Elia entendió que Cecilia estaba enfrentándola directamente.
Ya estaba comprometida con Asier y aun así no dejaba de verla como una espina en el ojo.
Manteniendo una sonrisa diplomática, Elia dijo: "Desde pequeña he tenido que valerme por mí misma, luchando por la vida y tuve que asumir la responsabilidad de criar a cuatro niños sin haber terminar la universidad. Luego, cuando crecieron, volví a estudiar tres años más, obviamente sin mucho tiempo libre. ¿Cómo podría compararme con esas jóvenes de familias ricas que nacieron con una cuchara de oro en la boca y nunca les ha faltado de nada?"
La respuesta de Elia fue un buen contraataque a las burlas de Cecilia, con dignidad pero sin soberbia, y cualquiera que entendiera el trasfondo, podría percibir la amargura en sus palabras.
Asier frunció ligeramente las cejas, casi imperceptiblemente, y dirigió una mirada profunda hacia Elia, con un destello de luz en sus ojos.
Elia nunca mencionó los tres años que pasó cuidando de él, lo que había retrasado su carrera. Pero esa frase sobre "regresar a estudiar después de que los niños crecieron" tocó el corazón de Asier.
Durante esos tres años, Elia había estado cuidándolo, lo que había retrasado sus propios pasos hacia el éxito profesional.e2
Sin embargo, nunca alardeó de ese hecho delante de él.
En cambio, Cecilia, que no lo había cuidado ni un solo día y que se había escondido en el extranjero durante su accidente, regresando solo cuando él estaba a punto de despertar, le dijo sin remordimientos que ella había sido quien lo cuidó durante tres años, robándole el mérito a Elia.
Frente a la discreción y humildad de Elia, la actitud egoísta de Cecilia se hacía más evidente.
Pero esa misma discreción y humildad de Elia, era lo que más lo enfurecía a Asier.
Asier desvió la mirada hacia los stands con calma.
Cecilia, asfixiada por las palabras de Elia, rápidamente miró hacia ella, lista para replicar, pero luego vio la forma en que Asier miraba a Elia, con una profunda intensidad en su mirada que claramente mostraba su renuencia a dejarla ir.
El furioso fuego en Elia, al ver la actitud de Asier, se apagó como si le hubieran echado un balde de agua fría, no solo extinguiendo su ira, sino también enfriando su corazón.
Ella entendía demasiado bien lo que Asier estaba haciendo: proteger a Cecilia para evitar que se sintiera mal por sus palabras.
Mientras que Cecilia le había dicho cosas desagradables a ella, no le quedaba otra que atribuirle a la mala suerte; su bienestar era algo que tenía que manejar por sí misma.
Elia tragó toda su humillación, bajó la mirada y no dijo nada más.
La temperatura parecía haber caído súbitamente unos grados. Elia sintió un frío que empezó en la planta de los pies y se extendió por todo su cuerpo, haciéndola estremecerse.
Apretó las manos sobre la silla para mantener su estabilidad y evitar temblar, ya que eso haría que la situación fuera aún más ridícula para los demás.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...