Con el ceño fruncido, Vivían dejó de molestarle.
Después de ese episodio, el humor de Vivían se aligeró y se quedó dormida apoyada en la ventanilla del coche. Al ver eso, Noah habló despacio desde el asiento delantero:
-Señor Norton, he concluido mis investigaciones sobre ese incidente de hace dos años.
Finnick se dio la vuelta, con el rostro frío y sin emoción.
—¿Lo has encontrado?
-Sí.
-¿Dónde está ahora?
-Ha sido arrestado según su petición. Sr. Norton, ¿qué quiere que hagamos con él? ¿Debo hacer que mis hombres le den una lección? -Noah respondió.
—¿Enseñarle una lección? —Finnick frunció los labios—.
Eso es un castigo demasiado ligero. Me encargaré de él y₀ mismo después de llevar a Vivían de vuelta.
—Sí, señor —dijo Noah.
Vivían se despertó justo cuando llegaron a la residencia de los Norton.
—Vivían, tengo algunos asuntos que tratar en este momento. Deberías descansar.
Se quedó un poco sorprendida, pero asintió.
-De acuerdo entonces. Vuelve pronto, ¿está bien?
Tras despedir a Finnick, Vivían no pudo evitar preguntarse qué iba a hacer tan tarde.
«Finnick no está viendo a otra mujer, ¿verdad? Quiero decir que es un buen besador y bueno en la cama también.
Debe estar con muchas mujeres». Vivían se sintió algo amargada por ello; al mismo tiempo, se sorprendió de su propia agitación interior. «¿Por qué me molesta tanto ahora? ¿Por qué debería importarme si Finnick está
saliendo con otra persona?»
«¿No fue capaz de hacer nada?»
Finnick relajó poco a poco su agarre alrededor del cuello del anciano.
-¿Qué quieres decir?
El anciano se sintió como si estuviera a punto de orinarse en los pantalones. Se apresuró a confesar todo sobre el incidente de hace dos años.
—Hace dos años, había un intermediario que hacía este tipo de negocios. Me dijeron que me habían encontrado una chica virgen, pero antes de que pudiera hacer nada, ¡me sacaron de la habitación del hotel unos hombres enmascarados! —explicó.
—¿Hombres enmascarados? —Finnick entrecerró los ojos.
—¡Sí, sí! Yo tampoco sé quiénes eran. Lo único que sé es que necesitaban una mujer con urgencia. Es probable que hayan trabajado para algún personaje importante, así que no quise provocarlos.
Finnick apretó los puños y miró con frialdad al anciano.
—¿Estás seguro?
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