Lissa Kempless
Me quedé viéndolo sin decir nada, sintiendo una profunda tristeza en mi corazón, quería gritarle, decirle todo lo que tenía atrapado en mi garganta, pero sabía que si lo hacía y me oponía cumpliría con su amenaza de causarle daño a Gregory.
Ante mi silencio siguió insistiendo
—Reconoce que no es un hombre para ti, no tiene apellido, ni renombre, ni siquiera tiene dinero ¿O me lo vas a negar? —inquirió.
No quería discutir con él, y deseaba ganar tiempo para saber lo que iba a hacer, así que decidí no llevarle la contraria y terminé asintiendo y aceptando su orden con resignación.
—Está bien papá, tienes razón, haré como tú digas, no me casaré con Gregory —declaré y él sonrió satisfecho.
—Así me gusta, porque si no logró casarte con Alexis Kontos, te casarás con el hombre que escoja para ti, ahora retírate que tengo muchas cosas que hacer —expresó y yo aproveché la oportunidad para salir corriendo de su despacho.
Corrí a mi habitación sintiendo que el corazón palpitaba con fuerza en mi pecho, cerré la puerta con seguro mientras me recostaba en ella, cerré los ojos apretándolos con fuerza, debía llamar a Gregory y contarle lo que había sucedido con mi padre.
Muy lejos estaba de saber los planes de mi padre, hasta segundos después cuando recibí la llamada de Gregory.
Le atendí emocionada.
—Gregory… —comencé a decir, pero no pude seguir hablando porque enseguida se escuchó su voz molesta.
“¿Pensabas decírmelo? O claro que no, que pregunta la mía, mandaste a tu padre a hacer el trabajo sucio”, mientras lo escuchaba hablar, me quedé estática sin entender.
—No sé de qué hablas… —expresé porque no sabía de qué me estaba hablando.
“Que ya sé lo que piensas de mí, que soy poca cosa para ti, que no tengo apellido, ni fama, ni dinero, pero te aseguro que te puedes sorprender… pero sabes, ya no importa, ya vi la clase de persona que eres y no te quiero en mi vida, por lo menos eso debo agradecerle a tu padre, que me envió el vídeo que te grabó para que viera tu verdadera naturaleza.
Y antes de que pudiera decir algo me cortó la llamada. Marqué de nuevo su número, pero no me respondió, desviaba las llamadas y segundos después me había bloqueado.
Me senté en la cama, sin dejar de mirar el celular, porque no comprendía lo que ocurría, hasta que de pronto, una idea me vino a la mente, así que me levanté y corrí de nuevo al despacho de mi padre, lo abrí sin tocar y él se quedó mirando con una expresión de burla.
—¿Por qué papá? —pregunté mientras mi voz se quebraba.
—Sabía que tendrías un plan b, por eso te grabé, lo edité y se lo envié, así me aseguro que no volverás con él, así no logre que Alexis Kontos se case contigo —pronunció sin simular su expresión complacida.
—Te felicito papá, eres oficialmente el causante de la infelicidad y la destrucción de la vida de tu hija —dicho eso salí sin emitir ni una palabra más, y me encerré en mi habitación.
Me encontraba sumida en un torbellino de emociones encontradas. La sensación de abandono por parte de Gregory y la cruel manipulación de mi padre me agobiaban. Me dejé caer sobre la cama, abrazando una almohada con fuerza, sintiendo cómo las lágrimas inundaban mis ojos y resbalaban por mis mejillas.
El celular vibró con mensajes de Gregory donde me escribía improperios y declaraba que yo había sido el peor error de su vida. Cada notificación era como un puñal que profundizaba su dolor. Me sentía atrapada en un laberinto de conspiraciones y manipulaciones, y lo que más me dolía es que él no me hubiese dado el beneficio de la duda, y no confiara ni un poco en mí.
Intenté calmarme, respirando profundamente para contener el llanto, pero era imposible. La sensación de angustia y decepción me abrumaba. Me levanté, caminando de un lado a otro de la habitación, incapaz de encontrar consuelo en sus pensamientos.
De repente, recordé algo que mi madre siempre solía decirme en momentos difíciles: "En la tormenta más oscura es cuando descubres tu verdadera fortaleza". Esas palabras resonaron en mi mente como un faro en medio de la oscuridad.
De pronto sentí mi estómago revolverse, y una arcada me atacó, salí corriendo, me arrodillé en el inodoro y terminé vomitando hasta lo que no tenía.
Me levanté, me cepillé los dientes y regresé a la habitación, sintiéndome enferma, triste, tenía la sensación de que me habían arrancado el corazón, y mi decepción era doble, porque pensé que Gregory me conocía, pero al final resultó que no tanto como creí.
Por eso decidí tomar el control, negándome a ser víctima de las decisiones de otros. Tomé mi teléfono y marqué un número, uno que no había utilizado en mucho tiempo, pero sabía que podía acudir a ella y no me rechazaría.
“¿Hola?”, dijo una voz al otro lado de la línea.
—¿Tía Marieh? Soy Lissa. Necesito tu ayuda —pidió, con la voz entrecortada por la emoción.
Hubo un momento de silencio y luego la voz cariñosa de su tía respondió.
“Mi princesa, claro, ¿Qué pasa?”
Lissa respiró hondo, intentando contener el llanto.
—Necesito salir de aquí. No puedo quedarme más tiempo con mi padre. ¿Podrías ayudarme?, aunque no quiero que nadie sepa.
Mi tía Marieh, era una persona a quien siempre había admirado por su independencia y valentía, no dudó ni un segundo.
—Claro, cariño. Te esperaré en la terminal del autobús. Haz las maletas y ve hacia allá. Te estaré esperando.
La voz de mi tía me brindó un rayo de esperanza. Sabía que en ese momento no podía confiar en mi padre ni en Gregory. Necesitaba escapar, tomar distancia para recuperar el control de mi vida.
Comencé a empacar lo esencial, sintiendo una mezcla de temor y determinación. No sabía qué me depararía el futuro, pero sabía que no podía quedarme más tiempo en aquel lugar tóxico que se había convertido en mi hogar, debía estar en un lugar más seguro, dejé el celular junto a mi cama, porque no quería correr el riesgo de que mi padre me encontrara.
“Eso es una situación difícil. Su padre murió, pero culpó a un tal Crane de sus desgracias, y Emma cree que soy yo el responsable”.
—Pero si no eres tú, el otro Crane es tu padre, ¿Crees que él puede ser responsable de la muerte de Leyton? —interrogué.
“O mi tío, pero él tiene tiempo que no se acerca a nosotros, no sé qué pasa, pero todo esto es muy extraño”.
—Es como si alguien quisiera arrastrarnos a situaciones difíciles —respondí.
En ese momento me entró otra llamada y decidí cortarle a mi amigo para atenderla.
—Max, debemos vernos, porque hay muchas cosas de las que debemos hablar, lo mejor será que vengas mañana o pasado para hacerlo.
Me despedí y atendí la otra llamada, escuché a Gregory al otro lado de la línea, suspiré, porque al parecer mis amigos se habían puesto de acuerdo para joderme.
“Alexis, lo siento, sé que no me porté muy bien que digamos, pero eres mi mejor amigo y te necesito. Lissa me dejó… alegó que soy poco para ella, porque no tengo dinero, ni posición social, ni fama”, replicó con irritación.
—¿Es en serio?, ¿No le has dicho quién eres? —, él negó al otro lado de la línea. —, entiendo, aunque yo conozco a Lissa y no es así ¿Quiero que me expliques con lujos de detalles lo que sucedió?
Cuando me explicó, sabía que algo no estaba bien y más con las sospechas que tenía sobre Kempless.
—A veces puedes ser demasiado bruto Gregory, no sé cómo vas a hacer, pero deberías ir a buscar a Lissa, porque por lo menos debiste escucharla antes de tomar una decisión, te puedo asegurar que su padre es un manipulador y al parecer fuiste blanco fácil para hacerlo.
“Gracias, Alexis, debo encontrarla”, dijo y cortó la llamada.
Mi esposa me miraba con una sonrisa.
—¡Vaya! ¡Qué buen consejero es mi esposo!
—¡Así es! Más de lo que puedes imaginar… por eso estoy pensando que los próximos consejos a mis amigos se los voy a cobrar ¿Qué te parece? —pregunté y ella soltó una carcajada.
—Es una genial idea, y yo seré tu cobradora, la que reciba sus pagos —pronunció en tono divertido, mientras yo me giraba para besarla.
—¡Trato hecho!
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