Alexis Kontos
Tarah, Maxwell y Zachary, rodeamos a mi hija, como muestra de nuestro apoyo y protección, mientras este último se enfrentó con Anthony, habló con voz firme.
—Tus amenazas ya no la afectan, Anthony. El tribunal tomará su decisión y, confiamos en que será justa. Thalía va a vivir su vida sin tu influencia tóxica.
Anthony nos miró con absoluta rabia, se acercó a Zachary, pero este ni se inmutó, ni siquiera dio un paso atrás, y al final fue él quien terminó retrocediendo.
—Por tu bien espero que no le sigas jodiendo la vida a Thalía, porque te juro que no vas a tener a dónde esconderte y no me importa quién carajo esté detrás de ti, porque no le tengo miedo ni a ti ni a ellos, sea cuanto sean —expresó Zachary con firmeza.
Tomó a mi hija por la cintura de manera protectora y sin esperar respuesta, comenzó a caminar a la salida.
—No le hagas caso tienes que ser fuerte, él quiere verte con miedo, no puedes complacerlo, debes comportarte seria y recia como lo hiciste cuando te interrogaron en el tribunal, me gustó cómo le dejaste todo claro —mencionó, y una expresión de duda se dibujó en su rostro.
—¿Les parece… que estuve bien? —preguntó dudosa.
—Estuviste genial —dije de manera orgullosa, porque nunca esperé que mi hija mostrara ese grado de valentía—, no tienes idea de la emoción que sentí cuando el abogado de Anthony te intentó enredar, al preguntarte que si habías intentado quitarte la vida y le respondiste con firmeza que sí, destacando que parte de tus problemas emocionales, eran por culpa de su cliente, pero que lejos de él habías logrado obtener tu paz.
—Definitivamente, después de ver la palidez de abogado y cliente, por poco no grito de la emoción —dijo Maxwell.
—Eso no lo habría logrado… si nos los hubiera tenido… apoyándome. Me siento tan fuerte… no le tengo miedo a ese imbécil… no va a poder conmigo… porque yo soy Thalía Kontos… y soy muy hija de mi padre que es el mejor —pronunció con una sonrisa, mientras me abrazaba.
—¡Esto debemos celebrarlo! —exclamó mi esposa sonriente—, estoy muy contenta de que hayas encontrado a esa mujer valiente y empoderada que todas tenemos, no la dejes ir, debes alimentarla para hacerte más fuerte.
Tras la salida del tribunal, tuve la sensación de que mi hija se veía diferente, era notorio el apoyo que todos nosotros le dábamos, sobre todo de Zachary, le había dado la confianza que necesitaba para enfrentar a Anthony y su manipulación.
Mientras nos dirigíamos a un restaurante cercano para celebrar, yo reflexionaba sobre mi vida, de haber sabido que podía lograr ese equilibrio, hubiese aceptado a Tarah desde el principio y no me hubiese opuesto a ella.
Porque para mí alivio, ella había sido una bendición para mi hija junto con Zachary, porque la habían ayudado a enfrentar sus miedos y a defenderse. Y aunque me cueste admitirlo, él le había hecho mucho bien.
La idea de unirnos y disfrutar de una comida en familia nos pareció perfecta. Al llegar al restaurante, nos guiaron a una mesa y nos entregaron el menú.
Mientras observábamos las opciones del menú, escuchamos unas sonrisas, en una mesa contigua, al girarme, me di cuenta de que se trataba de Lissa y de Gregory, estaban muy cariñosos, él le tomaba la mano, mientras le besaba con suavidad el dorso.
Una sola mirada, dejó en evidencia que tenían una relación, en ese mismo momento mi amigo volteó y su rostro palideció al verme, apartó la mano con nerviosismo. Lissa se giró y enseguida se levantó y caminó hacia nosotros.
Yo fruncí el ceño, porque en realidad me daba igual de que ellos estuvieran juntos, aunque me habría gustado que él me lo dijera, no porque se involucrara con ella, sino porque éramos amigos, y me habría gustado ser el primero en saberlo.
Gregory me miró y, aunque intentó disimularlo, no pudo evitar mostrar cierta vergüenza por el inesperado encuentro. La tensión en el aire era palpable mientras mi amigo caminó detrás de Lisa, hasta alcanzarla.
Ella fue la primera en hablar.
—Alexis, lo siento, pero sin darme cuenta me enamoré de Gregory, él me ha servido de consuelo, cuando tú decidiste dejarme —señaló con seriedad.
Gregory asintió, aparentemente avergonzado, evidentemente incómodo por la situación.
—¡No puedo creer que actúes así, Alexis! —exclamó Tarah, claramente frustrada.
—Y yo no puedo crees que no confíes en mí y que te comportes de esta manera. ¡Tan infantil! Estás malinterpretando mis palabras —dije finalmente en tono conciliador, pero ella estaba demasiado enfurecida como para escucharme en ese momento.
Sin decir una palabra más, Tarah salió del restaurante, dejando a todos en la mesa en un incómodo silencio. Miré a mis familiares y amigos, y luego miré a Gregory y Lissa, quienes parecían igualmente sorprendidos por la situación.
—Lo siento, con mis palabras no me refería a que Lissa me interese, sino a que tú debiste contármelo porque para eso somos amigos. Y siento mucho lo ocurrido —le dije a resto—, esto no fue lo que esperaba de nuestra cena en familia. —Mi voz reflejó mi pesar mientras me disculpaba con todos.
Zachary rompió el silencio.
—No te preocupes, Alexis. Tarah solo necesita tiempo para calmarse y entender que todo fue un malentendido, últimamente está demasiado temperamental. Deja que hable con ella más tarde.
—No quiero que le digas nada, ella debe reflexionar, por ahora, vamos a pedir la comida, aquí no ha pasado nada —dije volviendo atención a la comida.
Esta cena en familia había resultado ser más complicada de lo que esperaba.
Mientras la conversación continuaba en la mesa, no podía evitar pensar en Tarah, sin poder evitar sentirme culpable por la pelea que había surgido, pero no estaba dispuesto a ceder, ella debía aprender a no dejarse llevar por sus impulsos.
La cena continuó con un ambiente tenso, pero tratamos de disfrutarla lo mejor que pudimos. A pesar de la situación, Thalía aún tenía motivos para celebrar su valentía en el tribunal, y no permitiría que este incidente arruinara por completo su día.
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