Priscila frunció el ceño mientras veía alejarse el carro, su respiración se volvió irregular por la frustración.
Pero su enojo no duró mucho. Pronto puso de pie al niño, sacó su celular y llamó a su madre: "Mamá, le he pedido a Orson que venga al hospital para una prueba de paternidad. De ahí en adelante, te encargas tú."
Tras recibir una respuesta afirmativa, Priscila colgó el teléfono con alivio, levantó al niño en brazos y tomó un taxi para alejarse.
Jimena no regresó a casa después de salir de la cafetería. Sentada en el taxi, miraba por la ventana con una expresión dolorida, sintiéndose miserable.
Mientras observaba el paisaje que retrocedía, sintió algo húmedo deslizarse por su rostro y caer lentamente por su mejilla, dejando un rastro que picaba ligeramente.
Jimena se pasó la mano por la cara y al mirar su palma, vio agua.
No, ¡eran lágrimas!e2
¡Había llorado!
Ella, que siempre era despreocupada y directa, ¡había llorado!
Las palabras de Priscila la habían golpeado profundamente, cortando la posibilidad de su relación con Orson.
Había intentado superar sus sentimientos sobre aquella noche de hace tres años entre Orson y Priscila, dispuesta a casarse con él por el bien de sus hijos.
Pero nunca esperó que Priscila también tuviera un hijo de Orson.
¡Ambos tenían hijos entre ellos!
¿Qué lugar le dejaba eso a ella?
Si insistía en estar con Orson, la llamarían la otra mujer.
Y lo más importante, no estaba dispuesta a perdonar a ese Orson, a un hombre que tenía un hijo con otra mujer. ¡No podía aceptarlo!
"Ella se quedaba en la habitación de invitados. Cuándo dormía o despertaba no era asunto mío", explicó Asier de repente.
Elia se detuvo a mitad de camino al suelo, girándose bruscamente: "¿Entonces nunca pasaste la noche con Cecilia? Lo que vi ese día..."
"¿Qué viste?" Asier la miró profundamente, sus ojos serenos y atractivos brillaban con escrutinio.
Elia se sintió un poco intimidada y desvió la mirada, murmurando: "Nada, no es nada..."
"Asier preguntó con su voz suave y profunda: "La noche que viniste a buscarme, ¿querías algo?"
Elia, confundida, parpadeó ante él: "¿Supiste que vine esa noche?"
Esa noche había descubierto que la muerte de su madre no tenía nada que ver con Asier y que él nunca había atentado contra ella. Todo había sido un plan de Ramiro para hacerla creer que Asier quería perjudicar a su madre, que buscaba su muerte.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...