A Ashley ya no le importaba su imagen, pues parecía un gato sobre ladrillos calientes mientras pensaba: «No fue fácil para Fabian y para mí reconciliarnos. Ahora que la familia Miller está en problemas, ¿qué pensaría Fabian de mí? ¿Aceptaría a una mujer sin dinero como esposa?»
—Fabian, ¿qué debemos hacer? ¿Qué debo hacer? Debes pensar en algo para ayudar a papá —imploró Ashley.
—¡Nada puede salir mal en este negocio o la familia Miller está acabada! —Emma también estaba rogándole. «¿Cuentas congeladas? ¡Dios! ¿Vamos a ir a la quiebra? ¿Cómo voy a vivir sin todos estos lujos?», pensaba.
—¿Qué has hecho, Harvey? ¿Cómo has podido dejar que la empresa se meta en problemas? —reprendió Emma—. ¿Has ofendido a alguien? ¿O te han engañado? ¿Por qué mi vida es tan miserable? Por fin estoy en edad de disfrutar de una vida feliz después de sufrir contigo durante tantos años. ¿Cómo vamos a pagar una deuda asó en esta vida?
En ese momento, Emma comenzó a sollozar. Cuando Ashley se acercó a consolarla, sus lágrimas comenzaron a caer también. Por otro lado, Fabian frunció el ceño y dijo:
—No se preocupen, Sr. y Sra. Miller. Yo me encargaré de acabar con esto. No deben preocuparse demasiado. Solo cuídense.
Harvey también se reprochó a sí mismo: «¿Cómo pude ser tan descuidado? Estaba seguro de que no había ningún problema cuando los investigué antes. ¿Por qué es tan repentino que nos investiguen hasta el punto de congelar nuestras cuentas?»
Fabian se acercó a las ventanas e hizo algunas llamadas. Vivian también estaba sorprendida por el repentino cambio en su familia. Emma estaba presumiendo de su lujosa vida y de su rico yerno cuando sus esperanzas y sueños se hicieron añicos en cuestión de segundos. La vida sí que era imprevisible…
Emma seguía llorando a mares mientras Ashley y Harvey habían perdido el ánimo. Después de hacer unas cuantas llamadas, Fabian volvió, con un aspecto aún peor:
—¡Qué descaro el tuyo al pedirme eso! Qué cruel eres al no perdonar ni a tu propio padre, Vivian. Eres un demonio —se quejó.
Vivian aún no podía entender las palabras de Ashley.
—Dime, ¿le pediste a Finnick que le diera una lección a la familia Miller? —cuestionó Ashley—. Mi padre también es tu padre. ¿Cómo puedes ser tan descarada? Te robé a tu hombre, así que quieres vengarte de nosotros, ¿no?
«¿De dónde viene todo esto? Nunca se lo he dicho a Finnick. No soy tan mezquina como para hacer esas cosas para descargar mi ira», pensó ella.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Casado dela noche a la mañana