CONTRATO CON EL ALFA, EL TIO DE MI EX. romance Capítulo 18

SEIS AÑOS SOÑÁNDOTE (+18)

La pequeña, Leah, aceptó quedarse a regañadientes en casa del abuelo Darius. Lorcan tardó en convencerla de que al día siguiente pasaría el día con ella y le explicaría todo, pero que ahora, papá y mamá tenían algunos asuntos que atender.

Daphne tenía la cara como un tomate y aunque dio pequeñas miradas suplicantes, el beta se negó a perderse su noche de apareamiento. Después de despedirse de Leah, Lorcan llevó a Daphne a un lugar especial.

El beta guio a Daphne, hacia una cueva oculta en lo profundo del bosque. El sendero estaba iluminado por luciérnagas que destellaban suavemente, creando un ambiente mágico. Al llegar a la entrada de la cueva, Lorcan emitió un suave aullido, desencadenando una cascada de flores que caían desde el techo.

Al entrar, Daphne quedó maravillada al ver la cueva decorada con pétalos de rosas y velas que producían una suave luz dorada.

―Esto… esto es… ―sus ojos brillaron emocionados ―… es hermoso, Lorcan.

El beta estaba orgulloso, tomó una de sus manos y se la llevó a los labios.

―Ven, todavía hay para ver.

La condujo dentro de la cueva y un lecho de musgo y hojas secas había sido preparado en el centro de la cueva, rodeado de guirnaldas de flores silvestres.

El corazón de Daphne se aceleró, sabía lo que pasaría a continuación y aunque no era su primera vez, sí lo era después de mucho tiempo. Así que quiso decírselo, pero él, no se lo permitió, acunó su cara y plasmó un dulce beso en sus labios.

―No digas nada… ―susurro ―… solo siente, mi amada Daphne. Siente conmigo, la furia de este amor. ―su mano comenzó a quitarle la capa y acompañado de un beso tierno ―Llevo seis años soñándote.

Ella también participó y comenzó a desvestirlo, sus manos temblaban mientras lo hacía. En realidad también tenía un poco de miedo, miedo a que solo fuera un sueño y en cualquier momento despertara.

―Yo también te he soñado, mi amor ―hablo mientras dejaba un reguero de besos en su garganta ―Cada noche desde que nos separamos.

El cuerpo de Lorcan ardía de deseo por su compañera y estaba haciendo todo posible por ir lento, ser suave, amable, caballeroso. Pero ella no se lo ponía fácil, un simple contacto de sus dedos y su polla se volvía dura y ansiosa.

―Daphne… ―dijo con voz ahogada ―… voy a ser todo lo posible por ser amable ―miro sus ojos verdes cargados de anhelo ―Pero debes saber que te deseo más que un sediento al agua. Han sido muchos años de anhelarte, mi ángel. Quiero poseerte, marcarte, hacerte mía para la eternidad.

Ella acarició el cabello que caía sobre su frente y le dijo con demasiada coquetería.

―Entonces no seas amable, mi amor. ―lo beso y luego mordió su labio suavemente ―Esta noche no estoy buscando un caballero… estoy esperando encontrar a mi hombre.

Y eso fue todo lo que Lorcan necesito. Sonrió como cuando un niño ha conseguido su tan esperado regalo y acto siguiente, se apoderó de sus labios en un beso cargado de posesión.

Daphne lo agarró con fuerza y abrió su boca para dejar entrar su lengua. Lorcan sujeto sus caderas y la apretó contra él, una de sus manos delineó su figura hasta posarse en uno de sus senos.

―El tamaño perfecto… ―susurro ―… encajan completamente en mi mano.

Daphne gimió cuando el beta le apretó la tierna carne y ella subió una mano acariciando su tonificado pecho. Lorcan se apartó y terminó de desvestirse, y ella recorrió su cuerpo, mientras su cara se sonrojaba. Su compañero tenía un cuerpo magnífico, era incluso mejor de lo que recordaba. Sus abdominales eran fuertes, su piel dorada por el sol, su mirada siguió bajando hasta la V profunda que era claramente visible bajo su cintura y finalmente llegó hasta su polla, dura, larga y venosa.

El calor fue apoderándose de ella y su centro latió necesitado. Sus ojos volvieron a subir lentamente, hasta que se enfocaron en un pequeño tatuaje en su pecho. Era pequeño, casi como si no quisiera ser notado.

Ella caminó lentamente hacia él y su mano se extendió para tocarlo, era una fecha. La reconoció de inmediato.

―¿Por qué…?

―Queria recordar el día que nos conocimos… ―sus manos rodearon su cintura y subieron lentamente hacia sus hombros ―… quería recordar el día en que la diosa te concedió a mí.

Con la mirada fija en ella comenzó a quitarle el vestido y Daphne trago fuerte. Su mirada cargada de lujuria, le dijo que esa noche sería larga y ella estaba bien con eso, porque al igual que él, en ella también había un deseo ardiente consumiéndola, un deseo que había estado dormido durante demasiado tiempo.

La beso, posesivamente, era un beso consumidor, duro, castigador, un beso que Daphne había estado anhelando demasiado tiempo. Su deseo se disparó igual que el del y le urgieron las ganas de tocarlo. Lorcan la desnudo completamente, y luego, sin dejar de besarla, la llevó lentamente al lecho que había preparado.

La dejó caer mientras le daba pequeños besos y acariciaba su suave cabello, pero de repente se giró y ahora ella estaba, a horcajadas sobre él. Acariciando sus muslos, la miro a los ojos, sin prisa, era como si quisiera memorizar cada parte de ella.

El corazón de Daphne se volvió salvaje, amenazando con salirse del pecho.

―Mi Daph… ―susurro con voz ronca ―… Mi compañera.

Las puntas de sus dedos recorrieron sus brazos y cuando llegó al cuello, sus manos acunaron su cara, se inclinó y la besó.

―Gracias por aceptarme ―los ojos de Daphne se abrieron de par en par al escucharlo. ―Te prometo que te haré feliz, mi amor. Y voy a protegerlas, a ti y nuestra hija.

Había determinación en los ojos de Lorcan.

―Voy a hacerte feliz.

Los ojos de Daphne se llenaron de lágrimas, no sabía que nombre darle a lo que estaba sintiendo, era como estar en un sueño. Y sinceramente no quería despertar jamás.

―Ahora bésame, mi luna ―ordeno y el corazón de Daphne dio un vuelco y viendo el anhelo en los ojos de su compañero, la hizo obedecer.

Un gemido escapó de sus labios, mientras sentía palpitar su centro, necesitándolo con urgencia dentro de ella. El beso se hizo cada vez más profundo y pronto Lorcan enredó sus dedos en su cabello y la sujetó con fuerza.

―Nunca… jamás… voy a volver a perderte.

Sus miradas se encontraron y Daphne acortó la distancia entre ellos, sus labios rozaron los suyos y el beta gimió mientras apretaba su cabello con más fuerza. Su posesión era áspera, obligándola a abrir los labios, para profundizar el beso. Sus manos recorrieron el cuerpo de su compañera con hambre y una urgencia, que Daphne podía palpar con claridad.

―Lorcan… ―Daphne susurro apretándose contra su polla. Escuchar salir su nombre de sus labios, era un sueño hecho realidad para Lorcan. Subió su mano y le acarició la nuca, mientras sus labios devoraban los suyos. ―… te necesito…

Impaciente rompió el beso y bajó la cabeza para apoderarse de sus pezones.

―Por la diosa… ―gimió cuando los probó ―… siguen siendo dulces y suaves.

Daphne gimió y contoneo sus caderas mientras echaba la cabeza hacia atrás, dejando que él atendiera sus necesitados pechos.

―¡Oh, diosa! ¡Lorcan! ―exclamo sintiendo cómo su centro latía por la anticipación de sentir su polla dentro de ella. ―Te quiero dentro de mí…

El beta sintió su polla palpitar dolorosamente. La deseaba.

―¿Me quieres Daphne? ―pregunto queriendo escucharlo de sus labios ―¿Cuánto me deseas?

―Seis putos años extrañándote… ―murmuro ―… Seis años viviendo un infierno… nunca más voy a dejarte.

Daphne extendió sus brazos para besarlo. Y Lorcan empujó un poco más sintiendo cómo las paredes de su coño lo apretaban. Su corazón empezó a acelerarse un poco más, casi retumbando contra su pecho. Él empujó más dentro de ella, disfrutando como lo apretaba.

―Están tan mojada por mí. Solo por mí, ¿verdad?

―Sí. ―Daphne respondió, moviendo sus caderas para recibir sus embestidas.

―Esa es mi chica ―dijo Lorcan al momento que acunaba sus nalgas, para embestirla con más fuerza ―Mia. Mia.

―Si… tuya…

El cuerpo de Daphne se estremeció mientras su lobo la penetraba más profundamente.

―Tu coño fue hecho para mi Daphne, solo para mí ―Lorcan dijo posesivamente, y bajó la cabeza para mirar con orgullo donde sus cuerpos se unían ―Toda tú fuiste hecha para mí.

En ese momento, era como si los seis años de agonía no hubieran pasado. Como si el tiempo se hubiera detenido. El beta soltó sus nalgas y se inclinó hacia ella para besarla, sus manos acunaron su rostro y sus ojos se encontraron.

―¿Estás lista? ―pregunto sin dejar de embestirla lentamente.

―Sí, dámela. ―Respondió Daphne acariciando su espalda. ―Dámela.

Los labios de Lorcan recorrieron su cuello y por un momento Daphne no hubiera podido resistirse si quisiera. El dominio del lobo en ella era indescriptible, y una cosa estaba clara: era suya y ella deseaba serlo.

El lobo afloro sus colmillos y un segundo después los clavó en la suave piel de su compañera. Las uñas de Daphne se clavaron en su espalda mientras sentía a su lobo unirse con el de Lorcan, era una sensación indescriptible, mágica, sobrenatural.

Lorcan se apartó y vio la sangre brotar de su marca y un sentimiento de posesividad absoluta se apoderó de él.

―Ahora eres completamente mía ―siguió moviendo sus caderas y ella lo recibió deseosa, sintiendo cómo una especie de ola comenzaba a formarse dentro de ella.

―Más… dame, más, Lorcan…

Ella no tuvo que volver a pedirlo. El beta la penetró hasta el fondo, con embestidas duras y salvajes, agarró sus muslos y lo llevó a sus antebrazos para profundizar la penetración, sus movimientos no se detuvieron, sentía que estaba cerca y él estaba loco por llenarla con su semilla.

―Te sientes tan jodidamente bien Daphne… ―la comenzó a follar salvajemente ―Y estás equivocada si crees que hemos terminado… ―proclamo sintiendo cómo su coño le estrangulaba la polla ―Voy a follarte toda la noche… hasta que salgan los primeros rayos del sol.

Su boca sucia solo hizo que su orgasmo se anticipara, Daphne sintió cómo una especie, paz y satisfacción se apoderaba de ella y de un segundo a otro su cuerpo se estremeció involuntariamente.

―¡Lorcan! ¡Oh, Diosa! ¡Lorcan! ―Daphne repitió una y otra vez.

―Si… siénteme… ―murmuro él tratando de contener su propia liberación, pero sabía que era imposible, estaba cerca ―… siente a tu hombre follándote.

―¡Síiii!

El beta soltó sus muslos y se apresuró a besarla, tragándose sus gemidos, mientras se derramaba profundamente dentro de ella. Seis años de agonía finalmente habían terminado. Iba a conservar a esta mujer, cueste, lo cueste y mataría a quien intentara arrebatársela.

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