¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 116

¿Asier alguna vez me dio una oportunidad?

Los ojos de Maribel estaban llenos de dudas y lágrimas.

Luego, recordó lo que Asier le había dicho esa tarde en la oficina.

Sintió como si un rayo la hubiera golpeado, un escalofrío recorrió su espalda y de repente lo entendió todo.

Esa tarde, Asier le preguntó por qué los planos confidenciales del Grupo Griera, que deberían estar bajo su custodia, estaban sobre la mesa de la sala de reuniones.

Ella era la encargada de cuidar esos planos.

Asier se lo recordó con palabras, y una vez le dio la oportunidad de confesarse.

Pero ella no aprovechó esa oportunidad, por lo que Asier llamó a Bruno, le pidió que le pasara la vigilancia del piso 57, y lo hizo a propósito para que Maribel lo escuchara. El objetivo era atraerla a la sala de vigilancia para borrar las grabaciones y obtener pruebas de su crimen.

Maribel se arrepintió.

Había sido demasiado impaciente, no había analizado la situación con cuidado ni había juzgado con sensatez lo que estaba bien o mal.

Al mediodía, ella y Liliana habían planeado en el pasillo un plan para inculpar a Elia de difundir rumores en la empresa, intentando expulsarla del Grupo Griera.

En ese momento, escuchó venir a Elia e inmediatamente corrió al piso 57.

Aunque no había cámaras en el pasillo, sí las había en el piso 57. Seguramente habían grabado cómo ella corría asustada a otra oficina ejecutiva.

Si Asier veía esa escena, seguramente sospecharía de ella. Asier era muy inteligente y seguro podría adivinar que todo había sido obra suya solo con ver cómo huyó asustada a la oficina de alguien más.

Asier la miraba y dijo: "Maribel, llevas siete años aprendiendo en el mundo laboral. ¿Todavía no comprendes las reglas del juego?"

Los ojos de Maribel se abrieron de par en par, completamente sorprendida.

Entendió que Asier no había detenido a Benjamín cuando iba a llevar a Elia a la comisaría para que ella pensara que él también creía que Elia era la ladrona y bajara la guardia. Y por bajar la guardia, cometió un error y se delató al irrumpir en la sala de vigilancia para borrar la grabación que la inculpaba.

Finalmente, cayó en la trampa que Asier había puesto para ella.

En ese momento, Maribel tembló incontrolablemente de dolor y las lágrimas de sus ojos cayeron violentamente.

Con la última esperanza, le preguntó a Asier con voz temblorosa: "Sr. Griera, ¿no sientes ni un poco de piedad por mí?"

Había estado a su lado durante tantos años, con esfuerzos y sin reconocimiento, y él le había tendido una trampa con tanta frialdad.

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