Thalía Kontos
La sala de terapia era un lugar tranquilo y acogedor. El sonido suave de una fuente de agua llenaba el aire, y la luz natural se filtraba a través de las cortinas. Yo estaba sentada en un cómodo sillón, nerviosa aunque decidida a hablar sobre mis problemas de ansiedad y depresión. Mi terapeuta, la Dra. Ramírez, esperaba con paciencia, lista para guiarla en su proceso de curación.
—Thalía, hoy estamos aquí para hablar sobre tus sentimientos de ansiedad y depresión. ¿Cómo te sientes?
Yo suspiré y miré a la doctora con una mezcla de miedo y alivio.
—Me siento asustada… doctora. No es fácil… hablar de esto, siento que decirlo… me hará más vulnerable.
—Conocer nuestras debilidades, no nos hace vulnerable, nos hace ser más fuerte, porque hablar de eso te ayudará a encontrar la manera de abordarlo —señaló la doctora.
—Eso me dice Zachary… por eso sé… que necesito hacerlo… lograr sacar todo eso… que tengo aquí… y me oprime —dije con pesar.
La Dra. Ramírez asintió con empatía.
—Entiendo que puede ser aterrador abrirse de esta manera, pero recuerda que este es un espacio seguro, y estoy aquí para ayudarte. Puedes compartir lo que te sientas cómoda, compartiendo.
Comencé a relatar mi historia, mi adolescencia, mi matrimonio, cómo me sentí al darme cuenta de que fui rechazada por mi madre.
—Mi papá… nunca me dijo lo… que había ocurrido… me decía… que mi madre no estaba… preparada para la maternidad… hasta que hace un año… Anthony me buscó… para que escuchara… la conversación de unos de mis tíos… que hablaban sobre la verdad… yo me siento que no soy lo suficientemente buena… lo suficientemente inteligente… o lo suficientemente hermosa… Anthony siempre me lo decía.
La Dra. Ramírez tomó notas.
—¿Por qué debes creer en Anthony?
Fruncí el ceño, reflexionando sobre la pregunta de la terapeuta.
—No lo sé… quizás porque me contó la verdad sobre mí. Me costó mucho aceptar que mi madre me rechazó… supongo que quería creer en Anthony para que me aceptara, aunque me hiriera con sus palabras.
La Dra. Ramírez asintió, reconociendo la complejidad de la situación.
—Recuerda que cada persona tiene su propia perspectiva y sus propios motivos. A menudo, lo nos dicen otras personas sobre nosotros mismos no refleja la realidad.
Asentí, reconociendo la verdad en sus palabras.
—Tiene razón… la verdad es que empecé a compararme… constantemente con los demás… y no podía evitar esa… sensación de no ser… suficiente… eso me hizo sentir… ansiedad, y finalmente… la depresión se apoderó de mí.
—Comprender cómo esa situación afectaron tus sentimientos es un paso importante. Ahora, ¿puedes hablar un poco sobre tu ansiedad y cómo se manifiesta?
Respiré profundamente y continué.
—Mi ansiedad se presenta… en forma de ataques de pánico… siento un nudo en el estómago, mi corazón… late rápidamente, y me… cuesta respirar… a veces, incluso llego a temblar… Además, me preocupo constantemente… por lo que otros piensan de mí… me pregunto si me juzgan o me critican… y eso me hace sentir insegura y nerviosa todo el tiempo.
La Dra. Ramírez asintió de nuevo y me hizo saber que estaba escuchando con atención.
—Los ataques de ansiedad pueden ser aterradores, y es normal preocuparse por lo que piensen los demás, pero el problema es cuando le das poder a eso. Ahora, hablemos de tu depresión. ¿Cómo te hace sentir?
Luché por encontrar las palabras adecuadas para describir la profunda tristeza que había experimentado.
—Mi depresión me hace sentir como si estuviera atrapada en un oscuro agujero. A veces, me siento abrumada por la tristeza y la desesperación. Me resulta difícil encontrar alegría en las cosas que antes me gustaban.
—La depresión puede ser una carga pesada de llevar. Pero es importante recordar que hay ayuda y apoyo disponibles para ti. Estás dando un gran paso al hablar sobre tus sentimientos.
Me sentí animada por las palabras de su terapeuta.
—Gracias, doctora. A veces, me siento tan abrumada, pero sé que necesito hacer esto por mí.
La Dra. Ramírez asintió con firmeza.
—Eso es un gran paso, Thalía. Reconocer que quieres sanar es el primer paso hacia la recuperación. Estamos aquí para trabajar juntas en tu camino hacia la salud mental. Aprenderás a manejar tu ansiedad y tu depresión, y recuperarás el control de tu vida.
Me sentí un poco más esperanzada mientras continuaban mi terapia. Hablar sobre mis sentimientos y experiencias me proporcionaba un alivio que nunca había experimentado antes. Sabía que tenía un largo camino por recorrer, pero con la ayuda de la Dra. Ramírez y el apoyo de mi familia, estaba decidida a superar mis problemas de ansiedad y depresión.
Aprendí a identificar mis pensamientos negativos y a reemplazarlos por pensamientos más positivos. A través de la terapia, comencé a reconstruir su autoestima y a perdonarse a mí misma por no ser "perfecta".
Alexis Kontos
Los días fueron pasando y el juicio oral llegó más rápido de lo que todos habían anticipado, a pesar de estar todo controlado, estábamos nerviosos, aún no habíamos descubierto quién estaba detrás de Anthony, porque se había cuidado bien de no ser descubierto y temíamos que fallaran en contra, no porque él tuviera la razón, sino porque hubiesen comprado a las autoridades.
Ese día la sala estaba llena de tensión mientras abogados, testigos y miembros de la familia se preparaban para el enfrentamiento legal. Thalía, llegó acompañada por Maxwell, Tarah y Zachary y por mí, entró a la sala del tribunal con la determinación en su mirada, se veía segura.
Anthony, con su rostro frío, calculador, ocupaba el lado opuesto de la sala junto a su equipo de abogados.
El juez dio inicio al juicio. Dándole la palabra a la parte demandante.
—Pedimos que al estrado, suba el doctor Evans —dijo el abogado demandante.
Enseguida salió un hombre de mediana edad, y se subió al estrado, luego de juramentarlo, el abogado empezó a interrogarlo, preguntándole primero su profesión y los años de ejercicio de su profesión.
—¿Fue la señora Thalía Whitman evaluada por usted? —preguntó.
—Sí lo fue.
La doctora subió al estrado y luego de juramentarla, le comenzaron a hacer las preguntas.
—Doctora Ramírez, ¿Es usted la terapeuta de la señora Thalía?
—Lo soy.
—¿Desde cuándo y cuál es su evaluación?
—Desde hace un mes, ella ha retomado sus terapias conmigo, la señora Thalía sufre ansiedad y depresión, condiciones que requieren tratamiento y apoyo, pero no la califican como una persona incapaz de cuidar de sí misma.
—Doctora, ¿Puede decirnos si la señora Thalía ha estado siguiendo un tratamiento para su ansiedad y depresión?
—Sí, está recibiendo terapia y toma medicamentos bajo mi supervisión.
—¿Ha observado mejoras en su condición desde que comenzó su tratamiento?
—Sí, ha habido mejoras significativas en su bienestar emocional. Además, ella está trabajando diligentemente en su recuperación.
Maxwell siguió presentando evidencia de los avances en el tratamiento de Thalía.
Después de un día de testimonios y argumentos, llegó el momento de los alegatos finales. El abogado de Anthony insistió en que mi hija, no era capaz de cuidarse debido a sus problemas de salud mental, y que su cuidado debía recaer en Anthony.
Maxwell se levantó con seguridad y pasión en su voz.
—La señora Thalía ha demostrado su capacidad para superar sus desafíos y cuidarse de manera adecuada. Su condición de ansiedad y depresión no la hace inepta, todo lo contrario la hace aún más fuerte. Ha buscado tratamiento, ha recibido apoyo de su familia y ha trabajado incansablemente para mejorar su salud mental. Por eso considero que ella no necesita ningún tutor, porque es hábilmente capaz.
Después de los alegatos finales, el juez tomó la palabra.
—Este tribunal va a proceder a evaluar los elementos presentados en este proceso y en unos días emitirá su decisión.
Todos salimos de la sala, pero cuando íbamos caminando, Anthony se paró en frente de nosotros.
—¿Crees que te saldrás con la tuya? —sin dejarla responder, agregó—, vas a volver conmigo, por las buenas o las malas, Thalía, pero te aseguro que vendrás.
Yo iba a responder, pero mi hija se adelantó.
—¡Sigue soñando! No cuesta nada… ¡Porque jamás voy a volver contigo!
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN