Zahra. . .
-¡Casados!- explota furiosa, golpeando una copa y arrojándola lejos con un manotazo- ¡llevan dos malditos meses casados!, ¡sesenta y un días, y dieciocho horas!
-Definitivamente estás mal de la cabeza Zahra, lo tuyo es una obsesión imposible de sobrellevar- le dice mirándola con burla y aires de autosuficiencia. Cómo queriendo restregarle en la cara que mientras peor era la situación, él lograba mantenerse en total calma.
-¿Te parece, Esquizbel?, al menos yo he intentado hacer algo- le mira enfadada.
-Claro, una miserable cobra real que no logró nada. Es más Zahra, por tu propio bien te sugiero que no me recuerdes que intentaste matar a Isabella. Te perdoné porque llevas mi sangre, pero ya comienzas a hartarme- ella oprime los labios.
-Me importa muy poco lo harto que estés- le dice- soy yo la que soporta a diario sus arrumacos y tonterías frente a todos. Sus besos y que El Príncipe, no tarde en hacer algún comentario sobre lo bien que se ven desde que despiertan juntos. ¡Odio a Zahir!-gime- vive restregándome en la cara que soy una perdedora.
-Lo eres- aseguró.
-Pues tú eres tan perdedor como yo, tú que te crees la gran cosa y no has podido separarlos.¡POR ALÁ!- dijo en tono despectivo.
-Tengo un plan, querida.
-¡Llevas diciendo lo mismo desde hace dos malditos meses!
-Las cosas apresuradas no salen bien, necesito reunir a mi gente.
-¿Para qué?, ¿para secuestrar de nuevo a la insípida de Isabella?, llévatela de una buena vez.
-Es eso lo que haré- sonríe con maldad- atacaré Palacio con mi gente, raptaré a Isabella, mataré a Zabdiel y seré el nuevo rey.
-¡Tonterías!- lo mira con odio- no matarás a Zabdiel, me interesa que esté vivo, quédate con la idiota de Isabella.
-¡Por supuesto que será mía, a fin de cuentas, Alá sabe que yo la ví primero! -sonríe.
-¡Está embarazada!- explota y comienza a llorar.
-¿Qué has dicho?- pregunta poniéndose de pie.
-Que está embarazada, no han perdido tiempo, hace dos días anunciaron que esperan al próximo heredero.... -solloza-¡ojalá y sea una mujer!- dice furiosa- así no podrá heredar.
-¡Esto altera mis planes!- dice furioso.
-¿Qué esperabas?, duermen juntos, están casados, hacen el amor, era de esperar que saliera embarazada.
-¡Cállate la maldita boca, mujer!- la mira furioso- no me dejas pensar.
-¡Pues piensa ya, porque me estoy desesperando!
-¡Ya me harté de ti!- la toma por el antebrazo- estoy harto de escuchar tus tonterías y lamentos, harto de tu estúpida voz, no puedo creer que seas tan insoportable. Vé a quejarte a otro lado porque yo no estoy dispuesto a seguirte soportando.
-¡No te atrevas!- le dice enojada.
-Me atrevo a lo que quiera, intenta resolver tus asuntos, yo resolveré los míos a mi manera. Ahora lárgate de mi casa, Zahra.
-¡Me pagarás esta humillación!
Los meses habían transcurrido en santa paz y tranquilidad. Isabella sufrió muchísimo cuándo sus amigos se fueron, pero El Jeque, le había prometido que irían pronto a visitarlos.
El Príncipe, había intentados ser afectuoso con Ivette al despedirse, pero la misma se había mostrado cortante y distante, dejando claro que no deseaba sus muestras de afectos.
El humor del Príncipe, había cambiado un poco durante esos días, se había vuelto meditabundo y taciturno. Pero después de un par de semanas volvió a ser el mismo.
-Una gran inversión, Majestad.
-Así es. Naiara, me ha informado que has venido en busca del Príncipe, solo que lamento informarte que Su Alteza, no se encuentra, ha salido a atender algunos negocios de política con Su Majestad.
-¿Política?- la miró ceñuda.
-Sí, digamos que El Jeque, está intentando que se comprometa y adquiera más responsabilidades.
-¡Quizás hasta logre que piense en casarse!- dice Aisha, con los ojos llenos de emoción.
-Yo no estaría tan segura, El Príncipe es un hombre complicado y muy renuente al matrimonio- Aisha se entristeció evidentemente.
-Nunca se debe perder la esperanza.
-Así es- le responde Isabella- quizás Alá responda a tus suplicas- solo rogaba porque la tristeza que había visto en los ojos de Ivette, se debiera plenamente a dejarla en aquel país, a alejarse de ella y no del Príncipe, porque si no tendría a la dulce Ivette, con el corazón roto, y seguramente sufriendo por un hombre que no le correspondería. Seguramente aquella mirada de dolor que había visto que ella le dedicara a Zahir, habían sido -imaginaciones suyas.
Aisha, se retiró después de una media hora, compartieron juntas té y galletas. Luego Isabella, pasó toda la tarde pensando en un nuevo proyecto que tenía, seguramente Zabdiel no se lo negaría. Era tan inmensamente feliz a su lado, no habían tristezas, ni sufrimientos, solo el inmenso amor que compartían, la dicha de estar juntos y ahora la bendición de la espera de un hijo. No podía sentirse más dichosa de tener una hermosa familia.
Suseth, Matt e Ivette, se habían mostrado felices con la noticia de que serían tíos. Zahir, había jurado ser el mejor tío de todos y enseñarle algunas cositas al futuro Soberano, a lo que Isabella, había chillado, negando rotundamente y amenazándolo con el exilio si corrompía a su pequeño.
Hayffa había llorado de felicidad, pues al fin sería abuela, tendría un nuevo bebé para consentir. Lo cierto es que ya la consentían bastante a ella, le daban lo que quería y como decía Zabdiel; " su palabra era ley", ser la Soberana de Norusakistan, conllevaba muchas responsabilidades y grandes compromisos, así que Isabella los asumía con entereza y con la firme decisión de hacer lo mejor posible para darle felicidad al pueblo.
Quien no estaba nada feliz era Zahra, se mostraba enojada, siempre de mal humor y mal encarada. A Isabella, ya comenzaba a molestarle su actitud y que estuviese siempre con cara de pocos amigos en su presencia. Sabía que no le agradaba y que no le hacía gracia que ella se hubiese casado con Zabdiel, pero no quería su mala cara empañando su felicidad.
Quizás fuese hora de preguntar, cuándo abandonaría Palacio.
Después de cenar con Hayffa, se había ido a sus habitaciones. El Jeque y El Príncipe, aún no habían regresado y Zahra, aseguraba tener una fuerte migraña. Así que sin mucho que hacer, Isabella decidió irse a la cama temprano, no supo cuándo se quedó dormida.
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