Tarah O'Kelly
—Sí, es mi hermano Michael. Pero, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Cómo supiste dónde encontrarme? Si hasta usé el apellido de soltera de mi abuela materna —señalé sin poder creer que me hubiesen encontrado.
Michael miró a Sara con una sonrisa leve mientras se soltaba de ella con cuidado.
—¿Tienes un hermano y no me lo dijiste? —preguntó Sarah con reproche y una expresión de quererme matar, pero antes de poder responderle lo hizo mi hermano.
—No, en realidad tiene seis hermanos y ella es la única mujer. Y en cuanto a tu pregunta de porque estoy aquí Tarah, vine por ti… es hora de que regreses a casa con tu familia, creo que ya experimentaste lo suficiente. Sabemos dónde has estado desde el mismo día que te fuiste de casa ¿Crees que papá te iba a dejar irte y olvidarse de ti? De hecho, nunca esperó que con su ultimátum te atrevieras a escoger ser sobrecargo por encima de tu familia, y que dejaras todas las comodidades…
—¡Para ya! Sabes bien que eso no me importa, lo único que he querido es lograr mis metas por mí misma, si las cosas me salen mal y fracaso que sea porque es mi propia decisión. Michael, no soy una damisela en peligro que necesita de sus padres o hermanos para que vengan a salvarla. Gracias por venir, pero no voy a regresar contigo —declaré con firmeza ante la mirada de incredulidad de mi hermano.
—Tu padre me mandó a buscarte, Tarah, ya sabe todo lo que sucedió, o que te hizo el cobarde del tal Anthony, por eso considera que es hora de que regreses a casa, no tienes por qué soportar humillaciones de nadie.
Me quedé atónita al escuchar a Michael mencionar a nuestro padre. Había pasado tanto tiempo desde que había tenido contacto con mi familia que me sorprendió saber que estaban al tanto de mi situación.
—¿Mi padre sabe todo? ¿Qué sabe? —pregunté con una mezcla de sorpresa y preocupación.
—Todo, lo que te pasó en la isla y como Alexis Kontos te humilló en la rueda de prensa y como tu nombre está siendo enlodado en redes sociales diciendo que eras una trepadora. Papá sabes que has estado pasando por momentos difíciles. Está preocupado por ti, Tarah, y quiere que vuelvas a casa para que podamos ayudarte. Él quiere vendetta, los quiere hundir.
Mi hermano se quedó viéndome con los ojos entrecerrados, esperando mi respuesta.
—¿Ni siquiera tu deseo de hacerlo pagar te hará regresar? —preguntó mí y yo me quedé en silencio.
Antes de que le respondiera a Michael, Sara me miró con una expresión de confusión en su rostro y enseguida su tono de indignación no se hizo esperar.
—Ya va, ¿Alguno de ustedes me puede explicar qué está ocurriendo aquí?
Mi amiga comenzó a revisar en el auto, como si estuviera buscando algo, mi hermano la miró con recelo.
—¿Qué haces? —preguntó con seriedad.
—Buscando la cámara escondida, porque todo esto que está pasando me parece demasiado increíble y si no es así estás en problema Tarah. He sido tu amiga por cuatro años y nunca me dijiste que tenías hermanos, no solo eso, ahora resulta que eres una princesita de familia adinera cuando siempre has odiado a la gente de dinero ¿Acaso eres hipócrita o tu familia es menos rica que los Kontos para que te dejaras humillar?
—Nuestra familia tiene dinero. Aunque nuestra base principal está en Canadá —respondió mi hermano por mí.
—Pero nunca he escuchado hablar de los O'Kelly, seguramente no son conocidos ¿A qué se dedica tu familia? —siguió insistiendo.
—Somos distribuidores de repuestos de aeronaves—dijo Michael mientras nuestras miradas se cruzaron.
—Me imagino en pequeña escala ¿Cómo se llama la empresa? —preguntó con curiosidad.
—CanAir Parts Worldwide Distributors —pronuncié entre dientes y ella abrió los ojos de par en par.
—¿Me estás diciendo que tu familia son los dueños de una de las empresas distribuidoras de repuestos para aeronaves más grande del mundo? —yo asentí —Entonces son miembros de la familia Hall. ¡Eres millonaria! Mucho más que los Kontos —exclamó—. Dime, ¿Te burlabas de mí cuando decía que trabajaría para mantenerte a ti y a tu hijo? —pronunció molesta y enseguida el grito de mi hermano retumbó en el interior del coche.
Es que si no estuviera en una situación tan difícil seguro me carcajeaba de lo cómico que se veían los dos.
—¡¿Embarazada?! ¿Te está creciendo un bebé allí dentro? —inquirió mi hermano casi atragantado, haciéndome reír.
—Michael, básicamente estar embarazada es eso, que un bebé crece en mi vientre —expresé con tranquilidad, pero él se veía bastante molesto.
Apretó los dientes con rabia.
—Ese desgraciado me va a escuchar, ¡Yo voy a defender el honor de mi hermana! Señor Marsh, diríjase a las instalaciones de Kosta Airline —le ordenó al chofer.
Su actitud me puso bastante furiosa, no podía creer que el payaso de mi hermano quisiera ponerme en ridículo, más de lo que ya lo había hecho.
—Lamento que hayas tenido que pasar por todo eso, Tarah. Pero estamos aquí para apoyarte, papá, mamá y nuestros hermanos están ansiosos por verte.
Sus palabras me reconfortaron, y sentí que había tomado la decisión correcta al regresar a casa. A pesar de las dificultades que había enfrentado, tenía la esperanza de que mi familia y yo pudiéramos superar cualquier obstáculo juntos.
Un poco menos de dos horas llegamos a casa en la ciudad de Montreal, mis padres me estaban esperando. Mi madre fue la primera en abrazarme, la sostuve con fuerza, no pude evitar controlar las lágrimas que brotaron de mis ojos.
—¡Mi niña! Estás con nosotros, no tienes idea de lo feliz que me hace volver a verte
No me había dado cuenta cuanto había extrañado tanto a mi familia, finalmente me sentía en el lugar correcto.
—Siempre te hemos amado, y esperado ansiosos tu llegada, hasta que por fin viniste —dijo mi madre con voz emocionada.
Mi padre se unió al abrazo, Michael y otros dos de mis hermanos Landon y Levi, porque los mayores no estaban allí. Me sentía aliviada de poder estar con ellos, a pesar de las diferencias del pasado.
Les conté sobre el embarazo, y por la expresión en sus rostros supe que no les gustó la noticia, sin embargo, pronto se recompusieron y me mostraron su apoyo.
Los siguientes días fueron un torbellino de emociones, visitando a la familia, pero me sentía más segura en el seno familiar, mi madre se había asegurado que mi embarazo fuera controlado. Hasta que cierto día luego de comer mi padre me pidió hablar con él a solas.
—Tarah, hemos estado hablando de tu situación… no había querido hablar contigo sobre el tema porque estabas recién llegada, sin embargo, ahora creo que es el momento oportuno —se pasó la mano por la cabeza, en un gesto que hacía cuando estaba nervioso. Sé que quieres accionar en contra de Alexis Kosta y su familia, y nosotros tenemos el poder para hacerlo, pero no será tan rápido, tengo planes, para fusuinar a CanaAeroTech a nuestra causa, pero para ello tienes que hacer algo de lo cual no estoy seguro de que quieras hacer.
—¿A qué te refieres? —pregunté alerta.
—Es sencillo, Paul Tremblay necesita una esposa… y yo propuse que fueras tú, incluso él sabe de tu embarazo y está dispuesto a aceptar a tu hijo como suyo —declaró sin dejar de observarme con atención.
Sus palabras en un principio impactaron como si me hubiesen golpeado, pero cuando pasó la sorpresa inicial, me sentí abrumada por las emociones y lo poco que me gustaba la noticia.
Mi padre estaba ofreciendo una solución que podía unir a CanaAeroTech a nuestra causa, y al mismo tiempo, brindar seguridad y estabilidad a mi hijo. Sin embargo, conocía muy bien lo manipulador que podía llegar a ser mi padre, y eso no me gustaba, porque tenía la sensación de que estaba aprovechándose de esta coyuntura para imponerme su voluntad.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN