CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN romance Capítulo 45

Tarah Kontos.

Decir que ese era el momento más sublime, era decir poco, cada caricia, y beso que recibía de su parte, me elevaba a un nivel de excitación jamás conocido, sentía que nuestros corazones latían al unísono, y el lazo que compartíamos se fortalecía con cada movimiento.

No pensé que terminaría sintiendo algo especial por él, no tenía idea si era amor, pero estaba seguro de que era algo especial.

Alexis me acarició con devoción, la pasión se agitaba entre nosotros como una tormenta de fuego que amenazaba con consumirnos por completo. Nuestras miradas se encontraron en medio de la lujuria y el amor, y supe que no quería estar en ningún otro lugar del mundo.

Me entregué sin reserva, mientras él marcaba con sus caricias cada resquicio de mi piel, sentía como una especie de llama avivarse en mi cuerpo, no hubo ningún lugar que no anduviera de mí, con su boca capturó mi aréola, recorriéndola con mi lengua, para segundos después comenzar a succionarlo, mientras yo gemía de placer. Su mano libre exploró mi cuerpo, encontrando cada punto sensible que me hacía jadear y retorcerme de deseo.

Mis manos no se quedaron inactivas; acaricié su espalda, deslicé mis dedos por sus brazos musculosos, y llegué a su cabello, hundiéndolos en sus sedosos mechones, mientras él hundía su hombría dentro de mí, cada movimiento, cada contacto, era una declaración de amor y deseo.

Después de lo que pareció una eternidad de pasión desenfrenada, alcanzamos juntos un clímax abrumador. Nuestros cuerpos se unieron en un éxtasis compartido que nos dejó sin aliento.

Caímos en un abrazo, sintiendo nuestras respiraciones agitadas. Alexis me besó con ternura, y supe que lo que compartíamos era verdadero y único.

—Tarah, eres increíble y no tienes idea de cuánto te amo —murmuró, con una sonrisa en los labios.

—Tú también eres increíble, Alexis —respondí con una sonrisa, mientras acariciaba su mejilla.

Nos quedamos así, abrazados, disfrutando de la intimidad y el amor que compartíamos. Las palabras eran innecesarias en ese momento. Estábamos conectados en un nivel que trascendía cualquier explicación.

Después de un tiempo, nos vestimos y regresamos a la realidad. Sabíamos que había una conversación pendiente, pero no queríamos que eso empañara el hermoso momento que habíamos compartido.

Alexis tomó mi mano, y caminamos juntos hacia el balcón de la habitación. La vista era impresionante, el cielo estrellado y la luna, reflejándose en el inmenso mar.

Él me sentó en su regazo, mientras nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la tranquilidad de la noche.

Finalmente, Alexis habló.

—Tarah, sé que tenemos que hablar —yo asentí y él continuó hablando—, quiero que olvidemos lo ocurrido en el pasado… yo estuve errado, me equivoqué, no debí juzgarte… —lo interrumpí.

—Ni aprovecharte de mí para quitarme como si fuera piedra de tropiezo en el camino de tu hija —pronuncié sin dejar de mirarlo con cierta molestia y él me tomó por la mejilla y me acarició.

—¿Crees que me acosté contigo porque quería alejarte de Anthony? —interrogó y yo asentí, mientras él negaba con fuerza—, no, estás equivocada, yo me acosté contigo porque fuiste irresistible, tus labios fueron demasiado tentadores, tu carácter era demasiado explosivo y sentía la necesidad de tenerte… y en el fondo me negaba a reconocer que me atraías de manera irremediable… creo que como consecuencia de lo ocurrido en mi pasado, tenía miedo de confiar y que resultara lastimado.

Enseguida, empezó a contarme su experiencia con la madre de Thalía, lo dejé hablar y cuando terminó le confesé la verdad.

—Yo sabía todo eso, porque me lo contó Lissa —él asintió—, ¿Alguna vez la has vuelto a ver?

—En dos oportunidades se ha acercado a mí, para que le permita entrar a la vida de Thalía, pero no se lo he permitido, porque nunca he confiado en ella, y menos ahora, que sé cuán dañada está mi hija, pienso que no la movía ningún buen sentimiento porque hubiera insistido —respondió con sinceridad y por un momento se quedó en silencio, como si temiera seguir hablando, hasta que de pronto soltó una pregunta—, ¿Y tú a Paul… lo amaste?

Me pareció que su pregunta guardaba cierto recelo y decidí contarle.

—Con toda mi alma, es el único hombre que he amado de una manera inigualable, él fue mi refugio, mi todo, cuando más lo necesité —respondí con franqueza, y aunque me di cuenta del dolor en su expresión, no me detuve—, lo siento Alexis, pero no voy a negarte mis sentimientos por Paul… solo para hacerte sentir bien… de hecho me siento culpable, por estar aquí contigo.

Él suspiró y se sentó en el sofá, mirándome con una expresión complicada.

—Tarah, no puedo evitar sentir una mezcla de emociones después de lo que compartimos. Por un lado, siento una conexión profunda contigo, una pasión que no había experimentado con ninguna mujer, pero al mismo tiempo, no puedo ignorar la sombra de tu pasado, siento que no puedo competir con tu difunto esposo —susurró y yo negué con la cabeza.

—No es necesario que compitas… cada uno es completamente diferente, y aunque no sé si te amo, si eres una persona especial para mí… el amor por ti quizás llegue con el tiempo —pronuncié y él sonrió con amargura, pero antes de que pudiera decir algo, lo besé, desatando de nuevo la pasión entre nosotros, mientras lo llevaba a la habitación.

Alexis Kontos.

Por más intentos de controlar mis celos, era imposible, en mi cabeza, martillaban sus palabras de amor y admiración por su difunto esposo, y entendía lo que había sido en su vida, lo que no lograba armonizar, es que ella no sintiera ni una cuarta parte de esos sentimientos hacia mí, y más que enojo hacia Tarah, era frustración hacia mí mismo, por no haber hecho las cosas bien en el pasado.

Nos dejamos llevar de nuevo por la pasión y terminamos uno en brazo del otro y sin aliento, hasta quedarnos dormidos.

En la mañana, me despertó el repique de mi celular, extendí la mano y lo contesté sin abrir los ojos, ni siquiera me di cuenta de quién llamaba, hasta que escuché la voz de Maxwell al otro lado de la línea.

“Amigo, que bueno encontrarte, necesito que enciendas el televisor, es delicado lo que está pasando”.

Yo tomé el control y lo encendí, las emociones se desataron en mí, al ver lo que estaba pasando, pero no sabía cuál dejar prevalecer, la rabia, temor, impotencia, al ver a Anthony Whitman y sus declaraciones.

“Necesito la ayuda de la opinión pública, porque por más que he intentado rescatar a mi esposa, a la mujer que amo… de las manos de su cruel y despiadado padre, no lo he logrado, porque Alexis Kontos… se está aprovechando de su poder y de la vulnerabilidad e inestabilidad emocional padecida por Thalía para alejarla de mi lado, solo porque soy un piloto, cuya licencia hizo revocar como venganza ¡Pido justicia! Y que me sea entregada la custodia de mi esposa para cuidarla”; pronunció con un leve sollozo y limpiándose unas lágrimas producto de su actuación.

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