CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN romance Capítulo 14

Alexis Kontos

Cuando lo vi una extraña sensación me recorrió, el niño me miró con una expresión de curiosidad, mientras yo sentí mi cuerpo temblar.

—Hola, bebé ¿Cómo te llamas? —pregunté con voz quebrada por completo, conmovido, me parecía increíble que ese pequeño fuese real y no producto de mis sueños.

—Bebé —dijo el niño.

Su presencia en ese lugar, solo podía significar que Tarah debía estar por allí.

—¿Dónde está tu mamá? —le pregunté y el niño hizo un gesto levantando la mano con la palma hacia arriba.

—No che… mamá tabajando —respondió el pequeño con voz infantil.

Antes de que pudiera seguir conversando con él, se escuchó la voz de una mujer.

—Liam Paul, ¿Dónde estás? ¿Por qué huiste? —y enseguida apareció una mujer joven reprendiéndolo—, disculpe si este pequeño bribón lo está molestando.

Cuando el niño la vio comenzó a reír y a querer bajarse de mis brazos, pero me negaba a dejarlo ir. La chica lo agarró de mis brazos, y después dirigió su mirada a mí, palideció al ver mi rostro y dirigió la mirada al pequeño.

—¡Oh por Dios! —exclamó—, disculpe.

Luego de esas palabras salió corriendo, sin darme tiempo a preguntarle nada, y aunque caminé detrás de ella antes de poder darle alcance, me interceptó una secretaria.

—Señor Kontos, acompáñeme a esperar a la presidenta de la empresa —dijo la mujer y aunque yo quería ir detrás de la mujer y el niño, la expresión decidida, sé la secretaria, me hizo seguirla.

Me hicieron pasar a una sala, donde una de las paredes era de cristal, fruncí el ceño porque tenía la sensación de que me estaban observando tras ese cristal.

Me quedé mirándolo fijamente y mis sospechas cada vez tomaban más fuerza, sin embargo, nadie salió.

Miraba el reloj porque había llegado la hora de la reunión, sin embargo, los segundos se convirtieron en minutos, ni la presidenta y ningún otro ejecutivo de CanaAeroTech aparecían.

La situación me estaba poniendo de mal humor, porque durante todo el tiempo que había estado en el mundo de los negocios jamás hice esperar a nadie, y era la primera vez que me hacían esperar, esa situación me desagradaba y me demostraba el poco respeto que tenía la presidenta por esa reunión.

Sin embargo, decidí seguir esperando porque yo era el más necesitado, esa gente era la única que podían ayudarme para salvar la empresa, así que no tenía ninguna otra alternativa. Decidí recostarme de la silla, mientras tamborileaba mis dedos en la mesa por completo nervioso.

Estaba intentando mantener la concentración en los asuntos empresariales, pero mi mente divagaba constantemente hacia el niño y la mujer que se lo llevó, múltiples preguntas llegaban a mi mente ¿Estaba trabajando allí? ¿Cómo llegó a esa empresa? ¿Por qué no la había encontrado? ¿Se estaba escondiendo? Y cada vez que una pregunta surgía sentía la angustia palpitar dentro de él, además, no podía despojarme de esa sensación de que me observaban detrás del cristal y eso comenzó a inquietarme.

Tarah O'Kelly

Yo observaba a través del cristal al hombre con él que había pasado una noche, esperaba que se hastiara y se fuera, pero tal parecía que su necesidad de conseguir un contrato con la empresa era mayor, no podía dejar de sonreírme, sintiéndome satisfecha, mi amiga me vio y me miró con interés.

—¿Por qué tengo la sensación de que estás planeando algo muy cruel? —me preguntó Sara, mirándome con los ojos entrecerrados.

—Será porque me conoces… deseo ver el mundo arder, veremos cuál amor es más grande para Alexis Kontos, si el amor a su prometida o a Kontos Airline —señalé observando al hombre nervioso en la sala.

—¿No vas a reunirte con él? —interrogó curiosa.

—Sí, pero cuando yo lo diga… soy una mujer muy ocupada, lamentablemente por eso debo postergar la reunión.

En ese momento le di instrucciones a mi secretaria sobre lo que haría, pero que esperara un poco más de tiempo para notificarle.

Llegado el momento la mujer entró a la sala a conversar con él mientras yo los veía y escuchaba hablar.

—Señor Kontos, lamento decirle que la señora Tremblay, no puede atenderlo hasta las dos de la tarde, le envía disculpas, si no puede hacerlo, ella no tendrá otra oportunidad de reunirse con usted por lo menos en un año. Si desea aguardar, un par de horas puede hacerlo en el salón de espera o aquí, si no quiere hacerlo puede esperar un año para volverse a reunirse —informó mi secretaria con una expresión imperturbable.

Las palabras de mi secretaria no fueron bien recibidas por Alexis, quien frunció el ceño con frustración y desagrado. Parecía estar en un dilema, pero finalmente asintió con disgusto.

—Está bien, esperaré. Pero asegúrese de que la señora Tremblay se entere de que no me hace ningún favor retrasándome de esta manera, porque por esta causa tengo que cancelar compromisos importantes —dijo con un tono severo.

La secretaria asintió con una sonrisa que parecía poco sincera.

—Por supuesto, señor Kontos. Le informaré de inmediato.

—Te he estado buscando durante mucho tiempo y no pude encontrarte, es como si la tierra te hubiese tragado ¿Dónde está mi hijo? —interrogó con un tono de ansiedad.

—¿Tu hijo? Hasta donde recuerdo, tú y yo no tenemos ningún hijo en común, porque me dijiste que no podía ser tuyo porque eras estéril ¿Y qué crees? Tenías razón, mi hijo encontró a su verdadero padre —articulé levantándome de mi asiento.

Aunque no lo estaba viendo, sentía la mirada de Alexis recorrerme de pies a cabezas, sin embargo, sus palabras me sorprendieron.

—¡Me equivoqué Tarah! Por favor, permíteme ver a mi hijo… ya lo conozco, lo vi con la niñera y es idéntico a mí… quiero reconocerlo como mi propio hijo, ser parte de su vida… tengo un dinero que está destinado a él para que no le falte nada y… —no lo dejé continuar.

—Creo que no has entendido, tu reconocimiento, tu dinero, llega demasiado tarde, porque no tengo hijo tuyo.

—¡No lo niegues porque lo vi! —exclamó con vehemencia.

—No, el niño que viste es Liam Paul Tremblay, mi hijo y el de Paul Tremblay, dueño de todo este imperio económico —dije señalando el lugar— y tus minucias puedes quedártelos para ti, porque a él no le hace falta. Ahora tienes cinco minutos para que me digas cuál es el motivo de tu presencia aquí, porque no tengo tiempo que perder y no estoy para distracciones innecesarias.

Alexis me miró sorprendido y confundido, su rostro revelaba una mezcla de emociones, incluyendo la incredulidad y el asombro.

Al final, suspiró y se sentó en la silla frente a mí. Tomó aire y comenzó a hablar.

—Tarah, sé que nuestra relación terminó mal y que me comporté de la peor manera, no estoy orgulloso… —lo interrumpí.

—¿Viniste a hablar de eso? Porque si es así, mi oficina no es el sitio para ventilar asuntos personales, si quieres hablar de eso, seré en otra oportunidad, porque ahora es mi hora de trabajo, así que puedes marcharte —ordené con firmeza, caminando hacia la puerta y abriéndola, haciendo seña para que saliera de mi despacho.

Vi las diversas emociones cruzar por su rostro, y finalmente ceder.

—Vine a hablar de la empresa —se pasó la mano por la cabeza—, necesito adquirir una nueva flota de aviones para la aerolínea, pero quisiera un financiamiento, porque no tengo la disponibilidad económica para desembolsar el pago completo —concluyó y yo sonreí porque se le notaba que ese momento estaba siendo incómodo.

—¿Por qué debería dártela? ¿Qué me ofreces a cambio? —hice una pausa y continué— ¿Qué gano yo en esta negociación? —pregunté mirándolo con altivez.

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