Los dedos de Orson acariciaban la barbilla de Jimena, su voz magnética destilaba un aire travieso y seductor.
Los dos niños que Jimena sostenía en sus brazos asomaban sus cabecitas, observando a Orson con curiosidad.
Él había formulado una pregunta a Jimena y, sin esperar respuesta, se encontró con los ojos inocentes y encantadores de la niña. Esos ojos infantiles, con una leve elevación en las esquinas, eran cautivadores y llenos de encanto.
¡Eran idénticos a los suyos!
¿Cómo no había sospechado antes que ella podría ser su propia hija?
Y el niño, al mirarlo más de cerca, tenía un aire y una mirada muy parecida a la de él, solo que sus ojos eran iguales a los de Jimena.
La mirada inocente de los pequeños ablandaba inexplicablemente el corazón de Orson, como si estuviera a punto de derretirse.e2
Las palabras de Orson hicieron que el corazón de Jimena latiera con temor. Ella giró la cabeza, apartando la mano de Orson, negando: "¿Por qué eres tan vanidoso? ¿Todo lo relacionas contigo? ¡El chico guapo de ojos bonitos del que hablé no eres tú!"
Diciendo esto, Jimena intentó huir, pero antes de que diera dos pasos, Orson se giró ágilmente, bloqueando su camino.
Era muy alto, como un muro que le impedía el paso, y Jimena se detuvo en seco, preparándose para escapar hacia la habitación.
Orson dio un paso adelante y extendió la mano para tomar a los niños de sus brazos.
Al ver su gesto, Jimena se alarmó aún más, abrió mucho los ojos y lo reprendió: "¡Orson, detente, no te acerques!"
Orson se detuvo, mirándola con una expresión de confusión.
Fred, con sus enormes ojos redondos, los abrió mucho, llenos de seriedad y confusión, y dijo con inocencia: "Mami, ¿es este malvado mi papá?"
"Sí, mami, ¿es mi papá?" Adora asintió con su cabecita, respaldando a su hermano.
Aunque los pequeños apenas superaban los dos años, ya tenían una idea de lo que significaba tener un papá y una mamá, gracias a las caricaturas que veían; sabían que los bebés tenían un papá y una mamá.
Jimena se quedó petrificada, lidiar con Orson ya era bastante agotador, con los nervios al límite, y ahora Fred y Adora también comenzaban a hacerle esa pregunta.
Se sentía observada por tres pares de ojos inquisidores, como si toda la sangre de su cuerpo estuviera llena de tensión e inquietud.
Ella abrazó fuerte a los dos niños, mirando a Orson con determinación: "No te creas tan importante, ¡no tengo ningún interés en ocultarte nada!"
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...