Una comisura de la boca de Vivían se torció.
-¿Por qué estamos hablando de esto? Ya es historia. No tiene sentido que sigamos con esta discusión.
Se levantó y se dispuso a marcharse porque no quería seguir hablando con Pablan. Sin embargo, Fabian no estaba dispuesto a dejarla ir. Se acercó y la agarró por la muñeca.
—Tú y yo aún tenemos mucho que hablar. -Fabian la miró, y esta vez no apartó la mirada-. Me protegiste del ataque. Esto demuestra que aún sientes algo por mí.
El cuerpo de Vivían no pudo evitar un leve estremecimiento, pero consiguió calmarse. Miró a Fabian, que estaba a su lado. Vio en sus hermosos ojos remordimiento. Los sentimientos eran tan intensos que Vivían no se atrevió a mirarlos.
—Creo que te has equivocado —dijo con voz reprimida—. Todo lo que hice fue alejar al hombre de ti, eso es todo.
-¿Cuál es la diferencia? Todavía te preocupas por mí, ¿no?
-Fabian gruñó.
—Te salvé porque yo... —Las pestañas de Vivían se agitaron, pero intentó explicarlo con voz firme-: Porque quiero devolverte tu amabilidad.
Fabian se congeló un momento.
-¿Qué quieres decir?
—Tú fuiste quien me ayudó a conseguir la beca y las oportunidades de trabajo, ¿verdad? -dijo Vivían en voz baja. Al ver el repentino cambio de expresión de Fabian, supo que su suposición era correcta-. Por eso te sigo estando agradecida, aunque no te hayas fiado de mí e incluso me hayas mentido. Sin ti, no podría completar mis estudios universitarios.
Si no se hubiera graduado en la universidad, le sería imposible conseguir un trabajo en cualquier empresa de revistas. Tampoco podría pagar los gastos médicos de su madre. A pesar de todo lo que había pasado, Vivían estaba agradecida a Fabian.
-¿Qué quieres decir? -Esta vez fue el rostro de Fabian el que palideció-, ¿Me has rescatado solo porque te he ayudado en el pasado?
A Vivían le dolió ver la decepción en los ojos de Fabian. No rescató a Fabian solo porque quería devolverle su amabilidad. En ese momento crítico, ni siquiera tuvo tiempo de pensar; solo dio un paso adelante y lo rescató; fue un acto instintivo. Al fin y al cabo, Fabian era el hombre al que había amado una vez, y no podía soportar verlo en peligro.
«Ella tiene razón. ¿Quién soy yo para cuestionarla? La avergoncé y la convertí en el hazmerreír. ¿Quién soy yo para pedirle perdón o para obligarla a admitir que aún siente algo por mí?»
Vivían se masajeó la muñeca y dijo distante:
—¿Recuerdas lo que te dije hace dos años? Dije que nunca te perdonaría aunque descubrieras la verdad y me pidieras perdón.
Fabian tembló. Recordó lo que Vivían le dijo cuando la humilló.
-Lo siento. Yo... -Quiso disculparse con ella, pero Vivían le interrumpió.
-Ahórrate tus disculpas. Nunca te perdonaré. -Miró a los ojos de Fabian—. Ya sea que te disculpes por haberme mentido sobre tu familia, por no tener fe en mí, o incluso por insultarme, no te perdonaré.
Vivían hablaba en serio cada palabra que decía. No quería que Fabian saliera herido y deseaba de verdad devolverle su amabilidad, pero eso no significaba que dejara el pasado en el olvido y se olvidara de lo mal que la había tratado.
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