DE MONJA A ESPOSA romance Capítulo 76

Ese día, muy temprano, Esteban, que busca a Ares en Walton's car, recibe la noticia por parte de Daniel que él no vendrá, pues se ha ido con Aurora de viaje por un par de días antes del lanzamiento.

—¿Qué? ¿Así? ¿De la nada? Él no puede hacer eso. El lanzamiento está muy cerca, por lo menos debió avisarme.

—Bueno, todo está casi listo, y yo estoy a cargo por hoy, si necesitas algo, puedes decirme.

—Me parece injusto que Ares actúe como un niño pequeño, simplemente por esa mujer... —Afirma delante de Daniel que siempre le ha parecido muy extraña su actitud.

—Esteban, esa mujer es su esposa y él puede actuar como quiera, no entiendo por qué te molesta tanto.

Esteban, que lo mira a los ojos, parece sorprendido, pues apenas y cae en cuenta que estaba pensando en voz alta.

—Sí, tienes razón. Discúlpame, estoy muy nervioso por el lanzamiento. Lo siento. —Dice y sale rápidamente de allí...

—¿Pero qué le pasa? —Comenta Daniel para sí mismo, y retoma su trabajo, restándole un poco de importancia al hombre que últimamente sentía que ya no podía soportar ver a Aurora y a Ares juntos y que sentía qué tenía que hacer algo porque esa relación era extremadamente insoportable para él.

* * *

Esa mañana, Ares arreglaba todo para salir de viaje. Intentaba conseguir un vuelo a toda costa, pues el viaje en tren serían varias horas y solo tenían hasta mañana, antes de regresar, además estaba planeando una sorpresa por el cumpleaños de su esposa, pero fingía no darle importancia, así que solamente la felicitó apenas despertó y se excusó en que no tenía nada preparado, ya que hasta anoche se había enterado y a ella tampoco le gustaba celebrar, lo que no molestó para nada a Aurora, pues a duras penas estaba acostumbrada a recibir una felicitación de Adriana y su padre, qué así lo hicieron muy temprano, por teléfono. Pero la realidad es que ellos también eran parte de la sorpresa de Ares, por eso, se cohibieron de ir a verla antes de irse.

—Cariño, conseguí un vuelo para dentro de 3 horas. Tenemos el tiempo justo para arreglar todo e ir al aeropuerto.

Aurora, qué esa mañana había amanecido algo indispuesta, asentía algo pálida. —¿Estás bien? —Le pregunta, muy preocupado.

—Sí, parece que la comida de anoche me cayó mal.

—Está bien, intenta descansar y yo me haré cargo de todo. —Le dice, pero apenas baja a desayunar, le pide a Eva qué suba a acompañarla, mientras él va rápidamente a comprar algunas cosas para el viaje.

Eva qué da un par de toquecitos en la puerta, abre y asoma su cabeza.

—Hola... ¿Se puede?

—Claro que si Eva... Pasa. —Le dice Aurora qué está sentada en la cama, sintiendo un fuerte malestar, de mareo.

—Te traje algo para desayunar. —Entra Eva y le muestra una bandeja con un rico desayuno.

El olor a tocino de inmediato golpea a la mujer que siente unas fuertes náuseas.

—Eva podrías llevártelo por favor, no lo quiero...

—¿Eh? ¿Por qué?

—No puedo explicártelo, pero en serio me siento muy mal, y sentir el olor de la comida solamente ha avivado mi malestar.

Eva, rápidamente, sale y deja el desayuno en una de las mesas del pasillo para después regresar con Aurora.

—¿Estás bien? Quieres que te traiga algo para el malestar. —Le pregunta genuinamente preocupada.

—No, pero si me gustaría que me ayudaras con algo sin que nadie se entere. Solo para descartar...

—¿De qué hablas?

—He estado pensando mucho que pudo caerme mal, pero lo unido diferente es que mi regla no ha llegado, y no sé cuantos días pueda tener de retraso.

—Y sospechas qué estás embarazada? —Pregunta con asombro Eva..

—¡Shhh! No lo sé. Pero una vez, en el convento, la madre superiora acogió a una jovencita qué la habían echado de su casa por haber salido embarazada, y recuerdo muy bien, lo mal que la pasaba, con mareos, náuseas... No sé, solo me gustaría descartar, después de todo es una posibilidad.

—¡Entonces, tú y Ares están esperando un bebé!

—Eso es lo que quiero comprobar.

—¿Entonces, como quieres que te ayude?

—No quisiera alarmar a nadie, hasta estar segura, así que quisiera hacerme una prueba. ¿Puedes ir a la farmacia y traer varias, sin que Ares se entere?

—No te preocupes, él no está.

—¿¡Qué!? ¿A dónde fue?

—Ni idea... creo que a comprar algunas cosas. —Le dice.

—Bueno, entonces apresúrate. No quiero que llegue y se dé cuenta.

Eva asiente, y va a la farmacia más cercana, y compró una prueba de cada casa comercial que había en la farmacia. En total, fueron 6.

Al llegar a la casa, subió rápidamente a la habitación de Aurora, a quien le entrega las pruebas.

—¿Tantas? —Pregunta Aurora sorprendida.

—Dijiste varias... —Asegura Eva, que parece más nerviosa que Aurora.

—Buenos, supongo que así no habrá duda de nada. —Afirma la mujer que toma la bolsa con las pruebas y se pone en pie para ir al baño, pero Ares entra de la nada, y se sienta de nuevo en la cama, muy nerviosa, ocultando debajo de su trasero las pruebas.

—Ares... Volviste... —Comenta Eva, sorprendida.

—¿Pasa algo? —Pregunta al ver a las mujeres tan nerviosas.

—No... no... para nada... —Comenta Aurora.

—Como te sientes? —Se interesa por la salud de su esposa.

—Mejor. Eva estuvo conmigo y me siento mucho mejor. —Afirma

—Qué bueno, por qué ya deberíamos ir saliendo para el aeropuerto. ¿Estás lista?

—Sí. Me pongo los zapatos, tomo mi bolso y ya.

—¡Perfecto! Eva... Blanca te está buscando, parece que quiere preguntarte algo... —Le dice Ares para que salga y se reúna con Blanca quien ya tiene toda la información sobre lo que harán y Eva que no entiende comenta con ingenuidad.

—¿Me está buscando a mí? Yo no la he escuchado llamarme. Es más, hace un rato la Vi y no me dijo nada. —Ares, que gira los ojos en señal de frustración por la torpeza de Eva, comenta entre dientes.

—Sí... te está buscando, para ya sabes que... lo que hablamos anoche...

—¡Ahhhhh! Sí... eso...

—¿De qué están hablando? —Pregunta Aurora al darse cuenta de que le ocultan algo...

—De nada cariño.

—Sí, de nada... nos vemos ahora. —Comenta Eva y sale corriendo de la habitación.

—Prometiste que no mentirías —Le reclama Aurora a su esposo y Ares que no puede decirle la verdad por qué ya no sería una sorpresa, inventa algo.

—Es que Eva, no quería que te enteraras de que anoche, me pidió algo de dinero, y se lo deje con Blanca para no entregárselo delante de ti.

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