas comenzaran a aglomerarse en su puerta.

Cada uno se lanzó hacia su teléfono, y Ranger fue el primero en encontrar la noticia.

Sin embargo, por más que trató de evitarlo, por más que intentó quitarle el teléfono a Blair, para cuando la alcanzó ella ya había visto todo lo que había salido. Había decenas de artículos sobre exactamente la misma foto, una de Nate Vanderwood en medio de un restaurante mientras se besaba con una mujer que todos reconocían de su pasado.

"¿COMENZARÁ DE NUEVO LA HISTORIA DE ROMANCE QUE SIENNA WILLIAMSBURG Y NATE VANDERWOOD INTERRUMPIERON HACE AÑOS?", era el titular que dominaba Internet en aquel momento, y Blair no pudo evitar sentir un punzante aguijón en su pecho.

Ni ella ni Ranger tenían idea de quién había filtrado aquella fotografía, pero era claro que era de esa misma noche, aunque de los dos, el único que estaba seguro de que aquella era una trampa era Ranger.

Nate se llevó las manos a la cabeza, dando vueltas por la habitación, desesperado.

—Sí, lo sé, lo sé. Voy para allá ahora mismo.

—No, no puedes venir, o arrastrarás a toda esa gente aquí —le advirtió Ranger—. Con todos los ojos que tienen encima, no vas a poder evitar que te sigan. Solo llama a la policía para que despejen el frente de tu calle, y mañana temprano estaremos ahí, ¿de acuerdo?

No, Nate no estaba de acuerdo. Pero ya sabía que en aquel momento no podía hacer nada más porque Ranger tenía razón: no podía guiar a toda aquella turba de chismosos hacia Blair y Nathalie y complicar las cosas.

Así que le tocó quedarse despierto toda la noche, deambulando con rabia por toda la casa, mientras rezaba para que Blair no se pusiera mal por aquello.

Al día siguiente, por fin, cuando la policía espantó a todos y Nate los vio estacionarse, fue como si algo le golpeara duramente el corazón. La muchacha se veía pálida y cansada, y Nathalie protestaba en los brazos de Ranger porque tampoco había dormido bien.

—No fue así. ¡Esa basura que salió no fue así, te lo juro! —fueron sus primeras palabras, mientras alcanzaba las manos de Blair y las apretaba con un gesto desesperado—. ¡Te juro que yo no fui a ningún lado a besar a Siena! Esa maldit@ loca me agarró por sorpresa...! ¡Yo no...!

—¡¿Tú no qué, Nate!? —se escuchó una voz ronca y enojada detrás de ellos, y todos se giraron para ver cómo Matthew Vanderwood soltaba su bolsa de viaje en el suelo del recibidor y se acercaba, dándose cuenta de que aquella verdad entre ellos ya era de dominio de otros. De lo que no tenía idea era de que esa verdad iba mucho más allá de lo que imaginaba—. ¿Qué diablos fue eso que salió en las noticias, Nate? ¿Sienna volvió? ¿Te enredaste con ella de nuevo…?

Blair se soltó de las manos de Nate con un movimiento que no necesitaba ser brusco para ser distante, y se alejó de allí para dejarlos solos, porque sabía que no podía estar en medio de aquella bomba cuando estallara.

—Matt... —El corazón de Nate se caía pedazo a pedazo, mientras comprendía que el peor momento de su vida por fin había llegado—. Hay algo que tengo que decirte.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: BEBÉ POR ENCARGO