CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN romance Capítulo 48

Alexis Nickolai Kontos.

No podía creer que Tarah actuara de esa manera, entendía que tomara partido por su hermano, pero no debía molestarse si yo actuaba para proteger a mi hija ¿Cómo reaccionaría ella de tratarse de su propia hija? Pensé indignado, pese a ello, tampoco quería que se fuera.

Suspiré con frustración, pero mientras ella comenzaba a salir de la sala, con su rostro mezcla de enojo y determinación, yo la seguí y la sostuve por el brazo, mis ojos ardían llenos de furia al mismo tiempo que le bloqueaba el camino, para que no siguiera avanzando.

—¡Tarah, no te atrevas a hacer algo impulsivo! —dije en tono amenazante—. Debes entenderme, ¡Es mi hija! ¡Qué sé yo cuáles son las intenciones de tu hermano! ¡Es un viejo para ella! —espeté molesto.

—Es la misma diferencia de edad entre tú y yo, catorce años y si él se atreve a hacerle daño a Thalía, yo misma me encargo de cortarle las mochilas… ¡Porque se lo advertí! Yo tampoco los quería juntos, porque el Zachary no ha sido ningún santo.

En este punto, Zachary abrió los ojos de par en par y protestó.

—Tarah, ¿Me estás tratando de ayudar o intentando hundirme? Aquí no estamos hablando de mi pasado, sino mi futuro —pronunció con seriedad.

—Bueno, lo que quiero decir es que al principio no me parecía conveniente, pero cambié de opinión cuando la vi sonreír ¿Acaso no ves a Thalía con un semblante diferente? ¿No la ves más feliz? —inquirió Tarah sin dejar de mirarme.

Mi hija, que se había quedado en silencio, viendo de uno a otro, como si estuviera viendo un juego de tenis, caminó hacia mí y me miró con seriedad.

—Yo… estoy aquí… frente a ustedes… no pueden hablar como si no estuviera… presente… él no es mi pareja… es mi amigo… ¿Se te olvida que… sigo casada… con ese ser… despreciable? ¿Y qué tampoco soy… una mujer hermosa? ¿Crees que Zachary… pondrá su vista en mí? No lo hará… así que no te preocupes —expresó mi hija y comenzó a caminar hacia la escalera.

—¡Detente! No digas eso —grité y antes que se alejara más, la sostuve por la cintura y la abracé a mi cuerpo—, te prohíbo que digas eso, cualquiera puede enamorarse de ti y quien no puede ver lo hermosa que eres, es porque es un ciego ¿Lo entiendes?

Ella negó con la cabeza.

—Dices eso… porque eres mi padre… pero la realidad es que no es cierto.

—Lo digo porque es la verdad, y pronto vas a estar divorciada de ese desgraciado y te lo prometo que nunca más, nadie te volverá a hacer daño —le dije sin soltarla, ella se giró hacia mí, sintiendo su pena de manera profunda.

En ese momento nuestro abrazo fue interrumpido por Zachary.

—Alexis, sé que no empezamos con buen pie y que tienes motivos para desconfiar… pero no de mí, y aunque ella no lo crea —dijo señalando a mi hija—, me quedé flechado a primera vista, desde que la vi desnuda en mi baño.

—¡¿Qué tú la viste cómo?! —inquirí a punto de infartarme y caer demayado del enojo.

—Papá… fue un accidente… ni siquiera lo planificamos… se dañó mi ducha… no me di cuenta de que él estaba… en la habitación contigua… entré a ducharme y apareció él —explicó mi hija nerviosa.

—Yo no la vi… bueno sí, pero aparté el rostro, pero no es eso de lo que quiero hablar, Alexis, quiero pedirte permiso para conquistar a Thalía, claro si ella me acepta.

Yo respiré profundo contando primero hasta diez, para calmarme, tenía la impresión de estar en medio de una comedia en lugar de una situación tan seria. No sabía cómo reaccionar.

Cuando vi a Tarah, finalmente decidí optar por una respuesta calmada.

—Zachary ¿Por qué mi hija? —pregunté con preocupación.

—Porque ella es una mujer especial, sé que tienes temor por lo ocurrido con Anthony, pero yo no soy como él, yo solo quiero hacer a Thalía feliz.

Mi hija asintió con un ligero rubor en sus mejillas.

—Yo entiendo… pero eso no cambia mi situación... sigo casada con ese hombre, y eso no cambiará… hasta que pueda exigir mi divorcio.

—Pronto vas a estar libre de Anthony —respondí y ella pareció calmarse.

—Siento ponerme así, pero es que tú te las traes, si no es de esa manera no te habrías detenido a escucharlo, eres demasiado terco, todo debe hacerse como tú dices y no le das la oportunidad a las personas de exponer su punto, si no estás de acuerdo, ya desechas esa idea y es difícil sacarte de allí

—protestó, subiéndose a horcajadas encima de mí.

Abrí los ojos y la observé mientras acariciaba mi rostro con sus manos.

—¿No te gusta cómo soy? Dime algo ¿Qué te llama la atención de mí? ¿Por qué estás conmigo? —inquirí, porque sentía que quizás Tarah no había dejado su venganza en mi contra, sentía que ella no se estaba dando completa mientras yo no tenía más nada que dar.

Quizás su intención es enamorarme, y luego al tenerme babeando por ella darme la estocada final y dejarme, sin embargo, esos pensamientos se quedaron atrás, cuando ella empezó a moverse en mi regazo.

—¿Es por esto? ¿Solo estás conmigo por el sex0 que te proporciono? —pregunté tratando de contener la mezcla de excitación y molestia.

—¿Acaso piensas que eso es lo único que tú puedes proporcionar? ¿Solo eres bueno para eso? —interrogó ella en el mismo tono, mientras nuestras miradas se encontraban en un duelo.

Sin embargo, no pudimos saber qué desenlace habría tenido, porque en ese momento repicó mi celular, miré la pantalla y vi que se trataba de Maxwell.

—Espera un momento, porque esta conversación, aún no está terminada —tomo el teléfono y respondo— ¿Qué ocurre?

“Estoy en el tribunal, y Anthony ha presentado una demanda en tu contra por secuestro, y presentó al tribunal una solicitud de tutela sobre su esposa, por estar incapacitado mentalmente.”

—Pero yo también puedo solicitarla, soy su padre —expresé sin poder ocultar mi preocupación.

“Alexis, no estamos hablando de un menor. Las preferencias para ser tutor legal de tu hija en caso de comprobarse su incapacidad mental es de su cónyuge”.

—¡¡¿Qué?!! ¡Estás loco! Dime ¿Qué la maldit4 ley no me va a obligar a darle a mi hija a su verdugo? Porque te juro que si ella llegase a estar mal mentalmente, el único culpable es ese desgraciado. No sé qué carajos harás Maxwell, pero en un caso hipotético que un tribunal me ordene darle a mi hija a ese desgraciado ¡No lo haré! Primero lo mato a permitirle hacerle daño de nuevo.

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