(COMPLETO) My F*ucking Hot Boss romance Capítulo 10

Cuando llegamos al restaurante, el aroma a comida golpea mis fosas nasales y mi estómago gruñe. No me había dado cuenta que tenía tanta hambre hasta este momento.

-Ahí están todos.

Dice Bonnie y señala una mesa larga llena de personas que había visto apenas ocasionalmente por el edificio.

Ocupamos los tres asientos que quedaban libres y Maddie toma la palabra.

-¡Oigan chicos!

Llama la atención de todos en la mesa.

-Ella es Alyssa, la nueva asistente del señor Lowel.

Me señala.

-Aly, querida, ellos son Meghan, Harriet, Michael, Anne, Lucy, John, Steve, Charlie y Charlotte, Connie, Sally y a Bonnie y a mi ya nos conoces.

-Es un gusto conocerlos a todos, chicos.

-¡Uh, uh tengo una idea!

Habla Charlotte de repente.

-Hagamos una bienvenida para Alyssa.

Dice como si un negocio millonario se le hubiese ocurrido. Todos asienten y sueltan palabras de acuerdo con ella.

-Chicos, no es necesario que lo hagan.

Me encojo de hombros y Maddie me mira divertida.

-Tu no te preocupes, ellos siempre están buscando una razón para salir de fiesta.

-Así es.

Concuerda Steve.

-¿Y que mejor razón que una nueva amiga?

Dice ahora Meghan.

-Bien, bien, bien. Ahora, todos. El sábado en el Imperium. Ahí nos veremos.

-¿Que es eso?

-¿El Imperium?

Me pregunta Harriet y yo asiento.

-Es un bar que está de moda, está en el centro. Sí gustas podemos pasar por ti para irnos juntas.

-¿De verdad?

Ella asiente.

-Sería maravilloso, gracias Harriet.

Cuando por fin llegó nuestra comida, todos seguimos platicando animadamente hasta que por fin llegó la hora de irnos de nuevo al trabajo. El camino a la oficina me pareció aún más corto que cuando íbamos ya que ahora veníamos todos juntos caminando, platicando y riendo por la acera.

Cuando llegamos al edificio Meghan y Steve se quedaron en el primer piso y los demás subimos al ascensor. Conforme iban pasando los pisos, se fue vaciando el ascensor hasta que finalmente quedamos Bonnie, Madison y yo.

Al llegar a nuestro piso las tres bajamos, nos despedimos y cada una fue a su respectivo lugar de trabajo. Entro a mi oficina y dejo caer mi saco y mi bolso en el sillón de una plaza.

-¿Que tal tu comida?

Doy un brinco en mi lugar al oírlo, definitivamente no esperaba encontrarlo aquí.

-¿Cu-cuánto tiempo llevas aquí?

Le pregunto con una mano sobre mi pecho.

-No mucho en realidad. ¿Y bien?

-¿Que cosa?

-¿Tu comida? ¿Como estuvo?

Él se abalanza sobre mi, se mete entre mis piernas y sujeta mi cuello con ambas manos para poder devorar mis labios. Quito su saco y abro los tres primeros botones de su camisa e introduzco mis manos hacia su pecho. Lo siento gruñir contra mis labios apenas lo toco, se aleja un poco y me ve directo a los ojos.

-Quiero follarte, Alyssa. Aquí y ahora.

Sus pupilas cubren casi por completo su iris, es hipnótico, sin embargo salgo de mi transe y le respondo.

-¿Estás loco acaso? Tu padre me despide si nos descubre.

-Entonces no grites muy fuerte, cariño.

Me guiña un ojo y me vuelve a besar. Baja sus manos a mi cintura y lentamente levanta mi blusa para después introducir sus manos debajo y tocar mi piel, erizándola en el trayecto.

-No tienes mi puta idea...

Dice mientras se mueve de mis labios al inicio de mi cuello.

-De mis malditas ganas por oírte gritar, Alyssa.

Finaliza al llegar a mi hombro. Yo lo separo de mi al tomar su rostro entre mis manos y lo miro divertida.

-Créeme Nick, sí lo sé.

Bajo mi mirada a su entrepierna y le sonrío. Él se adentra más entre mis piernas, presionando su erección contra mi centro y yo trago duro ante aquella sensación.

Subo rápido la mirada a sus ojos, pero me toma del mentón y me obliga a mirar de nuevo hacia abajo.

-Oh no, preciosa. Quiero que veas como me pones. Quiero que te des cuenta de lo que causas en mi.

Me mantiene así por unos segundos hasta que me suelta.

-Hoy, cuando termine el turno, nos vemos junto a mi auto.

Me dice con una voz que no le había escuchado antes.

-Y quiero que estés ahí puntual Alyssa, sino vendré a buscarte y te follaré donde sea que te encuentre.

Me quedo atónita ante aquellas palabras. Da media vuelta y abotona su camisa de camino a la puerta para desaparecer por el resto del día.