La mirada de Rachel se volvió más intensa cuando supo que su hija había desarrollado sentimientos por Finnick. Sabiendo bien que Vivían había pasado por una buena cantidad de pruebas en su pasado, todo lo que quería para ella era un hombre de confianza que la conociera bien, la tratara bien y la amara con todo su corazón. Sin embargo, ¿era Finnick el hombre adecuado que podía darle la felicidad en la vida?
Tratar de integrarse en el mundo de los ricos es algo más fácil de decir que de hacer. ¿Resultaría Finnick un hombre inconstante en las relaciones? ¿Podría su relación con Vivían soportar todos los retos y obstáculos que se les avecinan?
Vivían sabía las dudas que tenía su madre sobre su relación. Con voz suave, trató de convencerla:
-Querida madre, Finnick arriesgó su vida en varias ocasiones antes solo para protegerme del peligro. Le quiero de verdad y creo que es el hombre adecuado para mí. Así que, por favor, no te preocupes por mí.
En el momento en que Rachel vio la dichosa sonrisa en la cara de su hija, al fin cedió:
-Bueno, ya que estás casada con él, supongo que lo correcto es aprovechar al máximo su vida juntos. Soy feliz mientras tú lo seas.
Rodeando a su madre con los brazos, Vivían le dijo con timidez:
—Mamá, sé que eres la que más me quiere y deberías saber que eres la persona más valiosa de mi vida. Por favor, no te preocupes por mí porque sé cuidar de mí misma.
-Niña tonta.
Los ojos de Rachel brillaron con lágrimas cuando dijo eso.
Y Finnick se topó con la reconfortante escena cuando volvió con la comida. Tuvo el valor de sentarse junto a la puerta para no interrumpir su momento.
Satisfecha con su sensata acción, la actitud de Rachel se descongeló poco a poco. Para sorpresa de todos, extendió
su mano hacia él y lo invitó a conversar:
-Finnick, ven aquí porque tengo algo que decirte.
Luego, puso énfasis en cada una de las palabras de su frase para mostrar la seriedad de su discurso:
-Finnick. Vivían es mi única hija, y ha pasado por una época bastante difícil cuando vivía conmigo. Por lo tanto, todo lo que quiero para ella es un buen tipo que sepa cuidarla, sin importar de si ese tipo tiene bolsillos profundos o no. Como ella me ha dicho que eres el amor de su vida, no tengo más remedio que confiarte su felicidad.
-Vivían.
Ella se giró al oír su voz. Antes de que pudiera responderle, él la agarró de la muñeca y la arrastró hacia sus brazos. Su pulso comenzó a acelerarse cuando estuvo tan cerca
como para sentir su cálido aliento en ella.
En cuanto a Noah, tuvo el valor de enterrar la cabeza en su camisa tanto como pudo. «El Sr. Norton se ha vuelto muy impredecible en los últimos tiempos. ¿Me está tratando como si no existiera?», pensaba.
A pesar de sentirse incómoda con Noah cerca, Vivían no tuvo la fuerza suficiente para liberarse de su abrazo. Al final, solo pudo suplicar su clemencia con el rostro enrojecido por la vergüenza:
—Suéltame ahora. Deberíamos hablar cuando volvamos a casa.
—Gracias, Vivían -dijo en un tono profundo y ronco.
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