BEBÉ POR ENCARGO romance Capítulo 82

Sienna estaba que echaba fuego por los ojos, pero las dos personas frente a ella solo la miraban con desprecio y con odio.

—¿Ustedes quiénes se creen, eh? —bramó con aquella impotencia que siempre había tenido atorada.

Aunque nadie lo supiera, ella podía haber nacido con un estatus muy diferente. Ella podía haber sido una Vanderwood, pero en lugar de eso había tenido que conformarse con lo siguiente mejorcito que su madre había encontrado. Y al final resultaba que su padre las había dejado con más deudas que dinero.

—¿Se creen que son superiores a mí? ¿Eh? Tú, porque naciste en una cuna de oro —le escupió a Nate—. Y tú, ¿porque te follas al que nació en una cuna de oro? ¡Porque a mí no se me olvida que tú eres una arrastrada...!

— ¡Ya basta, Sienna, basta! —exclamó Nate con rabia—. ¡Ni siquiera te permito dirigirte así a mi esposa!

—Déjala —lo interrumpió Blair, alcanzando su mano y entrelazando los dedos con los suyos—. ¿No te das cuenta de que no conoce otra forma? Sí, quizás yo fuera una persona pobre cuando conocí a Nate, pero lo único que había pobre en mí era mi bolsillo, no mis sentimientos, no mi carácter, y menos mi integridad. —Nate sonrió por lo bajo porque no esperaba menos de Blair—. Así que te doy un consejo, usa la juventud que te queda, usa la belleza que te queda y persigue a algún ricachón descerebrado que no se dé cuenta de que eres una víbora y cásate con él, porque ya está visto que no llegas a la Liga de los chicos Vanderwood.

La vieron apretar los puños y retroceder.

—Ninguno de nosotros va a volver a enredarse contigo, Sienna —le aseguró Nate con determinación—. Ninguno de nosotros va a volver a caer en tus juegos ni en tus intrigas, así que aléjate de mi familia, porque te garantizo que no vamos a permitir que nos lastimes nunca más.

—¡Yo tengo derecho a mi hijo! —rugió Sienna fuera de sí.

—No, ese derecho lo perdiste cuando firmaste los papeles para dejarlo en el orfanato. Así que mi sobrino y todo lo que viene con él, incluyendo su padre y su herencia, no son para ti.

La mujer retrocedió mientras aquella expresión de odio se dibujaba en su rostro. Había perdido de tantas maneras que ya era incapaz de contarlas, y como toda mente desequilibrada, solo podía culpar a los demás en lugar de hacerse responsable por sus propios actos.

—¡Esto no se va a quedar así! —escupió con fiereza—. Me importa muy poco si tu zorra sigue viva, pero puedes estar seguro de que, de una forma u otra, voy a hacerme con la fortuna de los Vanderwood.

—Ya ni siquiera te molestas en disimularlo, ¿verdad? —siseó Blair con asco—. Ni siquiera te importó el bebé, ni siquiera te importó cuánto sufrió Nate. Lo único que te importa es el cochino dinero.

Y en eso era imposible que Nate no notara el abismo tan grande que había entre las dos mujeres entre las que estaba.

—¿Y para qué lo voy a disimular? ¿Quieres oír la verdad? —escupió Sienna—. La verdad es que ya me harté de ser la chica trofeo entre los muchachos Vanderwood, me cansé de rebajarme a que me usen cuando quieran solo para recuperar lo que me merezco, así que a partir de ahora voy a conseguir lo que quiero de una manera muy diferente.

Y dejando aquella amenaza en el aire, se dio la vuelta y se dirigió a su auto. El cuerpo de Nate se mantuvo tenso hasta verla desaparecer por la carretera y luego se arrodilló frente a Blair, alcanzando sus manos con un gesto tranquilizador.

—No te preocupes, no voy a dejar que llegue a nosotros. No otra vez, te lo prometo —le dijo apresurado, pero la expresión de su esposa era absolutamente tranquila.

—No estoy preocupada, porque ahora la máscara se le cayó del todo y sé que ustedes jamás volverán a permitir que esa mujer se acerque a nosotros —le dijo Blair—. Así que vamos a dejar de pensar en ella y solo vamos a casa, quiero estar con nuestros niños.

Nate la levantó suavemente para acomodarla en la camioneta, pero ninguno de los dos era consciente de que, por más que trataran de alejar a Sienna Williamsburg de ellos, aquella maldit@ mujer simplemente no iba a darse por vencida.

Apenas se alejó del hospital, sacó su teléfono e hizo una llamada llena de rabia.

“¿Qué bien que te acuerdas de mí? ¿Cuánto me alegra oír tu voz?” escuchó el sarcasmo evidente de su madre y Sienna apretó los dientes.

—¿Preferirías que no me ocupara de ti en absoluto? —la amenazó.

“Bueno, teniendo en cuenta que últimamente solo te ocupas de mí para darme problemas o ponerme en ridículo delante de la gente, casi estoy pensando que sería mejor que ni te acordaras de que existo”, rezongó Paloma.

—Lo tendré en cuenta, pero solo después de que me ayudes porque hay algo que necesito de ti.

“Tú dirás”.

—Te prometo que voy a darte mucho en qué pensar... —aseguró Nate conteniéndose, y Blair hizo un puchero porque ya sabía lo que sucedería después.

—Pero no ahora —terminó por él en tono de protesta.

—Pero no ahora —confirmó Nate con una sonrisa coqueta, y dedicó el resto de aquel baño a acariciarla, besarla y causarle la mayor frustración sexual en la historia de las mujeres, porque de verdad quería que hacerle el amor fuera algo realmente inolvidable, y para eso, Blair tenía que estar un poquito más fuerte.

—Un día de estos te voy a ahogar mientras duermes —lo amenazó ella mientras Nate la abrazaba esa noche.

—Estoy de acuerdo, pero cuando lo hagas, te quitas la ropa y te subes encima de mí —replicó él, y Blair lo mandó a dormir regañado en un segundo.

Por desgracia, aunque la noche fue maravillosa, el día siguiente los recibiría con una muy desagradable sorpresa: cuando bajaron las escaleras, Matt estaba apoyado en la encimera con la vista fija en aquella taza de café, y por su expresión su hermano enseguida supo que algo iba terriblemente mal.

—Suéltalo, ni siquiera lo disfraces —murmuró Nate.

—Sienna nos está demandando —les dijo Matt—. Quiere la custodia total de Sian, cree que toda la herencia de los Vanderwood viene con él.

—Bueno, esto no es nada que no esperaras ya, ¿no es cierto?

—Sí, así es, ya lo estaba esperando, pero lo que me preocupa no es la demanda —bufó Matt—. Lo que me preocupa es que tiene al mejor abogado familiar de Houston y ese no es barato.

—Nosotros tampoco somos pobres —sonrió Nate, pero Matt le hizo un gesto como si necesitara concentrarse.

—¡No, no me estás entendiendo! No se trata de quién puede contratar al mejor abogado, sé que yo puedo, ¡se trata de dónde carajo está sacando Sienna tanto dinero como para contratar a un abogado así!

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: BEBÉ POR ENCARGO