"¡Estás evadiendo la verdad!" gritó el hombre, amenazante, apuntando a Elia.
"¡Ah!" De repente, la mano con la que apuntaba a Elia recibió un golpe del bastón de Asier, causándole un dolor tan intenso que soltó un grito. Al girarse para ver a Asier, se encontró con su mirada gélida y, aunque lleno de ira, bajó la cabeza en señal de respeto.
La voz baja y magnética de Asier contenía un furor restringido: "No importa si fue un plan suyo o no, no te ha causado ningún daño. ¿Cuál es tu apuro por atacarla?, ¿qué es lo que intentas ocultar? Dime, ¿quién te ha enviado?"
Asier dio en el blanco con su pregunta.
El hombre que intentaba agredir a Elia era un rostro desconocido para ella, sin rencores previos. No tenía motivo para estar tan enfadado con Elia solo por un diseño.
Todos buscan su propio beneficio, ¡y quien atente contra este es su enemigo!
Aunque los diseños del concurso se subastarían, aún no había llegado el momento de la subasta y este caballero no había comprado ningún diseño de Elia. ¿Tenía motivos para estar tan furioso con ella?e2
El hombre se quedó desconcertado ante las palabras penetrantes de Asier, y su mirada se tornó claramente culpable: "Señor, señor Griera, ¿qué está diciendo? Yo solo quería defender el bien común, nadie me ha enviado, nadie. Yo siempre he sido alguien que no soporta la injusticia."
"Ya que la diseñadora es gente del señor Griera, yo... yo me retiraré." Dijo el hombre, haciendo una reverencia apresurada y saliendo de allí rápidamente, temiendo que si se retrasaba un segundo más, no podría irse.
Elia miró con gratitud la espalda de Asier, quien la había salvado de ese apuro.
Sin embargo, el problema aún no había terminado, y ahora tenía que resolver el desastre por sí misma.
Se puso de pie y se acercó al podio.
Instintivamente, Liuva supo que era Asier quien la observaba. Esa abrumadora presión era algo que otros no podían ejercer.
Temblorosa de pies a cabeza, no se atrevió a desobedecer bajo esa mirada.
Obedientemente, se quitó todos los accesorios que llevaba y se los entregó a Elia.
Elia examinó las joyas detenidamente y luego lanzó una mirada penetrante a Liuva antes de dirigirse a la audiencia para aclarar: "El diseño de estas joyas es mío, pero la obra no es."
"¿No es eso una contradicción?" alguien en la audiencia no pudo resistirse a decir.
Elia miró hacia la persona que hablaba, solo para ver que era Cecilia.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...