—Hotel Century —respondió Vivían sin pensarlo. Sin embargo, miró a Finnick con sorpresa de inmediato-, ¿Por qué has preguntado eso?
La expresión de Finnick era tranquila cuando respondió:
-Por nada. ¿Nunca te has preguntado quién te ha saboteado?
Primero, su bebida fue adulterada. Luego, la enviaron a la habitación del hotel, y hasta se informó del escándalo a la escuela. Era evidente que alguien la había saboteado a propósito.
-Yo tampoco lo sé. Intenté investigar, pero no descubrí nada —comentó Vivían. De repente, se dio cuenta de algo y lo miró-. Finnick, ¿crees en lo que digo?
Finnick se volvió hacia un lado para mirarla. Cuando vio que ella se apoyaba en su hombro y parecía depender de él, su humor mejoró de forma exponencial. Respondió con voz grave:
Eres mi esposa. ¿Por qué no iba a creerte?
Dijo esas sencillas palabras con tanta naturalidad. Sin embargo, golpeó a Vivían como un mazo. «Él me cree», pensó. A pesar de haber pasado tantos años con Pablan, nunca le había creído. Sin embargo, Finnick sí lo hizo.
—¿Y? ¿Te doy asco? —preguntó con voz temblorosa. El incidente ocurrido hace dos años fue como una espina en el corazón de Vivían. En el pasado, se había revolcado en la desesperación, pensando que nunca se casaría.
-No. Esto no es tu culpa, así que ¿por qué deberías culparte? —preguntó él frunciendo el ceño. «En su lugar, debe dejar que el verdadero culpable pague el precio», pensó. Sin embargo, no se lo dijo y se limitó a tomar una decisión silenciosa.
Después de que Vivían le contara todo el incidente, estaba tan agotada que se fue a dormir. Con Finnick a su lado durante toda la noche, se durmió más rápido de lo habitual. Mientras dormía, seguía frunciendo sus bonitas cejas. De pie junto a la cama, Finnick no pudo evitar pincharse el entrecejo. Mientras escuchaba la constante respiración de Vivían, sacó su teléfono y llamó a Noah.
-Hola, Noah —saludó. Luego bajó el volumen, temiendo despertarla mientras seguía diciendo-: Ayúdame a investigar a fondo lo que le pasó a Vivían hace dos años.
Después de colgar, reflexionó sobre lo que ella le había dicho. De repente, frunció el ceño. «¿Hotel Century? ¿Por qué me resulta tan familiar el hotel?», pensaba.
A la mañana siguiente, estaban desayunando en el comedor. Mirándola, le preguntó de repente:
-No te culpo. Lo que hiciste fue razonable, de todos modos.
-¿Razonable? -Finnick levantó de repente una ceja-. ¿Por qué?
-¿Eh?
Al no esperar que Finnick siguiera insistiendo, se sintió más avergonzada. Sin embargo, bajo su intensa mirada, se armó de valor y respondió: -Es porque te humillé esa noche. También está el asunto de Fabian... Es normal que te enfades. Después de todo, soy tu mujer.
Finnick se sorprendió aún más. Aunque la respuesta de Vivían fue vaga, él entendió lo que quería decir. «Así que Vivían piensa que le hice eso por posesividad?», se preguntó. Ante ese pensamiento, no pudo evitar reírse.
—¿Por qué? ¿Qué es lo que le hace gracia? —preguntó Vivían avergonzada, pensando que había dicho algo malo.
Finnick la miró pensativo. Nunca fue un hombre al que le importara negar las cosas. Tanto su preocupación por Vivían como los celos que sintió al enterarse de la existencia de Fabian le llevaron a darse cuenta de algo.
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