La huida de Vivian solo intrigó más a sus colegas: «¿Por qué Vivian es tan reservada con su marido? ¿Por qué se niega a presentarlo todo el tiempo?»
Cuando ella salió de la empresa, recibió una llamada de Harvey:
—Vivian, he oído que tu madre se ha despertado. ¿Cómo está? ¿La han vuelto a hospitalizar? —preguntó Harvey.
—Mamá se ha despertado y ya está bien. Necesita descansar —respondió.
Harvey empezó a rememorar el pasado, cómo se había enamorado de Rachel a primera vista por esos largos cabellos negros que caían en cascada por sus hombros y ese par de hermosos labios rojos. Por desgracia, tuvo que renunciar a ella al tener que contar con la ayuda de la familia de Emma para hacer frente a la crisis que atravesaba la empresa de la familia Miller en ese momento. Durante muchos años, Vivian le había guardado rencor por su traición, y Emma no le había dado un respiro a Rachel, sin dejarle acercarse a ella.
Ahora que Rachel se había despertado, él solo quería llamarla, escuchar su voz y pedirle perdón. Justo cuando Harvey se quedó sin palabras, Emma, que salió de la nada, le arrebató el teléfono:
—¿Hola? Vivian, ¿eres tú? Soy yo, Emma. Vamos a cenar juntos este fin de semana y tienes que acompañarnos.
Al oír la voz de Emma, el odio de Vivian hacia su obsequioso padre se intensificó: «¿Cómo se enamoró de una mujer tan violenta?». Ella no quería volver al recordar cómo la trataron la última vez que fue. Ya estaba harta y quería evitarlos todo lo posible, así que dijo:
—Lo siento. Haré horas extras el domingo.
—¿Horas extras? Eso no es un problema —rio Emma con tono falso—. ¿No es Fabian tu supervisor? Le pediré que te dé un día libre. No me importa. Debes venir este domingo.
«¿Por qué insiste en que vaya este domingo? No es el tipo de persona que insistiría con amabilidad», se planteó. Al no poder rechazarla, no tuvo más remedio que aceptar. Emma colgó satisfecha y miró mal a Harvey:
—No busques a Rachel nunca más. Finge que no se ha despertado.
Harvey había querido preguntar más sobre Rachel y sobre su estado. Pero al ver que Emma había colgado el teléfono, bajó la cabeza en silencio. «Supongo que solo puedo intentar preguntar a Vivian cuando vuelva este domingo», se dispuso.
—Lo siento. Me he quedado atrapada en un atasco —explicó ella.
Fabian se apresuró a aliviar la situación:
—Oh, está bien. Nosotros también acabamos de llegar.
Ashley puso una mirada plácida, sin querer reconocerla ni preocuparse por ella.
—Dile al señor que se prepare para la cena —dijo Emma a la criada—. Está en su estudio jugando con algo.
«Emma parece muy feliz hoy. ¿Ha pasado algo bueno?», se preguntó Vivian.
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