DE MONJA A ESPOSA romance Capítulo 77

—¡Daniel, apresurate! Ya todos nos esperan en el aeropuerto y tu aun no estas listo. —Le dice Adriana con desespero a su novio, mientras intenta comunicarse con Eva, que ya está con Blanca y su padre Isaías, a la espera de que ellos lleguen.

—Solo un momento. Debo firmar unos papeles. Adelantate y ya te alcanzo. —Le dice Daniel que toma un bolígrafo y simula revisar algunos documentos.

—Está bien, pero por favor no te demores. —Le pide la mujer ya bastante ofuscada, y Daniel asiente, y se concentra en los documentos hasta que sale su novia, y por fin puede buscar entre los cajones de su oficina, algo que ha preparado desde hace un par de días, y que cree que el viaje a Islandia es el momento perfecto para darselo a Adriana.

—¿Dónde está? Estoy seguro de que lo deje por aquí. —Dice y finalmente encuentra una pequeña caja que abre, observando con orgullo el anillo que compró, pues planea aprovecharse un poco de la sorpresa de Ares, para proponerle matrimonio a Adriana.

***

Aurora, qué intenta controlar su llanto, observa a su esposo moverse, y se hace la dormida, para que no la vea llorar.

...

Luego de varias horas, llegan a Islandia, y Ares, enciende de inmediato su teléfono y no deja de escribirle a Daniel, para saber si pudieron llegar bien, y si la pequeña sorpresa para su esposa está lista.

Daniel, que junto a los demás, están en el país desde hace poco más de una hora, hace todo lo posible, para cumplir los deseos de Ares con ayuda de una agente de viajes que les ayudó a organizar todo en menos de 18 horas.

Aurora, que permanece completamente en silencio en el trayecto al hotel, no llama la atención de Ares, que está perdido en su teléfono, preocupado por qué todo salga bien.

Cuándo suben a la habitación, ubicada en el tercer piso, es innegable no fijarse en el estilo elegante y romántico del lugar, con un enorme ventanal que da paso a un balcón bastante amplio.

—¿Quieres ver la vista? —Le pregunta emocionado Ares, con la única intención de que se asome y vea la sorpresa que le tiene, pero Aurora ni siquiera se interesa.

—Quizás más tarde. Ahora estoy cansada. Me gustaría darme un baño. —Afirma y Ares que no se esperaba esa respuesta, intenta convencerla.

—Vamos, cariño. Dicen que este hotel tiene una de las mejores vistas.

—No Ares. No insistas. —Lo mira frustrada y tira su bolso a la cama y se encierra en el baño y Ares, que se preocupa de su actitud, recibe una llamada de Daniel.

—¡Hola!

—¿Aún no han llegado? Estamos esperando, y hace algo de frío...

Ares sale al balcón, y observa la hermosa vista del cielo reflejando la Aurora Boreal, y mira hacia abajo en la parte de un hermoso mirador que tiene el hotel, dónde hay una mesa perfectamente lista para ser servida, decorada con hermosas flores y dónde están Isaías, Adriana, Daniel, Eva y Blanca, todos de pie, esperando a Aurora a pesar del frío.

—Ya estamos aquí, pero Aurora está cansada y no he logrado convencerla de que por lo menos se asome al balcón.

—¿Y entonces, qué haremos?

—No lo sé. Tal vez disfrutar de la cena sin nosotros. Ella realmente parece muy cansada y no quisiera presionarla a nada.

—No sería justo. Tú hiciste tanto por crear algo especial para ella. Y si intentas convencerla un poco más? —Decir esto, llama la atención de los demás.

—No lo sé... Quizás debí preguntarle primero, o hacer algo más normal en casa. Una cena familiar bajo la luz de la Aurora Boreal, resultó no ser tan buen regalo de cumpleaños.

Comenta, y Aurora qué sale del baño, después de arrepentirse por su actitud con Ares, decide contarle lo del bebé y lo escucha hablar por teléfono.

—Ares... —Lo llama con algo de pena, y se asoma al balcón, viendo a las personas que ella más quiere. —¿Qué hacen todos aquí? —Pregunta y Daniel que escucha su voz por el teléfono, mira hacia arriba y le avisa a los demás.

—¡Feliz cumpleaños Aurora! —Gritan todos desde abajo, y ella realmente se emociona.

—¿De verdad planeaste todo esto para mí?

—Feliz cumpleaños, amor... —Le dice el hombre que la abraza por detrás y descansa su cabeza en su hombro.

—Yo... Yo... Lamento haber sido tan grosera... —Dice y la voz de Adriana, desde abajo, los hace reír. —Apresúrense, morimos de hambre, y frío.

—Vamos, debemos ir con ellos. —Le dice Ares, y Aurora lo sigue de vuelta adentro, y toma asiento en la cama.

—¿Qué pasa? ¿No quieres ir? —Le pregunta, y Aurora se echa a llorar, lo que preocupa al hombre que no entiende la actitud de su esposa.

—Cariño, ¿qué pasa? ¿Por qué lloras? ¿Acaso es por qué estás cansada?

—¿Crees que soy una buena persona? —Levanta los ojos llenos de lágrimas y le pregunta.

—Pero claro que sí. Eres la mejor persona que conozco en el mundo. Ya te lo he dicho.

—Y crees que sería una buena esposa y si tenemos un hijo, sería una buena madre.

—¿Aurora por qué me preguntas eso?

—Porque me aterra pensar que pueda equivocarme como tu mamá o la mía o Eloise.

—A ver. —La toma de la mano y la lleva hacia el balcón. —¿Sabes por qué te traje aquí?

—Por mi cumpleaños...

—Sí. Quería darte algo que realmente fuera especial. Y no sabía que... Así que llame Adriana y a tu padre y no los deje dormir, y fue peor, porque ellos me dijeron que tú jamás pides cosas de valor, o mencionas algo que quieras. Así que quise hacerte un regalo que jamás olvides y que se quedara en tu mente para siempre. Las Auroras boreales, no solo tienen tu nombre, sino también tu fortaleza. —Señala hacia el cielo y Aurora queda fascinada. Ese maravilloso espectáculo de colores, tuvo que pasar por mucho para ser tan hermoso. Científicamente, las partículas solares chocan con la atmósfera de la tierra, y nos dan esta belleza. No hacen daño, ni destruyen nuestro planeta, por el contrario, llegan e iluminan el cielo, y algo como la radiación solar que todos pueden catalogar como malo y dañino, se vuelve maravilloso. Así eres tú... Personas como mi madre o Eloise quisieron mostrarte como la mala, pero no eras mala, eras fuerte y al final luchaste contra ellas y terminaste por demostrar lo buena persona que eres. —Le señala hacia abajo. —Y esas personas que están allí abajo, esperándote con semejante frío, qué han venido desde tan lejos, solo para poder cantar contigo tu cumpleaños antes de la media noche, lo saben. Así que no entiendo tus miedos. Quizás somos aún muy inexpertos en muchas cosas, pero nos queremos y eres maravillosa. Que no de miedo ser una mala esposa, porque me haces muy feliz, y de seguro serás la madre más bondadosa, amorosa y tierna que habrá en este mundo. Además, nada me haría más feliz que tener un hijo tuyo. Aurora, qué lo abraza, mira por unos segundos la Aurora, qué muestra un baile de líneas verdes y azuladas, realmente espectaculares.

—¡Gracias!

—No... Gracias a ti, que llegaste a mi vida como un ángel. —Le dice Ares y le da un beso dulce y romántico qué le roba un suspiro a la mujer. —Vamos ahora sí. —Le dice y la mujer que se aparta de él

—Espera un poco más, aún hay algo que debo decirte. —Lo toma de la mano, guiándolo nuevamente adentro de la habitación.

—¿Qué pasa?

CAPÍTULO 77 1

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