¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 1707

Todos sabían que Asier y Cecilia estaban comprometidos y que eventualmente se casarían. Era natural que Asier defendiera a Cecilia, pero cuando la realidad se presentó, la decepción de Elia superó todo lo que había imaginado.

Se sentó por un momento mientras la competencia y la exhibición comenzaban.

Las modelos, con números en sus prendas, desfilaban uno tras otro, mostrando las joyas diseñadas por los distintos diseñadores.

El número que portaban cada modelo correspondía al del diseñador de la joya que lucían.

Es decir, las joyas que mostraban eran las creaciones de los diseñadores asignados a esos números.

A medida que las modelos entraban en escena, Elia dirigía su atención a las piezas, observando con detenimiento el trabajo de cada diseñador.

En competiciones como esta, se congrega un verdadero talento, cada pieza de joyería tenía su propio estilo y peculiaridades, desde las más coloridas y exuberantes hasta las más extrañas y aquellas que destilaban una fuerte esencia cultural.e2

Elia estaba asombrada ante tal despliegue de talento.

Mientras estaba sumida en sus pensamientos, apareció otro modelo en escena, llevando un vestido sin tirantes de color azul y un collar de zafiros del mismo tono, junto con pendientes, anillos y pulseras a juego.

La modelo posaba con las manos en la cintura y caminaba con paso felino. Al hacer su aparición, el impactante azul capturaba todas las miradas, y la figura de la modelo era impresionante.

El corazón de Elia se apretó y sus nervios se tensaron; la modelo llevaba su diseño.

Lo que aumentaba su nerviosismo no era solo que su obra estuviera en la pasarela, sino también la modelo en sí.

A pesar de llevar un maquillaje intenso, Elia reconoció de inmediato que la modelo era Liuva Gallardo.

A medida que se acercaba, Liuva también vio a Elia y, aunque su expresión se endureció por un instante al reconocerla, rápidamente volvió a la normalidad y continuó avanzando con la sonrisa profesional de una modelo.

Al llegar al borde de la pasarela y posar para mostrar las joyas que llevaba, Liuva se dio la vuelta para regresar.

Fue entonces cuando, de repente, se tropezó y su pie se torció hacia afuera.

"¡Ah!" Liuva gritó al caerse, y el anillo que llevaba se rompió por casualidad, el zafiro cayó al suelo y las piedras de los pendientes también salieron volando.

De inmediato se armó un revuelo en toda la sala.

Alguien gritó: "¡El anillo de zafiro se rompió y las piedras de los pendientes salieron volando! ¿Es este un diseño de plástico? ¿Están tratando la competencia como si fuera un juego infantil de casitas?"

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia