CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN romance Capítulo 12

Alexis Nickolai Kontos

Veía al pequeño niño corriendo hacia mí, era una réplica mía, todo él, desde la forma de su cara, la forma de su nariz, sus labios, su color de ojos y cabello, eran exactamente como los míos, tenía una sensación de estar viéndome de pequeño.

Me arrodillé en el suelo para recibirlo, abrí mis brazos de par en par porque moría por abrazarlo, pero no se detuvo a mi lado, sino que siguió corriendo dirigiéndose detrás mí, abrazó a un hombre tomándolo por el cuello y besándolo en sus mejillas.

—Papá, te amo —le dijo con un tono lleno de ternura.

Esa escena me golpeó como un torbellino de emociones. ¡Observé al niño que me recordaba tanto a mí! Mi Corazón latió con fuerza mientras intentaba comprender la escena frente a mí.

—No, yo soy tu papá —le dije girándome hacia él y el niño negó con la cabeza.

—¡No! ¡Tú no me quisiste!

Al escuchar esas palabras me desperté sobresaltado, con una leve capa de sudor cubriendo mi frente, y mi corazón encogido en mi pecho producto de la tristeza.

Me levanté y me pasé la mano por la cabeza con angustia. Otra vez había tenido el mismo sueño y así había sido durante todas las noches de los últimos meses, me despertaba con esa imagen. ¿Sería posible que este niño fuera mi hijo? ¿Acaso se trataba de un sueño premonitorio? Me preguntaba con una sensación de pérdida.

Luego de levantarme y arreglarme, me dirigí a la oficina, apenas llegué me dispuse a resolver problemas que se seguían presentando, pasé mi primer enojo del día.

—Si te queda grande resolver esos problemas, entonces con espero tu renuncia en mi escritorio ¡Ahora! —espeté furioso mientras cortaba la llamada que había tenido con el director de operaciones de la aerolínea.

Estaba harto de la ineficiencia de la gente, no sé por qué no podían hacer bien su trabajo. Esos meses habían sido demasiado difíciles, tenía la sensación de que se había desatado sobre mí y la empresa una especie de maldición.

No solo fue el escándalo que protagonizó la aeromoza, sino que desde ese momento, empezaron a salir las cosas mal, fallas en los aviones, hasta un accidente aéreo se produjo que gracias a la pericia del piloto no llegó a mayores, pero eso provocó cancelaciones masivas de reservas, al punto que se empezaron a vislumbrar pérdidas económicas.

Me recosté de la silla y otra vez la imagen de esa chica Tarah, vino a mi mente, numerosas veces me había encontrado pensando en ella, y un atisbo de remordimiento surgió dentro de mí, ¿Hasta qué punto me había excedido con ella siendo el inclemente empresario que era con todos?

Pasé mi mano por la cabeza, cuando unos golpes en la puerta me sacaron de mi ensoñación.

—¡Adelante! —exclamé y entró mi mejor amigo, Gregory.

—¿Qué te pasa? Pareces un zombi ¿Desde cuándo no duermes? ¿Cómo van las cosas? —interrogó.

—De mal en peor… y me frustra, ¡¿Sabes todo el trabajo que le he dedicado a esto?! Y jamás imaginé que me iba a encontrar en una situación tan difícil. Me encargué de esta empresa y la levanté cuando mi padre la dejó casi en quiebra, siendo muy joven y con poca experiencia, pero esa vez no lo encontré tan difícil como ahora.

—Vas a poder salir de esto Alexis Nickolai, siempre lo haces —dijo mi amigo y en ese momento entró su asistente.

—Señor, no se le olvide la cita que tiene con el doctor LaCosta, en media hora —informó y él asintió.

—¿Y eso? ¿Te sientes mal? —interrogó con preocupación y yo negué con la cabeza.

—No —comencé a decir y respiré profundo—, es una consulta que tengo con el urólogo, la había aplazado durante mucho tiempo.

—Por fin te diste por vencido y vas a comprobar si sigues estéril o si, por el contrario esa chica tuvo razón y en verdad el hijo que esperaba era tuyo ¿Te imaginas si resulta cierto y despreciaste a tu propio hijo? —me dijo mi amigo.

—Fui visceral, debí aceptar hacerle la prueba de ADN cuando ella lo sugirió y de esa manera no estaría cuestionándome continuamente que actué mal y de manera insensible. ¿Me acompañas? —interrogué y él asintió.

—Por supuesto, no me perdería por nada del mundo tu cara cuando escuches lo que el médico tenga que decirte, de hecho me gustaría incluso entrar contigo y grabar tu reacción —declaró y yo gruñí molesto.

—¡No seas payaso, Gregory! ¡Vamos! —respondí malhumorado.

Salimos de mi oficina al elevador, subimos al auto y conduje hasta el centro médico, apenas llegamos, la enfermera me hizo pasar.

—Señor Kontos, el doctor lo está esperando en su consultorio.

Asentí y mientras mi amigo se sentaba en la antesala, yo entré. El médico me estaba esperando sentado en su escritorio.

—Nickolai —me saludó el médico, era uno de los pocos que me llamaban por mi segundo nombre—, se supone que debiste venir a la consulta el mes pasado.

—Sí, pero he tenido muchos contratiempos… tomaste las previsiones para poder hacerte el análisis —asentí—, entonces, toma —me dijo dándome un frasco de muestra y pasándome a una sala privada del laboratorio donde debía llenarlo con mi semen.

Me sentí incómodo mientras cumplía con el procedimiento, consciente de que esta prueba tenía mucho más peso en mi vida de lo que habría imaginado.

Después de entregar la muestra, regresé al consultorio del doctor LaCosta.

—Nickolai, puedes pasar mañana a recoger los resultados —me sugirió y yo negué con la cabeza.

—¿Cuánto tiempo es lo más rápido que puedo obtenerlos? —pregunté y el médico me vio con interés.

—Hace un mes no parecías tan ansioso.

—Lo sé, pero me fue imposible porque debía resolver asuntos en la oficina y aunque aún quedan algunas cosas, no podía seguir retrasando este análisis —respondí con sinceridad.

—Entonces, espérame dos horas mínimas, y tendrás tus resultados.

—¡No estoy para bromas! Aunque tienes razón en que ya era tiempo de hacerlo.

Después de esa conversación, me senté en silencio, esperando los resultados de la prueba y sin poder evitar pensar en todas las posibilidades. La ansiedad crecía dentro de mí a medida que las horas pasaban.

Esperar más de dos horas se sentía como una eternidad en ese momento.

Finalmente, luego del tiempo previsto apareció el doctor LaCosta con un sobre en la mano y me invitó a entrar en el consultorio. A medida que se acercaba mi corazón se aceleró.

—Alexis, aquí tienes los resultados de la prueba —me dijo extendiendo el sobre hacia mí.

A pesar de haber sido un hombre duro que no le temía a nadie, por primera vez estaba nervioso, con miedo de haberme equivocado. Tomé el sobre con manos temblorosas y lo abrí con cuidado.

Mis ojos recorrieron las palabras escritas en el informe mientras la tensión aumentó en mí.

Después de leer el resultado, miré al doctor con una mezcla de desesperación y tristeza y me dejé caer en el sofá.

—¿Está seguro de que estos resultados son correctos? —pregunté sin poder contener la angustia.

El doctor asintió con una expresión de preocupación, al parecer se dio cuenta del caudal de emociones que estaba sintiendo.

—Sí, Alexis, la prueba confirma que eres fértil.

—Pero ¿Cómo? Usted me dijo hace seis meses que era infértil como consecuencia de la papera ¡¿Y ahora me dice que no? ¿Sabe lo que eso significa?! —espeté molesto—, ¡Puedo demandarlo por su error!

—¡No hubo error! Si hubiese leído el informe que le entregué, habría leído que su esterilidad es temporal, allí lo decía.

El médico buscó el resultado anterior que estaba en su informe médico y me lo puso en el escritorio.

—¡Léalo! —exclamó tan molesto como yo y en ese punto me di cuenta de que el error fue mío.

Abrí el resultado y él tenía razón, la conclusión al final de la hoja es que era una infertilidad temporal.

Asentí, aceptando la realidad de mi equivocación. Salí de allí peor a cómo entré y con una sola idea fija en la cabeza ¡Tenía que encontrar a Tarah O'Kelly! Solo rogaba al cielo que no hubiese abortado a mi hijo.

—¿Qué pasó? —preguntó Gregory.

—Ella dijo la verdad… el bebé en su vientre era mío —respondí, sintiendo que estaba comenzando a vivir un infierno.

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